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Después de la segunda cirugía de mi esposa en una misma semana, recordé nuevamente que aún las cirugías exitosas involucran dolor, complicaciones y altos niveles de malestar. No podía hacer nada útil a excepción de estar presente para ella. Al final, ni siquiera pude hacer eso, ya que las horas de visita del hospital se acaban. Mi mente y mi cuaderno estaban llenos de detalles sobre medicamentos y terapias. La habitación que arrendamos por Airbnb era cómoda, pero no era nuestro hogar. El sueño y el descanso eran pocos y yo estaba fuera de mis rutinas normales.

Todos los elementos (y las excusas) se juntaron para que la ansiedad, la amargura y el temor tomaran el control. Lo más peligroso fue que no me di cuenta de cuán vulnerable estaba yo, por lo que no me orientaba activamente a mi más grande fuente de fortaleza: Dios y su Palabra. Mis pensamientos y sentimientos silenciosamente comenzaron su asalto combinado a mi esperanza. Mi corazón ya se estaba quejando.

El primer regalo

Tomé mi teléfono mientras iba a tomar desayuno, con la intención de revisar mis notas antes de ir al hospital. Y Dios me ayudó.

En primer lugar, la aplicación de devocional en mi teléfono llamó mi atención. Lo pinché. Esta era la oración de introducción: «supón que estás totalmente paralizado y no puedes hacer nada por ti mismo más que hablar».

Mi esposa no estaba tan mal cuando la dejé la noche anterior, pero estuvo a punto de estarlo. El devocional de esa mañana, basado en Juan 15:5, me recordó que aquello que mi esposa y yo necesitábamos más y que simultáneamente glorificaría más a Dios, era orar.

La oración es admitir abiertamente que sin Cristo no podemos hacer nada; es alejarnos de nosotros mismos para ir a Dios en confianza de que Él proveerá la ayuda que necesitamos.

Consuelo y valentía

Luego, recibí el primer texto del día, muy temprano, de un amigo piadoso que estaba orando por mi esposa. Después, el siguiente texto vino de un amigo que estaba orando por mí. Después el siguiente y el siguiente. Nos bañaron en oración de todas partes del país.

Un poco más tarde, abrí mi aplicación de la Biblia y Dios me dio el Salmo 71:1-3:

En ti, oh Señor, me refugio;
Jamás sea yo avergonzado.
Líbrame en tu justicia, y rescátame;
Inclina a mí tu oído, y sálvame.
Sé para mí una roca de refugio, a la cual pueda ir continuamente;
Tú has dado mandamiento para salvarme,
Porque Tú eres mi roca y mi fortaleza.

Mi corazón fue consolado como fortalecido en las promesas de Dios. Los tres conspiradores en mi contra: mi ansiedad pecaminosa, el temor del mundo de todo tipo de sufrimiento y los diseños de Satanás para que yo busque en cualquier otra parte menos en Dios, fueron vencidos, para ese momento.

Pregunta clave

He confiado en Dios como mi esperanza por más de dos décadas. Tengo más historias de las que puedo contar de su rescate y su paz ante el sufrimiento en mi familia. No obstante, la pregunta clave cada día no es si confié en Él antes, sino que: ¿confiaré en Él ahora? ¿Me aferraré a Él y a sus promesas en este momento?

La ayuda que Dios proveyó no fue cierto tipo de magia espiritual inusual. Fue la ayuda sobrenatural que a Él le complace dar por medio de sus medios normales:

  • Nuestra iglesia local nos ha ayudado a ver y a experimentar que la lectura de la Palabra de Dios no es un deber, sino que un deleite.
  • Estamos rodeados de creyentes que lloran con nosotros, se regocijan con nosotros y nos recuerdan las promesas seguras de Dios en su Palabra. Cuando les pedimos oración y ayuda, ellos oran y nos ayudan. 
  • Bajo el consejo de personas piadosas en las que confío, intencionalmente uso aplicaciones en mi teléfono que me apuntan a Él.

Prepárate para el problema hoy

David Mathis escribe sobre cómo las disciplinas espirituales sirven a nuestro gozo en Cristo. Él se enfoca en tres áreas principales: escuchar la voz de Dios (en su Palabra), hablar a su oído (en oración) y participar en su cuerpo (en la comunidad del pacto). Conscientemente, estaba descuidando esos medios esa mañana después de la cirugía de mi esposa, pero aun así Dios usó hábitos establecidos para ayudarme:

  • Mi aplicación devocional estaba disponible fácilmente, ofreciéndome una perspectiva bíblica útil y que producía gozo en sólo un par de cortos minutos. Me llevó a la Palabra de Dios y reorientó mis pensamientos.
  • Los textos vinieron de parte de mis amigos que nos aman y oran por nosotros regularmente, y nosotros por ellos. No había nada inusual sobre cómo o qué estaban orando por nosotros. Dios me recuerda sus promesas y la extraordinaria profundidad de su amor por nosotros regularmente por medio de estos amigos y especialmente cuando la marea sube en nuestra familia.
  • Había leído el Salmo 71 muchas veces a lo largo de los años. Las palabras son antiguas y familiares para mi alma, por lo que pudieron hablar con poder y relevancia frescos cuando las necesitaba en el hospital.

Dios tiene el propósito de que nos preparemos hoy para el día en que la ansiedad y el temor abrumen nuestro corazón. Perseguimos y aseguramos una mayor felicidad, incluso en las más grandes pruebas, con hábitos regulares de lectura bíblica, oración y tiempo en comunidad comprometida con otros.

En los momentos extraordinarios de tu vida, cuando las circunstancias y el sufrimiento te distraigan de esos hábitos, seguirán sirviéndote y recordándote que Dios está por ti en Cristo, para tu consuelo y para su gran gloria.

Publicado originalmente en Desiring God. Usado con permiso.
Photo of John Knight
John Knight
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John Knight

John Knight (@johnpknight) es encargado de donaciones en Desiring God. Está casado con Dianne, y juntos crian a cuatro hijos: Paul, Hannah, Daniel y Johnny. Paul convive con múltiples discapacidades entre las que se incluyen ceguera, autismo, deterioro cognitivo y un trastorno convulsivo. John escribe sobre discapacidad, la Biblia y la iglesia en The Works of God.
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