Nota del editor: Este artículo es una conversación vía correo electrónico que tuvieron Sam Allberry, Rosaria Butterfield y Christopher Yuan, y que fue impulsada por 9Marks. En ella se responden algunas preguntas sobre la soltería, la atracción hacia personas del mismo sexo y la iglesia. Aquí encuentras la primera de cuatro conversaciones.
Supongamos que hay dos personas solteras: una de ellas lo está porque tiene una fuerte atracción hacia el mismo sexo y asume que, por esa razón, el matrimonio es imposible. ¿En qué se diferencia pastorear o discipular a un soltero del otro?
Sam Allberry: Me alegra estar haciendo esto con todos ustedes. Pensé que podríamos comenzar con algunas respuestas iniciales y construir algo desde ahí.
En un sentido no existe ninguna diferencia: ninguno de nosotros sabe lo que Dios tiene para nosotros en el futuro y si quiere que nos casemos o que permanezcamos solteros; no obstante, probablemente hay una diferencia en las expectativas. La persona que siente atracción hacia personas del mismo sexo podría sentir que es menos realista casarse y, por lo tanto, mira la soltería como algo a largo plazo; por otro lado, la otra persona aún podría asumir o esperar que el matrimonio es algo que está en su futuro. De cualquier manera, ambos necesitan confiar en lo que su Padre celestial tiene para ellos y cualquier cosa que pase será una expresión de su bondad hacia ellos.
Ambos necesitarán trabajar en cultivar sus amistades. Un error que a veces cometemos en el ministerio pastoral es asumir que aquellos que probablemente permanezcan solteros por un largo tiempo necesitarán esforzarse arduamente para tener amistades, mientras aquellos que están casados no. Mientras más estoy en el ministerio pastoral más veo el daño provocado por no invertir en fuertes amistades, tanto en casados como en solteros por igual.
Christopher Yuan: Sam, ¡gracias por comenzar esto con tan buena perspicacia! A continuación, comparto algunos de mis pensamientos respecto a este tema.
Agradezco que el énfasis aquí sea el correcto: centrado en el pastoreo y en el discipulado. A menudo, las personas que tienen atracción hacia personas del mismo sexo […] y que buscan ayuda se fijan en sus tentaciones que experimentan hacia el mismo sexo (como si esas tentaciones fueran su único problema) y terminan intentando erradicar el pecado que mora en ellos antropocéntricamente a través de la metodología psicoterapéutica. Esto es desacertado porque el objetivo de toda lucha con el pecado es ponernos en el camino de la gracia de Dios por medio de la Palabra, de la oración, de la comunidad, etc. En medio de todo esto, el mentoreo y el discipulado tienen un rol clave a medida que acompañamos y guiamos a las personas a través de los medios de gracia.
Por otro lado, debemos ayudar a nuestro amigo que le atraen personas del mismo sexo a que sepa que su lucha con el pecado podría sentirse única, pero no es fundamentalmente diferente. Cada persona que pastoreamos o discipulamos es portador de la imagen de Dios que experimenta la consecuencia de la caída: pecado original, pecado residente y el pecado real. El pecado del acto sexual entre personas del mismo sexo o de deseos pecaminosos hacia personas del mismo sexo no son los peores pecados. Por lo tanto, con el fin de mortificar la carne día a día, estas personas con atracción hacia personas con el mismo sexo necesitan la misma gracia que todas las otras personas. Lamentablemente, las personas que experimentan atracción hacia el mismo sexo a menudo se sienten y son tratados como si fueran los peores pecadores. Para aliviar esto, debemos recordarles que necesitan de la misma gracia que los demás.
Por otra parte, a menudo los pastores están preocupados de que quienes son atraídos por personas del mismo sexo desarrollen una atracción hacia el pastor o el mentor. En este punto, hay un par de cosas que se deben decir: primero, debemos darnos cuenta de que solo porque alguien pueda experimentar atracción hacia personas del mismo sexo no significa que le atraigan todas las personas del mismo sexo.
En el seminario, busqué a un compañero a quien yo respetaba para comenzar a orar juntos semanalmente. Sabía que él conocía mi pasado como un hombre gay. La primera mañana que nos juntamos, él me dijo, «no quiero nunca ser una piedra de tropiezo para ti. Por favor, cuéntame si comienzas a sentirte atraído por mí». Fue una de las situaciones más incómodas de mi vida. Los hombres que se siente atraídos por personas del mismo sexo necesitan que les muestren cómo se ven las amistades piadosas y saludables con personas del mismo sexo. He amado a hombres de manera incorrecta (sexual y románticamente) y necesitaba que me mostraran cómo deben amarse los hombres cristianos en maneras que honren a Dios, que no sean sexuales ni románticas, pero que aún así sean íntimas.
Sin duda, debemos reconocer la posibilidad de atracción, pero esto a menudo comienza con la codependencia o esta es parte de ella. Estar atento a la codependencia debe ser parte de cualquier relación de discipulado. En particular, las relaciones lésbicas rara vez comienzan sexualmente, sino que con enfermizos enredos relacionales. Debemos usar el discernimiento piadoso mientras pastoreamos o discipulamos y debemos estar conscientes de la codependencia enfermiza, como lo haríamos con cualquier persona. Existe una línea que debemos trazar entre acoger la intimidad saludable y evitar la codependencia. No obstante, esa línea es lo suficientemente ancha para poder desarrollar amistades piadosas con comodidad. Confío en que Rosaria hará buenos comentarios sobre la codependencia.
A menudo, descubro que las personas que son atraídas por el mismo sexo están en uno de dos extremos. Creen que es imposible casarse algunas vez o creen que la solución es casarse con alguien del sexo opuesto. En cualquiera de los dos casos, quisiera sacarlos de su fijación en sus atracciones sexuales y en su estado civil para que en lugar de ello se centren en los medios de gracia.
No obstante, también quisiera disipar algunas verdades falsas. Para el primer escenario, Dios es capaz de hacer cualquier cosa, lo que significa que puede darle a una persona que es atraída hacia el mismo sexo (incluso a alguien que tiene fuertes atracciones) el deseo por tener una relación con una persona del sexo opuesto. Conozco a varias personas a quienes les ha pasado esto, incluso sin que la tentación hacia personas del mismo sexo haya desaparecido por completo. Asimismo, no creo que las atracciones sexuales necesiten ser el fundamento del matrimonio. El amor ágape (que se sacrifica a sí mismo, que es desinteresado, que es un amor santo) debe serlo. Las atracciones, la pasión y el deseo deben estar presentes en el matrimonio, pero no tienen que ver necesariamente con una ardiente pasión sexual. De hecho, los matrimonios construidos sobre la pasión sexual pueden terminar deshonrando a Dios y en el fracaso. A menudo le digo a las personas que en realidad es posible que sea más fácil para mí encontrar una posible o potencial esposa porque puedo ver a otras mujeres como hijas del Dios altísimo y no como objetos para mi placer sexual. Puedo ver su madurez espiritual, su amor por el Señor y su atención a los hábitos de gracia, en oposición a que mi discernimiento sea nublado por fuertes encaprichamientos.
Para el segundo escenario (la persona que cree que el matrimonio es la solución), le diría que el matrimonio es una gran bendición, pero no será la solución para sus deseos pecaminosos. Le diría que mantenga la esperanza de casarse, pero que la posponga. Y por ahora, puesto que está soltero o soltera, lo animo a enfocarse en buscar a Cristo sin abandonarlo. Prepararse para el matrimonio no es la meta del cristiano soltero, pero puede usarse como una motivación saludable para fines apropiados. Y no existe mejor manera para prepararse para el matrimonio que ser cimentado como un hombre o una mujer de Dios. Si queremos amar a alguien y ser amados, primero debemos amar a Dios. Es por esta razón que el gran mandamiento viene antes del segundo. La única forma para que yo ame bien a otros es amar a Dios primero. (¡Ok, quizás esta respuesta fue un poco larga!).
Rosaria Butterfield: En primer lugar, estoy tan agradecida de Sam y Christopher por lanzar tan buenas preguntas para abordar. Ustedes, hermanos, han cubierto muchísimo terreno abundante e importante aquí y tengo poco que agregar. Voy a centrar mis respuestas más en abordar el discipulado de mujeres en los dos ejemplos anteriores.
Primero, la diferencia entre estas dos personas es que la que tiene atracción hacia el mismo sexo puede sentir una soledad crónica y opresiva, mientras que el otro podría sentir una envidia amarga de sus amigos que se han casado. Es vital que cuando acompañamos a una cristiana en su dolor (ya sea que sintamos que ese dolor es válido o no) intentemos ver las cosas desde su punto de vista. No ayuda mucho decir, «¡tu fractura es igual a la de Juan!».
El libro de Jeremiah Burroughs, El contentamiento cristiano… una joya rara es un gran recurso que se puede usar para discipular a ambas personas. Además, quisiera descubrir qué está viviendo cada persona en la cultura de su iglesia. Puede sentirse amenazada y también puede desencadenar un peligroso diálogo interno: «estas personas no me entienden y nunca lo harán». Nuestro discipulado y pastoreo servirá poco si nuestra cultura de iglesia es tóxica (y muchas veces, ese es el caso).
Segundo, aunque es cierto que para muchas personas la sexualidad y la atracción sexual es fluída y cambia en el tiempo, y también que los mejores matrimonios están constituidos por dos personas que ante todo están unidas espiritual y afectivamente, decirle esto a alguien que se siente atraída a personas del mismo sexo las hace sentir como si las estuvieras reprendiendo, como si le estuvieras diciendo que reaccione. He discipulado mujeres que tienen respuestas profundas y dolorosas al solo pensamiento del coito heterosexual. Para las mujeres, la atracción hacia el mismo sexo puede estar motivado ya sea por una fuerte atracción que se transforma en sexual en el tiempo o por una fuerte oposición a cualquier expresión sexual que involucre penetración.
Tercero, para las mujeres que están buscando el matrimonio bíblico. Necesitamos estar conscientes de que para muchas mujeres, el compromiso también requiere, a veces, una dolorosa pérdida. Muchas mujeres evangélicas universitarias comienzan queriendo cambiar el mundo, con sueños y planes que son grandes y geniales. En general, estos deseos por cambiar el mundo son deseos de personas; existen en paralelo a otros deseos (matrimonio, familia, etc.), pero rara vez interactúan. Sin embargo, con el prospecto del compromiso viene la promesa de liderazgo (y una pérdida de cierto tipo de independencia). No digo esto para criticar o condenar. El liderazgo bíblico del esposo a la esposa es una hermosa imagen de Cristo y la iglesia. Pero al discipular mujeres haremos bien en saber que las mujeres que quieren ser una esposa piadosa también deben orar por un corazón tierno para poder someterse a su esposo. En el matrimonio, esposo y esposa también deben aprender por fe a liderar en disciplina y a someterse; estas cosas no vienen naturalmente en nosotros. Las solteras necesitan saber que mientras este «cambio» de roles (de un agente de cambio del mundo independiente a una esposa fiel y, si Dios quiere, madre) es una bendición ordenada por Dios, y también viene con una sensación de pérdida de quien alguna vez fuiste.
Encuentra el resto de la entrevista aquí:
Soltería, atracción hacia el mismo sexo y la iglesia – Parte II
Soltería, atracción hacia el mismo sexo y la iglesia – Parte III
Soltería, atracción hacia el mismo sexo y la iglesia – Parte IV
Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks. | Traducción: María José Ojeda
Christopher Yuan
Sam Allberry
Sam Allberry es uno de los pastores de la iglesia anglicana St Mary's en Maidenhead, Reino Unido. También es autor del libro Is God Anti-Gay? [¿Está Dios contra los homosexuales?]. Puedes encontrarlo en Twitter como @SamAllberry.