Imagina cómo el Evangelio podría desplegarse por el mundo que observa si las iglesias estuvieran llenas de mujeres con mentalidad bíblica que abrazan la autoridad ordenada por Dios como una bendición en lugar de una carga.

Sin la ley, la gracia es barata. Sin la gracia, la ley de Dios es aplastante. Alabado sea Dios por darnos ambas.

Traer a Cristo a toda interacción y a toda relación es la obra de hacer discípulos.

La obsesión con la imagen, sin importar cuán perjudicial sea para tu salud o bienestar, es una forma de orgullo y autoadoración.

Estas son siete oraciones que puedes hacer por las necesidades particulares que tiene tu esposo pastor.

El cristianismo no está en contra de las mujeres: ¡es el movimiento de mujeres más grande de toda la historia!

El propósito de la sumisión de una esposa a su marido siempre es exaltar a Cristo, la Cabeza.

Nuestro agotamiento y pobreza de espíritu pueden ser satisfechos con el mejor tipo de intercambio: nuestras cargas por su yugo. Ahí, volveremos a descubrir que su yugo es fácil y ligero y que en Él encontraremos descanso para nuestras almas.

Dios protege a las mujeres embarazadas de las artimañas del diablo, pues la armadura de Dios también viene en tallas para embarazadas.

Nunca serás feliz con tu aspecto mientras busques la aprobación del mundo en lugar de la de Dios.

Hasta que Dios no se convierta en tu tesoro, tu actitud hacia tu vestimenta y tu apariencia será controlada por fuerzas que no honran a Cristo.

Las mujeres reflejan el carácter de la ayuda poderosa de Dios a su pueblo cuando ellas apoyan y edifican la iglesia.

La ropa fue idea de Dios (Gn 3:21) y la modestia también.

En un mundo que es cada vez más individualista, el acto de invitar a otros a comer a nuestras mesas, desordenar nuestras casas y relajarnos en nuestros sofás ofrece el consuelo de la comunidad y crea un ambiente para mostrar misericordia.

No importa tu eclesiología o forma de gobierno hoy, los plantadores de iglesia necesitan mujeres solteras que estén tan comprometidas en servir a la iglesia que sean conocidas como hermanas y ayudantes que invierten los dones y talentos que han recibido para el beneficio del Evangelio.

Los reformadores lucharon tenazmente para asegurarse de que estas verdades fueran enseñadas y aceptadas en forma general. Podemos luchar junto a estos santos por estas cosas en nuestras conversaciones y prácticas diarias.Y podemos enseñarles a nuestros hijos a luchar por ello también.