Alguien nos escribió preguntando:
¿Qué le recomendarían a una joven que busca a una mujer mayor para que la aconseje? Mi relación con mi madre es terrible, y siento que he pasado toda mi vida anhelando encontrar una mujer mayor que esté a mi lado y sea mi mentora.
Esta mujer hace eco del clamor de incontables mujeres jóvenes a través de los años, y oro para que alcance los oídos de muchas mujeres mayores piadosas en nuestras iglesias.
Si eres una de aquellas jóvenes que necesitan desesperadamente una madre espiritual, ¿qué puedes hacer? ¿Qué pasa si no conoces ninguna mujer mayor piadosa? ¿Qué pasa si ninguna parece tener el tiempo ni las ganas de ser tu mentora? Aquí hay algunas sugerencias:
1. Ora y Confía.
Pídele a Dios que cumpla este deseo de tu corazón. Después de todo, ¡fue Él quien lo puso allí! Considerando el orgullo que queda en nuestros corazones, nuestro desesperado anhelo de sabiduría, discipulado y exhortación sólo puede ser fruto del Espíritu Santo que actúa en nuestro ser. Dios, además, promete cumplir todos nuestros deseos de sabiduría y rectitud (Stg 1:5; Mt 5:6). Él proveerá generosamente.
2. Aprende un poco de muchas mujeres mayores.
Sería maravilloso tener una mentora designada, pero no siempre hay suficientes mujeres mayores piadosas a las cuales acercarse. ¡Haz, entonces, que todas las mujeres mayores que conozcas sean tus mentoras! Observa sus fortalezas y pregúntale a cada una si estaría dispuesta a aconsejarte al menos una vez en un área. Comparte un café con la guerrera de oración para que te enseñe cómo ora. A la mujer organizada pídele que venga a tu casa una tarde y te aconseje. Ve si la niñera experimentada o la madre de los escolares disciplinados puede acompañarte al parque junto a tu hijito revoltoso y aconsejarte. Pregúntale a la que tiene un matrimonio sólido si ella y su marido podrían pasar una velada contigo y tu novio. Crea tu propio curso de discipulado personalizado recurriendo al carácter y la experiencia de muchas mujeres. ¡Imagina la cantidad de sabiduría que podrías acumular en un breve tiempo!
3. No desperdicies la compañía de una mujer mayor.
En otras palabras, no desprecies ni dejes pasar la menor oportunidad de aprender de una mujer mayor piadosa. Quizás te sientes junto a ella para cenar en la casa de una amiga, o te la encuentres en el pasillo de la iglesia. Podrías aprender verdades que cambiarán tu vida estando sólo cinco minutos con una mujer piadosa, así que ven preparada. Ten una lista de preguntas, y cuando tengas la oportunidad, pídele un consejo o una palabra de aliento. También puedes mandarle un correo electrónico, o usar las redes sociales. Pregúntale, por ejemplo, qué parte de la Biblia está estudiando en sus devocionales, o cómo manejaría una situación que tú estás atravesando con tus hijos. Tal como los paparazzi persiguen a las estrellas de cine, deberíamos perseguir a las mujeres mayores de nuestras iglesias para que nos aconsejen.
4. Compra de segunda mano.
Si no puedes aprender directamente, hazlo en forma indirecta. Pregúntale a una adolescente piadosa qué es lo que valora de su madre. A tu amiga que tiene una mentora piadosa pídele que comparta lo que ha aprendido de ella sobre el andar con Dios en medio del sufrimiento. Pídele consejos de crianza a una mamá que esté siendo aconsejada por una mujer mayor. A cualquier mujer joven que tenga acceso a una mayor, pregúntale: ¿Qué has aprendido de ella? ¿Qué haría esa persona en esta situación? Tal como en el campo quedan gavillas después de la cosecha, hay mucha sabiduría que se puede adquirir de segunda mano.
5. Sé un ratón de biblioteca.
Aun si hay una escasez de mujeres mayores en tu iglesia, vivimos en una época en que existe un acceso nunca antes visto a la palabra escrita, y por medio de ella, a algunas de las más grandes «mujeres mayores» de todos los tiempos. Todas podemos aprender de Susannah Spurgeon, Sarah Edwards, Elisabeth Elliot o Nancy Wilson. Y podemos volver a los libros una y otra vez en busca de consejos sabios sobre la femineidad piadosa.
6. Ven a aprender.
Muéstrale a una mujer mayor que valoras su tiempo y su sabiduría piadosa haciéndole preguntas genuinas, bien pensadas y abiertas. Acércate a ella con ansias de aprender y ser instruida; permite que te corrija y no sólo que te valide. Será útil que planifiques tus preguntas con anticipación, y evites las que, sin ser realmente preguntas, pudiesen impedir que la mujer mayor comparta su perspectiva con comodidad. Recuerda que las mujeres mayores tienen un llamado único a mostrarnos cómo ser piadosas. Hagámosles fácil la tarea.
7. Conviértete en una mujer mayor.
Toma lo que aprendas de las mujeres mayores piadosas y aplícalo. Sé fiel en las cosas pequeñas hoy. Siéntate a los pies del Salvador y sirve a los demás en el lugar humilde en el que Dios te ha llamado a estar. Siembra ahora para que más tarde puedas cosechar. Si guardas en tu corazón los consejos y la sabiduría bíblica de mujeres que temen al Señor, y aplicas lo que te han enseñado, te convertirás en una mujer de carácter probado y estilo de vida fructífero. Y, si Dios quiere, un día no lejano habrá una joven que no necesitará buscar lejos a su mentora, porque tú serás su madre o la madre espiritual que estará justo a su lado en todo momento. Que Dios levante una generación de mujeres piadosas que enseñen «todo lo bueno» a las más jóvenes (Tito 2:3).