La oración de Jesús por la iglesia
Hacia el final de la vida de Jesús en la tierra, Él oró para que su pueblo permaneciera unido. Su oración fue profunda. Él dijo:
Pero no ruego sólo por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno. Como Tú, oh Padre, estás en mí y Yo en ti, que también ellos estén en Nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste.
La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como Nosotros somos uno: Yo en ellos, y Tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que Tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí.
¿Pueden existir palabras más sublimes? No obstante, sólo tienes que ser cristiano por poco tiempo antes de darte cuenta de que las iglesias sufren desunión y separaciones después de temporadas de paz así como los valles siguen a las colinas ondulantes. A menudo, puedes ver en la distancia cómo se acerca el espiral descendente. En este artículo, señalo diez maneras en las cuales puedes fracturar a la iglesia a la que perteneces. La mayoría de estas pueden ser provocadas por quien sea. Las últimas normalmente las provocan los líderes de la iglesia. Si cualquiera de ellas describe tus acciones o tu actitud, que Dios te dé la gracia de enmendar tus caminos por Cristo que desea que su pueblo esté verdaderamente unido.
1. Egocentrismo
Si te unes a una iglesia principalmente por lo que puedes obtener de otros, pronto estarás lleno de quejas por la «falta de amor» en la iglesia. Tus gruñidos se deben al fracaso de obtener de la iglesia lo que tú quieres. Como lo plantea Santiago: «¿de dónde vienen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No vienen de las pasiones que combaten en sus miembros? Ustedes codician y no tienen, por eso cometen homicidio. Son envidiosos y no pueden obtener, por eso combaten y hacen guerra […]» (Stg 4:1-2). La iglesia es un lugar para amar a otros y ser amados, para dar y para recibir.
2. Impaciencia con otros
Los cristianos vienen en diferentes formas y tamaños, por lo que la iglesia es muy parecida a la familia humana. Algunos son muy trabajadores, mientras que otros son perezosos. Algunos aprenden rápido, mientras que otros parecen no comprender nunca los conceptos más básicos de la vida. El proceso de santificación toma tiempo. Si fallas en darte cuenta de esto, comenzarás a impacientarte y a malhumorarte. Te quejarás por las personas con quienes se supone que debes mostrar paciencia. Es por eso que el apóstol Pablo dijo:
Yo, pues, prisionero del Señor, les ruego que ustedes vivan de una manera digna de la vocación con que han sido llamados. Que vivan con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándose unos a otros en amor, esforzándose por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Ef 4:1-3).
3. Importación de peleas externas
A veces tu propia iglesia puede ser pacífica, pero las iglesias que están al otro lado de la ciudad o de otro país podrían estar enfrascadas en una disputa sobre un tema ajeno a ti. No obstante, porque estás conectado con lo que está pasando allí por medio de amigos o familiares, comienzas a promover una postura en tu iglesia que otros no ven necesaria. Esto se ha convertido en algo común, especialmente desde que llegó Internet. En el proceso, haces una tormenta en un vaso de agua y eres visto como un alborotador que grita: «¡el lobo! ¡El lobo!», cuando no hay lobo.
4. Asuntos no resueltos
Otra manera en que se producen peleas es cuando vives con temas no resueltos. Piensas que al cambiarte de iglesia o al excluir algunas personas de tu iglesia has cerrado ese capítulo de tu vida, pero no es así. Ese rencor se transforma en una raíz de amargura que provoca que seas tóxico. Montículos de tierra se transforman en montañas por tu opinión. Las personas a tu alrededor fallan en comprender tus reacciones exageradas a temas de la iglesia. La Biblia advierte: «busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Cuídense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean contaminados» (Heb 12:14-15). Esta raíz de amargura normalmente se debe a problemas no resueltos. Aprende a resolver los problemas en lugar de enterrarlos y dejarlos podrirse. Pueden ser perjudiciales si es que no son mortales.
5. Chisme y difamación
Ten cuidado cuando cualquiera se te acerque y te diga: «¿escuchaste?». Nada hiere más a una iglesia que esto porque a menudo la persona que es sujeto de chisme o difamación es la última en enterarse de lo que se está diciendo. Para cuando se entere, el daño podría ser irreparable. Aquellos que se sienten heridos por eso puede que ya no confíen más en sus hermanos de la iglesia y tiendan a irse si los líderes de la iglesia no actúan para vindicarlos de los chismosos. Esto era lo que Pablo temía encontrar en Corinto cuando escribió: «porque temo que quizá cuando yo vaya, halle que no son lo que deseo, y yo sea hallado por ustedes que no soy lo que desean. Que quizá haya pleitos, celos, enojos, rivalidades, difamaciones, chismes, arrogancia, desórdenes» (2Co 12:20). ¡Evita el chisme como a las plagas!
6. Descontento con los líderes
El problema con el descontento hacia nuestros líderes es que tendemos a ser irrespetuosos con ellos. Esto se propaga fácilmente como la gangrena en la iglesia y podría llevar a la división porque esta actitud influencia a otros en la manera en que les responden a los líderes de la iglesia. ¿Recuerdas cómo en Números 12 Miriam y Aarón llegaron a estar descontentos con Moisés y comenzaron a despreciar su matrimonio? No pasó mucho tiempo antes de que cuestionaran su liderazgo y su rol profético. ¡Dios intervino para dominar la rebelión y casi le cuesta la vida a Miriam!
7. Pérdida de la centralidad del Evangelio
A menudo este es un problema de liderazgo. Es bastante fácil para el pastor de una iglesia continuar andando en su caballito de batalla doctrinal hasta que la iglesia pierda su centralidad en el Evangelio. Mientras que podría haber un lugar para esto cuando las doctrinas cardinales están bajo ataque, a menudo esto involucra doctrinas que cautivan al pastor porque su personalidad es atraída a esas doctrinas. Una vez que el Evangelio sea sacado de su lugar central, otras cosas entran. Encontrarás a la iglesia fragmentada por estilos de adoración, diferencias étnicas y culturales e incluso asuntos generacionales. Asegúrate, como pastor de la iglesia, de que tu iglesia esté centrada en el Evangelio.
8. Fracaso en diferenciar la verdad principal de la secundaria
Esto está estrechamente relacionado con lo anterior. En este caso, es cuando los líderes fallan en ver que hay algunas verdades que son esenciales (verdades del Evangelio), mientras que hay otras que son verdades denominacionales (definiciones de cómo delineamos los límites de la iglesia), y otras que son creencias personales porque la Biblia no es clara respecto a ellas. Ven a cualquiera que se desvíe de sus creencias como un hereje y no quieren relacionarse en lo absoluto con esa persona. Esto es especialmente doloroso cuando la persona que está siendo marginada es miembro de la iglesia. Otro miembro de la iglesia está en desacuerdo con las medidas disciplinarias y tiende a dejar la iglesia con la persona que ha sido excomulgada.
9. Una iglesia doctrinalmente indefinida
A menudo, ser los más indefinidos doctrinalmente suena como la mejor manera de hacer crecer una iglesia. La suposición es que de esa manera llegarás a ser una iglesia para la comunidad. Crecerás más rápido porque cualquier cristiano se sentirá en casa. Esto sigue hasta que alguien que es firme respecto a la visión doctrinal con la que el liderazgo de la iglesia no está de acuerdo se une a la iglesia. ¿Cómo podrá ser corregida esa persona cuando la iglesia no tiene definida su postura respecto a las verdades más importantes de la Biblia? Para cuando esta persona sea expulsada de la iglesia, probablemente, se llevará a los ingenuos con él.
10. Falta de disciplina en la iglesia
El razonamiento detrás de la iglesia indefinida a menudo es el mismo que subyace a la falta de disciplina en la iglesia. El pensamiento es que si lidias con el pecado terco en la iglesia, enredarás las cosas y ahuyentarás a las personas. De este modo, algunos líderes de la iglesia intentan esconder la basura bajo la alfombra. No obstante, el pecado terco sólo crece y, en el proceso, atrae al juicio de Dios. De hecho, como el apóstol Pablo dijo: «porque es necesario que entre ustedes haya bandos, a fin de que se manifiesten entre ustedes los que son aprobados» (1Co 11:19). ¡A veces la disciplina puede resultar en una resta bendecida!
Aun cuando te he dado diez maneras de fracturar una iglesia, hay muchas más. Esto es sólo una muestra. A menudo encontrarás que es una combinación de estas causas lo que finalmente conduce a la fragmentación. Para detener una posible división, necesitas hablar sobre la amenaza antes de que crezca la raíz de amargura. Lidia con ella rápidamente. Como el cáncer, debe tratarse apenas es descubierto porque cualquier demora sólo permite que el cáncer crezca. Como el apóstol Pablo le dijo a Tito: «al hombre que cause divisiones, después de la primera y segunda amonestación, recházalo, sabiendo que el tal es perverso y está pecando, habiéndose condenado a sí mismo» (Tit 3:10-11). Las divisiones son dolorosas. Son como un divorcio. Dejan trauma a su paso. Ocasionalmente, será una causa justa, pero a menudo la fragmentación es fruto del pecado que en su misma naturaleza es alborotadora. No seas la causa de semejante fractura.