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Título original en inglés: “Why We Give in to Temptation”
¿Por qué cedemos a la tentación? Esta pregunta a menudo surge en el contexto de la consejería debido a las repetitivas luchas como el consumo de pornografía, la masturbación, el abuso de sustancias y el comer en exceso. Existen muchas maneras bíblicas de responder esta pregunta, pero quiero enfocarme solo en una: cedemos ante la tentación porque nos cansamos de dar la batalla. Se siente demasiado difícil seguir luchando contra nuestra carne espiritual, emocional y físicamente. La perseverancia es incómoda, especialmente cuando ya has cedido a esa tentación tantas veces. Parece tener más poder sobre ti de lo que tú tienes para dar la pelea. Es tan fácil ceder y seguir adelante en lugar de continuar resistiendo. Solo pensar en otro día, incluso otra hora, de lucha con ese deseo insistente y persistente es demasiado con lo que lidiar. Existe un alivio paradójico en sucumbir (aunque a menudo con culpa, vergüenza y otras consecuencias). La pizarra espiritual se borra; el reloj puede ser reiniciado como un nuevo comienzo o una nueva resolución. A menudo, al menos, esta es nuestra experiencia; en concreto, el escape de la tentación es ceder a la tentación en un momento en particular. Sin embargo, ¿qué ánimo nos da Dios en la agonía de la batalla? Cuando estamos a punto de rendirnos a la mentira satánica de «resistir es inútil», ¿qué ayuda ofrece nuestro misericordioso Padre?
Él ofrece ayuda a los guerreros débiles en el libro de Hebreos. El escritor no está enfocado en el patrón de pecado particular que mencioné anteriormente, pero el mensaje sí nos ayuda a orientarnos en medio de nuestras tentaciones particulares, especialmente cuando estamos listos para tirar la toalla. Los académicos creen que Hebreos probablemente está dirigido a los judíos cristianos que eran perseguidos por ser seguidores de Jesús. Ellos fueron tentados a rendirse, a volver a las prácticas judías y a los rituales para guardar la ley a fin de experimentar alivio en la persecución. A lo largo del libro, el escritor pone frente a ellos la gloria y la superioridad del nuevo pacto en Jesucristo. Él los exhorta a no volver al orden antiguo de las cosas, sino a perseverar en fe. En el capítulo 11, el escritor resalta al pueblo de Dios, nombrados y no nombrados, que fielmente perseveraron, mientras aún esperaban lo que fue prometido por medio de Jesús. Tomemos el escrito en Hebreos 12:
Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. Consideren, pues, a Aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra Él mismo, para que no se cansen ni se desanimen en su corazón. Porque todavía, en su lucha contra el pecado, ustedes no han resistido hasta el punto de derramar sangre (vv. 1-4).
Hay muchas cosas útiles que notar aquí a medida que aplicamos esta perspectiva de la perseverancia en nuestras propias tentaciones.
- Las palabras como «paciencia», «soportó» y «resistido» son usadas cuatro veces en cuatro versículos. Esto debe animar nuestros oídos; el escritor está hablándole a personas como nosotros que son tentadas a rendirse. Él le está hablando a nuestro cansancio. ¿Nos estamos esforzando por escuchar la voz de Dios en medio del alboroto de la batalla? ¿Estamos clamando a Él por ayuda?
- El llamado a soportar no se trata solo de apretar los dientes ni es una exhortación motivada por el miedo. El llamado a soportar está ligado a la persona de Jesucristo. Miramos a Aquel que es fundador y perfeccionador de nuestra fe; debemos considerarlo a Él. Implícito en lo que dice el autor, está el hecho de que seguimos los pasos de Jesucristo mismo. Estamos unidos a Él, quien sufrió enormemente mientras vivió en la tierra. Él sabe cuán difícil es soportar y está contigo mientras luchas. No estás solo.
- El gozo que le esperaba motivó a Jesús y sirve como motivación para nosotros también. ¿Cuál fue ese gozo para Jesús? La resurrección prometida y su exaltación. Esa esperanza lo ayudó a permanecer en su rumbo. ¿Cuál es el gozo puesto ante nosotros a medida que resistimos la tentación? La calidez de la comunión preservada con Dios y los más cercanos a nosotros. El gozo de llegar a ser solo un poco más como Jesús. La satisfacción de experimentar la gracia y la misericordia de Jesús como suficiente para hoy; la dulzura de una conciencia tranquila; y el fortalecimiento de nuestros músculos espirituales (mientras más ejerzamos sistemáticamente el dominio propio, más fuerte será nuestra resolución de tomar decisiones).
- Resistir la tentación podría sentirse como muerte, pero en realidad no estamos derramando sangre en el proceso como lo hizo Jesús. Esta declaración podría traer mínimo consuelo en medio de los pensamientos, las emociones y las presiones de la carne que gritan pidiendo alivio. «Grandioso. Entonces, ¿estás diciendo: puede ser peor; al menos no estás muriendo de verdad como Jesus, así que sigue luchando?». Bien, no exactamente. De nuevo, el autor ata nuestra experiencia a la de Jesús. El sufrimiento que Él experimentó en la tentación fue mayor de la que nosotros alguna vez experimentaremos. Satanás lo atacó con violentas pruebas que fueron diseñadas únicamente para Él. Por lo tanto, el punto aquí es que «por cuanto Él mismo fue tentado en el sufrimiento, es poderoso para socorrer a los que son tentados» (Heb 2:18).
Estas perspectivas nos motivan a volver a Jesús cuando somos tentados. Forman nuestras oraciones para pedir ayuda en nuestro tiempo de necesidad y nos animan para obedecerle a medida que la tentación aumenta. Nos obligan a buscar «la vía de escape» que Dios provee (1Co 10:13). Nos ayudan a «fortale[cer] las manos débiles» y «las rodillas que flaquean» (Heb 12:12).
Quizás estás pensando: «tal vez, puedo decir “sí” a Jesús hoy, pero aún me siento desestabilizado y tenso. ¿Qué hay de mañana?». Nuevamente, mira a Jesús. Si te cansas o te agotas por la tentación de mañana, Él tiene gracia y misericordia frescas para ti para ese momento también. Tengo un amigo en Alcohólicos Anónimos que le dice a aquellos que se sienten tentados a beber: «puedes beber mañana, pero no bebas hoy». Por supuesto, mi amigo no estaba diciendo que de verdad esté bien beber mañana. En realidad, él decía: enfrenta las tentaciones de mañana cuando venga el mañana y no antes. Anticipar la dificultad del mañana e imaginarte incapaz de resistirla baja tu umbral para ceder hoy.
Sin duda, habrá momentos, incluso con una resolución meditada en el Evangelio para soportar la tentación, en que tú y yo fracasaremos. Sin embargo, cuando eso ocurra, Jesús nos dice ven y encuentra el perdón por los pecados y renueva tu fuerza para las horas y los días que vienen por delante. Su perseverancia por nosotros nos acompañará a casa seguros (1Co 1:8-9).
Este artículo fue traducido íntegramente con el permiso de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) por María José Ojeda, Acceso Directo, Santiago, Chile. La traducción es responsabilidad exclusiva del traductor.
Esta traducción tiene concedido el Copyright © (3 de junio, 2021) de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). El artículo original titulado “Why We Give in to Temptation” Copyright © 2020 fue traducido por María José Ojeda, Traductora General, Acceso Directo. El contenido completo está protegido por los derechos de autor y no puede ser reproducido sin el permiso escrito otorgado por CCEF. Para más información sobre clases, materiales, conferencias, educación a distancia y otros servicios, por favor, visite www.ccef.org.

