Sólo estaremos a la altura de la forma litúrgica que da forma a nuestro servicio cuando planifiquemos que la verdad del Evangelio llene nuestro servicio.

A tan solo unos días de celebrar Navidad, queremos invitarlos con sus hijos a abrir sus Biblias para narrar desde sus páginas algunas de las escenas de la venida del Salvador. Usando sus voces y manos pueden unirse en adoración a aquellos que vieron con sus propios ojos a Dios mismo recostado en un pesebre.

Los domingos, nos reunimos con Jesucristo y con este pueblo comprado con sangre que Él pone en nuestras vidas.

El pecado nunca nos hace bien. El pecado se presenta a sí mismo como algo agradable, atractivo y bueno, pero el pecado es un mentiroso que te llevará a lugares donde Dios nunca quiso que fueras.

Un compromiso a la autoridad de la Escritura no produce una forma rígida de adoración comunitaria a través del tiempo y de la cultura. Pero sí regula lo que hacemos y, en gran medida, cómo hacemos lo que hacemos.

Cuando tu hermano te ofenda, calma tu corazón. Discierne si pasar por alto la ofensa o abordarla. Y luego decide ante Dios borrar el registro completo. El Señor que borró completamente tu propio registro está listo y dispuesto a ayudar.

El Evangelio no promete librarnos del dolor, sino un regalo mucho más precioso: la seguridad del amor de Dios, que prevalece sobre el pecado y nos sostiene en medio de las tempestades.

¿Harías un esfuerzo particular con nosotros para ver y saborear a la persona de Cristo este Adviento? Él es digno de nuestros mejores hábitos diarios, semanales y anuales.

Puedes confiar en todo lo que Dios te dice; Él nunca te mentirá. Lo que ha dicho es justo, es correcto, siempre correcto, siempre útil, siempre bueno.

Que estos principios te ayuden a ti y a tu cónyuge a desarrollar un estilo de vida de buena administración que dará dividendos, ahora y para siempre.