No permitas que nadie menosprecie tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en […] fe […] (1 Timoteo 4:12).
Lo grandioso de ser un ejemplo es que no necesitas el permiso de nadie. Tienes el mandato de Dios. No tienes que hacer un presupuesto para esto. El dinero no tiene nada que ver con ello. Y no tienes que esperar. Puedes comenzar ahora mismo, mientras aún eres joven en el ministerio, antes de que te sientas maduro, venerable y digno.
Pastor, a continuación hay un regalo poderosamente inspirador que le puedes dar a tu iglesia: «sé ejemplo de los creyentes en fe». Y esa fe incluye tanto tu ortodoxia doctrinal como tu realidad personal.
Ortodoxia empapada de vitalidad
Es categóricamente emocionante asistir a una iglesia donde el pastor venera las antiquísimas verdades del Evangelio. A lo largo de toda la semana, este mundo nos menosprecia con sus insinuaciones desmoralizadoras de que nunca estamos a la altura, de que nunca seremos completamente parte y de que siempre somos de segunda categoría, porque no vestimos la última moda ni tenemos cuerpos hermosos o lo que sea. Pero luego tropezamos el domingo en la mañana, sintiéndonos deprimidos y las canciones, la Escritura, el sermón y los sacramentos infunden nueva vida en nosotros. Salimos flotando de la iglesia, sintiéndonos vivos nuevamente, confiados otra vez. ¡Queremos vivir para Cristo esa semana!
Esta renovación fluye en nosotros no porque el pastor haya seguido pasajeras ideas populares, sino porque su preparación cavó profundamente en la Biblia y él encontró ahí, una vez más, la gracia y la gloria de Jesús para los inmerecedores. La fe ortodoxa de un pastor establece un ejemplo para la manera en que todos nosotros podemos ser refrescados en Cristo una y otra vez, con nuestras Biblias y nuestros corazones abiertos de par en par.
Se pone aún mejor. Adicionalmente a su fe teológica, la realidad personal que experimenta un pastor con el Dios viviente —su consciencia interior de que Dios está realmente presente y realmente involucrado— esa fe visceral es un ejemplo vivificante para toda la iglesia, estableciendo una expectativa entusiasta domingo tras domingo. Pastor, si tu fe es ortodoxa pero hipotética, tu iglesia caerá como espiral en un letargo trágico o un orgullo rígido. Y será tu culpa, bajo tu custodia.
No obstante, si tu fe es tanto ortodoxa como vital, si el Cristo bíblico de nuestros credos históricos también es una realidad existencial para ti, tu iglesia despertará. Tu congregación crecerá en sensibilidad, vigilancia y expectativa al borde del abismo de la emoción. ¿Qué mayor regalo podrías darles?
Liderar en vulnerabilidad
Sin embargo, es un regalo costoso. La fe personal del pastor es honesta, al punto de la vulnerabilidad. Cualquier pastor con una fe con devoción profunda se encontrará a sí mismo libre para admitir defectos y debilidades, porque sabe y siente la todosuficiencia de Jesús. Y su transparencia enviará una señal a todos en la iglesia: «podemos ser reales aquí. Podemos poner nuestros problemas sobre la mesa en este sitio. Es un lugar seguro para las personas con fallas y temores. El Señor está aquí, y Él es suficiente para cada uno de nosotros».
Algunas personas podrían sentirse amenazadas por semejante inusual apertura. Pero la mayoría de las personas se sentirán aliviadas y felizmente se unirán. La fe personal del pastor establece un ejemplo para que los pecadores libres salgan de su escondite y encuentren sanidad en Jesús, por medio y según el Evangelio. Incluso experimentan esta renovación juntos, como amigos, que es la mejor manera. Así es cómo los servicios de la iglesia dejan de sentirse rutinarios y comienzan a sentirse revitalizados.
La ortodoxia teológica empapada de vitalidad personal: esta es la fe con la cual un pastor joven puede establecer un ejemplo inspirador para su congregación.
Tres cualidades de la fe ejemplar
Ahora, demos otro paso y démosle una pasada a esta fe ejemplar en Tito 2:2, que describe a los santos maduros como «sobrios, dignos, prudentes». Esas palabras describen lo que cada pastor joven aspira a convertirse, especialmente en su fe.
Sobrios
La fe sobria de un pastor joven pone lo primero en primer lugar: es alérgico a las modas pasajeras y aborrece el fanatismo. Tristemente, vivimos en una era de extremos, incluso entre cristianos. No obstante, la Biblia nos llama a la dirección opuesta: «la bondad de ustedes sea conocida de todos los hombres» (Fil 4:5) [énfasis del autor].
Algunas personas necesitan el extremismo loco. Sienten que su doctrina favorita carece de evidencia bíblica sólida. Por lo tanto, se ponen agresivos y políticos para compensar sus argumentos débiles. Y por naturaleza, el fanatismo nunca es satisfecho; nunca abandona. Es demasiado farisaico y demasiado inseguro para moderar sus afirmaciones. No obstante, la fe sobria tiene la madurez de saber dónde encaja cada doctrina dentro de la estructura total de la creencia ortodoxa. La fe ejemplar cultiva un sentido de proporción teológica. Y un pastor joven puede sobresalir de esa manera. (Mi hijo Garvin explica esta sabiduría en su excelente libro Escoge tus batallas).
Dignos
El ministerio pastoral está reservado para los adultos. Es para figuras paternas que pueden liderar bien a la familia de la iglesia. Y un pastor joven puede brillar con la dignidad ejemplar de su fe. Esta palabra «dignos» en Tito 2:2, se refiere a la seriedad de un adulto serio, uno que merece verdaderamente ser escuchado. Como escribió el apóstol: «cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niño» (1Co 13:11). Él abrazó la dignidad.
Pastor, no estás en el negocio del entretenimiento. Eres llamado a ser un hombre de Dios serio. No ostentoso ni duro, ¡por supuesto! Como Spurgeon sabiamente señaló:
Un hombre que tiene que hacer mucho con los hombres, debe amarlos y tratarlos como a miembros de su familia. Un individuo que no se halle en disposición de conducirse así, sería mejor que se metiera a empresario de pompas fúnebres y enterrara a los muertos, pues nunca podrá conseguir tener influencia en los vivos1.
¿Debes exudar calidez tierna hacia tu congregación? ¡Sí! Pero todo comportamiento que sea absurdo, vulgar o simplemente «tierno» es inmaduro, complaciente e indigno de un pastor. No estás ahí entre las personas finalmente para ser su sirviente, sino que en definitiva como el siervo del Señor en su medio. Tu fe teológica y la gloria del Evangelio, junto con tu fe personal y sentido de la presencia de Dios, te darán la gracia de la dignidad de un siervo maduro del Señor.
Prudentes
Esta palabra en el texto original es difícil de definir. Los grandes pensadores de la antigua Grecia la situaron alrededor de las ideas de moderación, equilibrio, buen juicio. El Nuevo Testamento reduce el sentido a la modestia personal y al comportamiento cuidadoso (1Ti 3:2; Tit 1:8; 2:5).
Qué lentes más fascinantes, entonces, hay que poner en la fe de un pastor. ¿Qué podemos aprender aquí? Este tipo de fe, tanto teológica como personal, no es impulsiva ni imprudente. No saca conclusiones precipitadas ni fuerza la evidencia ni se sube al carro de los ganadores. Este tipo de fe sopesa las alternativas minuciosamente, muestra buen juicio y discierne cuál es el mejor camino. Satisface las preguntas y las preocupaciones de la congregación. Su madurez es obviamente creíble.
Un pastor joven que piensa bien tiene una buena oportunidad de liderar a su congregación bien, porque ya se ha guiado a sí mismo en el camino de la disciplina estricta y la consideración cuidadosa. No debe recurrir a la manipulación. Su fe ejemplar es persuasiva.
Necesidad de fe inspiradora
Pastor, este mundo de incredulidad trágica necesita tu fe ejemplar. Y nosotros, los cristianos desanimados, necesitamos tu fe ejemplar. ¡Por favor, por favor, despiértanos con tu fe teológicamente robusta y personalmente cautivante en el Señor Jesús!
Para concluir, permíteme ser directo. Te necesitamos a ti, porque lo necesitamos a Él. Gracias por liderarnos al inspirarnos.