Una diferencia cultural
Hace un tiempo atrás, me llamó un líder ministerial desde Estados Unidos para hablar con un pastor soltero sobre un proyecto que estaba considerando realizar acerca de la soltería. Quería conversar con un pastor porque deseaba saber cómo el tema de la soltería se desarrollaba en la vida de la iglesia local, pero deseaba conversar con un pastor soltero porque quería una voz pastoral que supiera personalmente cómo era trabajar siendo soltero bien entrado en la mediana edad. Fue excelente poder hablar, pero planteó una pregunta importante: puesto que yo estaba radicado en el Reino Unido, ¿por qué había tenido que hacer una llamada internacional para conversar con un pastor soltero?
Me explicó que no conocía a ningún pastor soltero en los Estados Unidos y que tuvo que cruzar al otro lado del océano Atlántico para obtener la perspectiva que buscaba.
El hecho es que los pastores solteros no son una gran anomalía en el Reino Unido. Tenemos ejemplos de personajes célebres como John Stott y Dick Lucas: dos gigantes de la predicación en Londres durante el pasado siglo XX. Puedo pensar en muchos líderes contemporáneos que son solteros; Vaughan Roberts y Ed Shaw son dos nombres que vienen a mi mente con los que los estadounidenses están familiarizados, y hay muchos otros que conozco.
Entonces, ¿por qué este no es el caso en los Estados Unidos? Durante los últimos dos años, he pasado más tiempo en los Estados Unidos que en el Reino Unido; al visitar varias iglesias y estados surgieron cuatro razones por las cuales las iglesias prefieren tener pastores casados.
1. Los pastores necesitan ser capaces de ministrar a aquellos que tienen una familia
Muchas de nuestras iglesias están compuestas por un número importante de familias. Si esta es la demografía significativa en nuestras congregaciones, entonces es natural que nos aseguremos de que ellas estén provistas pastoralmente. Es fácil pensar que un pastor que no está casado será deficiente en este aspecto. Sin embargo, esto no es completamente cierto.
Sí, un hombre casado tendrá mucha experiencia que lo informará y lo ayudará en su habilidad de ministrar a los miembros casados de la iglesia, pero esa experiencia es limitada porque su experiencia en la vida matrimonial será muy diferente a la de muchos miembros de su iglesia. En última instancia, no es nuestra experiencia personal lo que nos califica para enseñar en una situación dada (aunque esto puede ayudar sin duda), sino nuestro manejo de la Palabra de Dios. Después de todo, no es nuestra sabiduría la que buscamos compartir, sino la de Dios. Del mismo modo, nuestra experiencia como padres puede brindarnos una perspectiva adicional de primera mano sobre qué enseñar, pero no es determinante. Ningún pastor tiene experiencia en cada aspecto de la vida sobre los cuales debe enseñar.
2. Con un pastor casado a menudo obtenemos dos por el precio de uno
Frecuentemente, aunque no se expresa tan abruptamente, las iglesias asumen que un pastor casado vendrá con un miembro adicional quien trabajará para la iglesia sin cobro alguno. ¿Por qué ofrecerle el puesto a una persona cuando podemos obtener dos por el mismo precio?
Puede que esta sea una suposición común, pero no es justa. No todas las esposas de pastores tendrán dones para el ministerio pastoral. Su principal contribución al ministerio de su esposo puede ser su apoyo a él en lugar de ser su compañera de trabajo en el equipo de la iglesia. Además, no todas las esposas de pastores pueden ofrecer las horas equivalentes a un trabajo de tiempo completo para la iglesia. Puede que tengan otros compromisos familiares con otras personas en la familia como por ejemplo padres ancianos que necesitan su cuidado o un hermano con una situación familiar difícil. Puede que existan algunas necesidades inusuales dentro de su familia inmediata como un hijo con necesidades especiales o con problemas crónicos de salud. Puede que tenga una vocación profesional que debe ser honrada. Puede que necesite trabajar para ayudar al presupuesto familiar. Una pareja casada no significa necesariamente que tendremos el doble de recursos.
Y un pastor soltero tampoco significa necesariamente la mitad de recursos. No es por nada que Pablo elogia la soltería sobre la base de que una persona soltera es capaz de servir al Señor de una manera «constante», a diferencia de una persona casada (1Co 7:35). La soltería lejos de entorpecer la obra del Señor, puede facilitarla.
3. La Biblia parece requerir pastores casados
Pablo escribe lo que escribe no porque él requiera pastores casados, sino porque espera que lo estén y, por lo tanto, el énfasis es que como hombres casados estén fielmente casados. Pablo se dirige en particular a aquellos que tienen más de una esposa, no a los que no tienen a ninguna.
No obstante, incluso si ese no fuera el caso, incluso si Pablo estuviera requiriendo que todos los pastores estuvieran casados, habría otras implicaciones significativas. En primer lugar, se le exigiría a los pastores tener más de un hijo. Estar casado, pero sin hijos o casado con un solo hijo también sería inaceptable, igual que la soltería. Porque el pasaje que habla de ser «marido de una mujer» también menciona el tener «hijos obedientes» (observa el plural). Si queremos ser consistentes, entonces también debemos exigir hijos en plural, además de estar casados. En segundo lugar, los pastores que quedaran viudos aparentemente necesitarían renunciar al pastorado. Ya no serían maridos de una sola mujer.
4. Puede que haya algo malo con ellos si aún están solteros
Quizás la razón más significativa por la cual las iglesias prefieren pastores casados es la sospecha de que debe de haber algo malo en alguien para que no esté casado. Una cosa es contratar a un joven pastor de unos veinte años quien todavía no se ha casado (bajo la suposición de que no pasará mucho tiempo antes de que lo haga), otra muy distinta es contratar a alguien que tenga, por ejemplo, unos treinta y cinco años y aún no se haya casado. En gran parte de nuestra cultura evangélica, eso sorprende a muchas personas no solo porque les parece inusual, sino también extraño e incluso un tanto sospechoso.
Ese es el meollo de lo que a menudo es el verdadero problema cuando pensamos sobre los pastores casados: vemos el matrimonio como una señal de haber alcanzado la mayoría de edad espiritualmente. Es una forma de graduación de una cristiandad más elemental a una más madura. Suponemos fácilmente que es una señal de que alguien ha comenzado a asumir la responsabilidad adecuada en la vida. Esto no niega que quizás muchos en nuestras iglesias están evitando deliberadamente el matrimonio como una forma de pereza o de temor al compromiso. Pero sí niega que esta sea la única razón por la cual alguien permanezca soltero a largo plazo. (Vale la pena señalar que conozco a hombres que se han casado debido a un tipo de pereza y temor al compromiso, pensando que una esposa los cuidará y les facilitará un estilo de vida de adolescencia continua).
En realidad, nuestro problema no está con los pastores solteros. Nuestro problema está con la soltería en sí misma, y yo sugeriría que esa es una señal de que no hemos prestado suficiente atención a lo que el Nuevo Testamento dice con respecto al tema.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway. Traducción: Marcela Basualto.
Sam Allberry
Sam Allberry es uno de los pastores de la iglesia anglicana St Mary's en Maidenhead, Reino Unido. También es autor del libro Is God Anti-Gay? [¿Está Dios contra los homosexuales?]. Puedes encontrarlo en Twitter como @SamAllberry.