Como padres, debemos dar lo mejor de nosotros para proteger a nuestros hijos de la influencia de los mensajes falsos y destructivos que nuestra cultura envía sobre la belleza. Pero ¿cómo debemos hacerlo? A continuación les presentaré algunas sugerencias.
Cuidemos sus héroes
Los niños coleccionan héroes: las personas o los personajes en los que ellos quieren convertirse. Esto significa que, como padres, debemos vigilar y supervisar sabiamente los afectos de nuestros hijos. ¿Cuáles son los héroes de nuestros hijos? ¿A quiénes admiran y tratan de imitar? A menudo, los primeros héroes de nuestros hijos son los personajes que ven en la televisión o los juguetes con los que juegan. A medida que crecen, pueden mirar a atletas, a actores o a músicos. Estas personalidades pueden moldear muy profundamente el desarrollo de los deseos y creencias de nuestros hijos.
Cuando nuestros hijos se identifican con estos «héroes» —queriendo vestirse como ellos, hablar como ellos o ser como ellos—, absorben los mensajes que estos entregan sobre la belleza. Tengan en consideración: ¿qué nos dicen la televisión, la música y los juguetes que permites en tu hogar sobre la belleza de Dios y la belleza interna que Él demanda? ¿Los personajes del programa de televisión favorito de tus hijos alardean de su vanidad y falta de modestia? ¿Los juguetes con que juegan promueven una perspectiva impía de la belleza física? Como padres, ayudemos sabiamente a nuestros hijos a elegir a sus héroes.
Cuidemos su infancia
Los niños son hermosos, en gran parte, porque aún no lo saben. Por ejemplo, una niña pequeña está fascinada con el mundo y no trata de atraer la atención de otros con su apariencia. Esta falta de autoconciencia es un don de Dios y está diseñada para ser disfrutada. Sin embargo, a veces, como padres, interrumpimos prematuramente su feliz ignorancia al fijarnos excesivamente en su apariencia.
Busquemos proteger la infancia de nuestras hijas en vez de seguir la tendencia cultural de apresurar prematuramente a las chicas jóvenes a convertirse en mujeres antes de tiempo. Procura discernir las tentaciones de tu hija a la vanidad y el egocentrismo. Intencionadamente limita el tiempo, el dinero y las conversaciones que tienes con ella (o que le permites tener) sobre su apariencia. Si es necesario, considera retrasar el uso de ciertos accesorios que realcen su belleza, tales como joyas o cosméticos. Llévalas a centrar su atención en Dios y en los demás. Practica desde el comienzo la forma en que quieres que actúen en lo sucesivo.
Cuidemos sus amistades
Los amigos verdaderos nos enseñan a amar la verdadera belleza. Y a la inversa, los amigos superficiales y egocéntricos pueden estimular aquellas tendencias pecaminosas que ya están obrando en nuestros corazones. Una madre sabia vigilará cuidadosamente las amistades de su hija. Tengan en consideración: ¿de qué hablan más sus hijas y sus amigos cuando están juntos? ¿Cuáles son sus pasatiempos y actividades favoritas? ¿El tiempo con sus amigas hace que se obsesione más consigo misma, con la última moda, con ser físicamente hermosa? Ayudemos a nuestras hijas a elegir sus amigos de forma sabia y a convertirse en el tipo de amiga que influye para que otros sirvan y obedezcan a Dios. Esto puede implicar limitar el tiempo que dos niñas pasan juntas o tomar un rol más proactivo en elegir sus actividades cuando estén juntas.
Como madres, deberíamos buscar crear entre nuestras hijas y sus amigas una cultura de amistad que promueva y cultive la belleza verdadera. Las amistades basadas en la confianza en Dios y en hacer buenas obras ayudarán a nuestras hijas a crecer para ser realmente hermosas.