Nuestro objetivo final cuando tenemos temor (de nuestros errores pasados, de las presiones presentes o del futuro desconocido) no es la ausencia de temor, sino un temor del Señor que resulta en santidad.

Todos los días, necesitamos seguir luchando para vernos de la manera en que Dios nos ve.

Cada momento que pases adorando a Cristo hará inmensurablemente más por tu alma que cualquier otro entretenimiento y festividad a la que podríamos darle comúnmente nuestro tiempo libre.

Que este tiempo sea un reflejo de lo que es nuestra vida: gratitud por las promesas que fueron cumplidas cuando Dios nos dio el regalo de su Hijo; anticipación y preparación para la segunda venida de Cristo.

Dios no valora tanto la productividad como creemos que lo hace. Él valora mucho más las cualidades de carácter, los frutos del Espíritu, los que puedes ejercer acostado sobre tu espalda en la cama de un hospital.

Uno de tus prójimos, en este momento, es el pequeño ser humano creciendo dentro de ti. Amar a tu prójimo significa respetarlo como un ser que fue creado como nosotros, dejándole al Creador decidir cuándo tomar y cuándo dar vida.

Cualquier sufrimiento que soportemos en esta tierra vale la pena por Jesús.

Cuando conectamos nuestra identidad y nuestro valor a nuestras decisiones de crianza, revelamos una comprensión insuficiente de nuestra humanidad y una visión empobrecida del Evangelio.

La muerte de Cristo hace que valga la pena concebir nueva vida, que valga la pena cargar con nueva vida, que valga la pena traer nueva vida.

Estos son algunos ritmos que han sido una bendición para nuestro hogar (y ayudó a esta mamá a encontrar paz y descanso en medio de la maternidad diaria).

«Dios puede otorgarnos un disfrute real en nuestras amigas en cada etapa porque Él ha hecho algo maravilloso al hacerlas únicas, al llamarlas, al dotarlas y al dejarnos ser parte de sus vidas.

Lo que consideramos como lentitud o indiferencia de Dios en realidad es su paciencia hacia nosotros mientras Él obra redentoramente en nuestras vidas.

La conducta reverente es el desbordamiento de un corazón que vive en la presencia de Dios.

Cada día es una oportunidad para volverse al Padre del cielo en gratitud, que en Cristo ya ha creado un lugar acogedor y seguro para ti bajo el refugio de sus alas (Sal 91:1).

Tu suegra podría estar lejos de la persona ideal que imaginaste, pero es la mamá del hombre que amas y escogiste por sobre otros. Ella fue elegida por Dios para ser tu suegra.

El Evangelio es la buena noticia para el envejecimiento. A pesar de las velas que agregamos a nuestros pasteles de cumpleaños, seremos más hermosas a medida que crezcamos más como Cristo.