Nadie tiene todo resuelto
Aunque la maternidad, como institución, ha existido por milenios, aún no conozco a una madre que realmente piense que ha llegado a dominarla. Todas tropezamos en el camino, cometiendo los mismos errores, en la búsqueda desesperada de consejos, soluciones y principios sólidos. Entonces, nuestras hijas se convierten en adolescentes y perdemos la esperanza de alguna vez triunfar como madres, para qué hablar de transmitir el lenguaje de la femineidad bíblica.
Sin embargo, si solo nos valemos de la Santa Escritura, encontraremos la sabiduría y la dirección que buscamos con tanta desesperación. No debemos descuidar la Palabra de Dios mientras buscamos el oro de los necios en los consejos mundanos.
Amor tierno
En Tito 2, encontramos una perla auténtica de sabiduría para la maternidad, que nos dice: «[…] amen a sus hijos […]» (v. 4) con ternura. Pues bien, sé que amas a tu hija, que morirías por ella, y a veces sientes que ya lo has hecho, una y otra vez. Soportaste el parto y el alumbramiento o los innumerables obstáculos del proceso de adopción, solo para despertar un sinfín de veces cada noche para alimentar a tu pequeñita. Cambiaste sus pañales, le enseñaste a ir al baño y a vestirse, la ayudaste con las tareas de la escuela, le preparaste tres comidas al día, lavaste y planchaste su ropa y condujiste tantas horas, llevando niños de aquí para allá, que tu auto parece más tu hogar que tu propia casa. Eres mamá y las madres somos buenas para amar sacrificialmente. Es un aspecto esencial de la maternidad; sin embargo, el amor del cual nos habla Tito 2 es un amor tierno. Es cálido, afectuoso y cariñoso. Habla de disfrute y de deleite en la relación con nuestras hijas.
Una simple prueba de la eficacia del amor tierno requiere solo un momento de introspección. ¿Acaso no respondemos todas mejor a una persona a la que le interesamos y manifiesta afecto que a alguien que trata de forzarnos o manipularnos para cumplir sus deseos? Nuestras hijas no son diferentes. La disciplina, la corrección y la formación son ineficaces e incluso perjudiciales cuando el amor tierno no está presente. No obstante, estas mismas herramientas son mucho mejor recibidas si vienen junto a una mano amorosa y suave. El lema bíblico que dice que debemos tratar a otros como quisiéramos que nos trataran, definitivamente se aplica aquí.
¿No fue acaso un amor tierno el que el Salvador nos mostró cuando nos concedió su salvación? Él nos guía con «[…] cuerdas de ternura […]» (Os 11:4, NVI), y «no nos ha tratado según nuestros pecados […]» (Sal 103:10). Por lo tanto, la razón más importante para amar tiernamente a nuestras hijas es porque así les mostramos el amor de Cristo.
Existe un sinnúmero de formas en que podemos expresar nuestro amor tierno específica, constante, creativa y sinceramente. Las siguientes son solo seis sugerencias prácticas:
1. Ora
Las oraciones de una madre piadosa «[…] puede[n] lograr mucho» (Stg 5:16), así que, ¿quién mejor que nosotras para orar por nuestras hijas? Nadie las conoce de la forma en que nosotras las conocemos. Nadie está más familiarizada con las tentaciones y las presiones únicas que ellas enfrentan cada día. Nadie puede orar mejor por ellas con una comprensión más fina o una compasión más grande.
Debemos comprometernos a amar a nuestras hijas al orar por ellas fielmente. Es más, debemos contarles que lo estamos haciendo. Como una vez dijo Charles Spurgeon: «nadie puede hacerme un favor más grande en este mundo que orar por mí».
2. Interésate
Haz que sea tu objetivo descubrir los pasatiempos y las actividades de esparcimiento de tu hija. Conversa con ella al respecto y aprende a compartir su entusiasmo. Incluso podrías dar un paso más y participar con ella en sus actividades favoritas.
Por ejemplo, a mi hija Kristin le apasiona el arte de la cocina. Así que planifiqué que tomáramos algunas clases de gastronomía que ofrecía el municipio. Esto nos entregó una experiencia significativa para que pudiéramos compartir y fue una manera tangible de expresar mi amor tierno por Kristin. Interesarse no requiere gastos, pero sí requiere tener un corazón amoroso y lleno de entusiasmo por las cosas que tu hija disfruta.
3. Escucha atentamente
Oídos atentos implican un entusiasmo por escuchar todo lo que tenga que ver con los pensamientos, los sentimientos y las vivencias de nuestras hijas. Es más que solo mantener nuestra boca cerrada. Escuchar significa hacer contacto visual completo y no tener una mirada perdida. No debemos interrumpir, bostezar o responder apresuradamente.
Cuando escuchamos cuidadosamente, animamos a nuestras hijas a abrir sus corazones y a compartir sus pensamientos más íntimos. Por lo tanto, ¡que nuestras hijas sepan que queremos escuchar todo!
4. Anima, anima, anima
Los Proverbios nos dan suficiente prueba de que las palabras de aliento refrescan el alma de nuestras hijas: «Panal de miel son las palabras agradables, dulces al alma y salud para los huesos» (16:24); «[…] la buena palabra lo [o la (a tu hija)] alegra» (12:25); ); «La lengua apacible es árbol de vida […]» (15:4). Preguntémonos: ¿las palabras que nuestras hijas escuchan de nosotras son de condenación y de corrección o positivas y edificantes? ¿Nuestras palabras les dan vida y las alegran? Si bien la corrección es necesaria en ocasiones, nuestras hijas deben ser las constantes receptoras de nuestro ánimo.
Este incentivo puede entregarse de muchas maneras y por muchas razones. Podemos escribirles una nota, enviarles un correo electrónico, animarlas frente a alguien más o simplemente decirles que las amamos. Podemos resaltar las cualidades de su personalidad y sus talentos únicos que apreciamos. Podemos hacer notar las formas en las que han crecido en su pasión por Dios o en una de las virtudes de la femineidad bíblica; podemos recordarles cómo Dios las ha ayudado en momentos de dificultad. Todo esto es ejemplo de lo que mi esposo denomina evidencias de la gracia de Dios (maneras en las que Dios actúa en la vida de nuestras hijas). No debemos dejar pasar un solo día sin comunicar estos alentadores pensamientos con ellas.
5. Expresa afecto
Debemos colmar de afecto a nuestras hijas desde el momento en que se despiertan hasta que se van a dormir. Podemos hacerlo verbalmente al simplemente decir te amo muchas veces al día. Asimismo, podemos expresar afecto físico por medio de abrazos y besos.
En medio de la corrección, debemos reafirmarles nuestro amor, recordándoles que las disciplinamos porque las amamos. No queremos que nunca nuestras hijas duden por un solo momento de nuestro amor.
6. Construye recuerdos
Una de mis maneras favoritas de expresar amor tierno a mis hijas era organizar paseos especiales y buscar formas únicas de crear recuerdos. Hoy tenemos toda una colección de recuerdos que a menudo volvemos a recordar con cariño y risas.
Tanto las actividades planificadas como los momentos espontáneos pueden ser recuerdos potenciales si aplicamos un poco de creatividad. No olvides sorprenderla una o dos veces. ¡Todos aman las sorpresas!
Siembra el Evangelio
Estas ideas son solo una muestra de las innumerables formas en las que podemos expresar amor tierno. Por último, nuestro amor hará que nuestra amistad y nuestro hogar sean un puerto seguro para nuestras hijas. Seamos el tipo de madres amorosas y cariñosas con las que nuestras hijas quieren pasar tiempo.
El amor tierno esparce abundantemente las semillas del Evangelio en las vidas de nuestras hijas. Podemos confiar en que Dios hará que esas semillas se arraiguen y crezcan en un amor maduro por Él.
Esta publicación es una adaptación del libro Girl Talk: Mother-Daughter Conversations on Biblical Womanhood [Conversación de mujeres: conversaciones entre madre e hija sobre la femineidad bíblica] escrito por Carolyn Mahaney y Nicole Mahaney Whitacre.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.


Carolyn Mahaney

