Estaba disfrutando de una conversación amistosa con viejos amigos después de la iglesia cuando mi hija adolescente me susurró al oído: «papá, algo le pasa».
Di una mirada rápida a mi hijo para confirmar la evaluación que mi hija había hecho de su hermano mayor que tiene discapacidad. La experiencia nos ha enseñado que sus vocalizaciones se harían más intensas y más fuertes. Necesitábamos irnos.
Sentí un gran suspiro acumulándose en mi pecho mientras otro momento agradable era interrumpido por el comportamiento de mi hijo provocado por su discapacidad. Era una nueva desilusión agregada a los 10.000 anteriores.
Esta es una parte importante de la historia sobre la discapacidad en las vidas de las familias. Frecuentemente, no son las «cosas grandes» las que están debilitando nuestra fuerza y esperanza, sino las constantes cosas pequeñas que van desgastando los cimientos de nuestras vidas.
Puedes ayudar
¡Aquí es donde la iglesia puede tener un impacto profundo en una familia! Prestar atención a las cosas pequeñas que están desgastando a una familia que está viviendo alguna discapacidad puede ayudar a mantener su cimiento y a reducir la necesidad de una intervención mayor en el futuro.
Pero ¿cómo? He estado en muchas conferencias, he leído docenas de libros, he revisado cientos de publicaciones en blogs y casi miles de artículos. Por muy simplista que suene, el mejor consejo se reduce a tres cosas: confiar en Dios, conocer a la familia, luego actuar.
1. Confiar en Dios
Confiar en Dios es, por lejos, el más importante de los tres. Si
- verdaderamente no hay condenación y somos libres (Ro 8:1-2),
- con el conocimiento completo de que todas las cosas obran para bien (Ro 8:28);
- en una relación con alguien que Dios ha creado íntimamente (Sal 139:13),
- aún con discapacidad (Éx 4:11),
- para su gloria (Jn 9:3);
- Él ha escogido a esa persona para el bien de su iglesia (1Co 1:27),
- incluso llamándolos centrales para sus propósitos (1Co 12:22),
entonces, puedes confiar en que Dios puede equiparte para servir a las familias que viven alguna discapacidad.
Con base en ese conocimiento seguro, conocer a una familia que es diferente debido a la discapacidad no es tan aterrador. Su Dios es nuestro Dios y Él es bueno, y completamente confiable.
2. Conoce a la familia
Conocer a alguien también da una idea de cómo se puede ser útil en la vida de esa familia. Los libros y las publicaciones de blog con listas de ideas sobre servir a familias comienza, entonces, a tomar una forma más específica. Además, la persona con discapacidad se convierte en una persona real que es interesante, talentosa y quizás incluso alguien divertido con quien compartir.
Este es el primer gran paso para comunicar a esta familia lo que realmente crees sobre la soberanía de Dios en la discapacidad. Aquí es donde se expresa tu teología (tu confianza en Dios). Si sabes que una familia está viviendo alguna discapacidad, acércate, preséntate y conócelos.
3. Actúa
Luego la acción se convierte en una expresión de confianza en Dios formada por el conocimiento sobre la familia. La acción siempre implica cierto riesgo, quizás la familia no quiere lo que estás ofreciendo. Sin embargo, la acción realizada con un espíritu de afecto y respeto generalmente es bien recibida incluso si se ejecuta de manera imperfecta. Cuando tu ayuda es rechazada con dureza —y podría ocurrir—, entonces, confiar en Dios es incluso más importante. Ser fiel al llamado de Dios es más importante que el resultado que obtienes.
Sé proactivo. Muchas familias, por necesidad, deben enfocar su atención en los asuntos más grandes y no responderán a la pregunta de «¿qué puedo hacer por ti?». Si agregas a su lista cosas que hacer, como enviar mensajes o correos cuando necesitan algo, no lo van a hacer.
Esto significa que tienes que tomar la iniciativa, después de considerarla en oración. El impulso a ayudar es probablemente uno bueno, pero orar por sabiduría aún es necesario. Luego, actuar en fe, confiando en que Dios está en ello, dejándoselo a Él, demuestra que Dios es realmente grande para ti. Este acercamiento desconcertará incluso a la persona más dura (como era yo) por tu insistente deseo de amarlos.
Aquello que es más seguro
En este mundo roto, las desilusiones se acumulan rápidamente. La discapacidad se siente cruel. No obstante, terminará un día, absorbida por las promesas finales de Dios de hacer nuevas todas las cosas para su gloria y nuestro gozo eterno.
Hasta ese día, la gracia y la fortaleza que prometió son más seguras que el sol que saldrá mañana. Y quizás eres la persona, actuando en fe, que le recordará a una familia como la mía sobre la supremacía de Dios sobre todas las cosas (incluso la discapacidad) para el gozo de todos los pueblos por medio de Jesucristo.