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Se ha gastado demasiada tinta sobre los días ordinarios de la maternidad; días, que según muchos, están llenos de tareas repetitivas y sin sentido.

Aun cuando el trabajo de la maternidad, sin duda, requiere que realicemos muchas tareas repetitivas, me pregunto si las descripciones «sin sentido» y «ordinarias» son más una reflexión debido a nuestra falta de imaginación. Dios nos ha dado un sinfín de maneras en las que podemos involucrar nuestras mentes fructíferamente mientras maternamos. Lejos de ordinaria o sin sentido, la maternidad puede proveer tierra fértil para pensar, resolver problemas, expandir intereses, crecer en competencias y aprender del mundo de nuestro Padre. 

La vida de la mente de una madre es sagrada. Aquellas que viven según el Espíritu de Dios tienen mentes puestas en el Espíritu: mentes llenas de vida y de paz (Ro 8:5-6). Cuando la mente de una madre está puesta en el Espíritu, se transforma en un manantial de bendición (física y espiritualmente) para quienes la rodean.

La madre multitarea

Como muchos de los trabajos de la vida (no sólo los relacionados a la maternidad), podemos operar en piloto automático; es decir, a menudo realizamos tareas que hemos hecho antes; tareas que podemos hacer sin tener que pensar en ellas.

Por ejemplo, cuando aprendimos a conducir por primera vez, todos nuestros sentidos estaban en alerta máxima debido al intenso aprendizaje. Pero después de años de conducir, rara vez pensamos en señalizar para doblar o para estacionarnos, porque nuestro cerebro y cuerpo subconsciente saben qué hacer. Eso significa que mientras conducimos podemos conversar con alguien, cantar al compás de la música o escuchar un pódcast. Nuestras mentes pueden hacer algo más mientras conducimos.

El mismo concepto se aplica a aspectos de la maternidad. Cuando estamos lavando los platos o doblando la ropa o limpiando el baño, nuestras mentes ya han aprendido el trabajo, por lo que nuestras manos pueden seguir en piloto automático para terminar el trabajo mientras nuestras mentes conectan con otra cosa. De alguna manera, esto es como tener una clase de tutoría en la escuela donde podemos escoger qué hacer. Podemos escoger cómo conectar nuestras mentes mientras trabajamos en piloto automático.

Tus momentos de piloto automático

¿Cómo ocuparemos nuestras mentes durante esos momentos? Podemos ocuparla de muchas maneras no útiles: preocupándonos ansiosamente por el estado del mundo; contando los errores que otros han cometido contra nosotras; quejándonos internamente por todo lo que tenemos que hacer; reviviendo circunstancias difíciles y deseando respuestas diferentes. Asimismo, podríamos derrochar ese tiempo de «clase de tutoría» para la mente al ir hacia la frivolidad y la necedad por medio de un programa o música impía.

O podemos poner nuestras mentes en las cosas que nos enriquecen y nos hacen profundizar como mujeres de Dios. «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten» (Fil 4:8). Escuchar la Biblia en una aplicación de audio no es la única manera de obedecer este mandamiento, sino la más segura para que nuestras mentes sean formadas apropiadamente.

Escuchar pódcasts piadosos y llenos de sabiduría puede ser otra manera de conectar nuestras mentes fructíferamente mientras trabajamos para servir a nuestras familias. Desde obtener consejos sobre la vida cristiana práctica, profundizar en nuestra comprensión de la buena teología hasta aumentar nuestro conocimiento de la historia de la iglesia, los pódcasts pueden ayudarnos a crecer en nuestro amor por Dios y por su pueblo. Escuchar audiolibros que nos inspiran explícita (literatura cristiana de no ficción) o implícitamente (grandes historias) a la virtud también nos puede ayudar a mantener nuestras mentes en las cosas de arriba.

Algunos días, cuando estamos cansadas o agotadas, cultivar nuestras mentes podría significar dejar a un lado mirar, escuchar o simplemente mantener nuestras mentes más conscientes de Dios: de su bondad, su amor y su santidad, no necesariamente intentando aprender algo nuevo, sino que descansando nuestras mentes, saboreando lo que conocemos de Él y recibiendo su cuidado por nosotras.

Por último, la oración es una de las mejores formas de usar nuestras mentes (y nuestros momentos libres). Mientras nuestros brazos friegan pisos, cambian un pañal o sostienen a un bebé, esperamos que nuestras mentes regularmente se eleven en oración a nuestro Señor, que siempre está con nosotras. Podemos orar por medio de canciones o en silencio, pero una mente fija en Jesús en oración, dando a conocer nuestras peticiones a Dios con gratitud, es una mente que da buen fruto (Fil 4:6). 

¿Qué necesidades están a mi alrededor?

Nuestra vida mental no necesita ser explícitamente espiritual o teológica para ser fortalecida por el Espíritu y satisfacer las necesidades de quienes están a nuestro cuidado. El mismo Espíritu que revela las glorias de Dios en Cristo también creó la tierra y todo lo que hay en ella.

Una mente puesta en el Espíritu se deleitará para aprender los patrones y los misterios de la creación del Espíritu. Podría haber cientos de temas prácticos que quisieras darle a tu mente como una manera de disfrutar el mundo de Dios y bendecir a otros (desde hacer pan, jardinear, hacer muebles, reparar la casa, programar el computador, aprender un idioma extranjero, la cría de animales hasta la conserva de alimentos). Hay tanto conocimiento disponible para nosotros, ¡a menudo se siente abrumador saber por dónde comenzar!

Podemos comenzar preguntándonos: «¿cuáles son las necesidades que hay a mi alrededor? ¿Qué podría servir mejor a mi esposo, a mis hijos y a la familia de la iglesia? ¿En qué áreas tengo deficiencias?». Esas preguntas al menos pueden darnos un punto de partida para saber qué áreas podrían ser útiles seguir. Quizás necesitamos repasar nuestras habilidades culinarias. Tal vez nunca aprendimos cómo mantener una casa. A medida que crecemos en competencia, inevitablemente creceremos en el disfrute de nuestros deberes. Nadie disfruta hacer un trabajo precariamente, pero cuando tomamos tiempo para estar interesados en nuestro trabajo y aprendemos a hacerlo bien, nos deleitamos más en él.

Detrás de esas ideas, nuestros propios intereses dados por Dios son un buen lugar para explorar a medida que buscamos conectar fructíferamente nuestras mentes. Nunca sabremos cómo la satisfacción de nuestras necesidades prácticas y nuestras propias áreas de interés podrían fundirse de maneras sorprendentes. La fructificación de nuestras mentes tiene el propósito de extenderse a vidas y hogares fructíferos y productivos.

Aprendamos a enseñar y enseñemos a aprender

Los deberes de una madre no son todos repetitivos ni en piloto automático; los deberes cambian y se expanden. Las habilidades requeridas en una etapa son diferentes a las que se requieren en una etapa posterior. Mucho del tiempo de una madre se pasa involucrándose con sus hijos que crecen y cambian rápidamente. Pareciera que al minuto que aprendemos cómo criar a un hijo de una edad y etapa de la vida en particular, crece y cambia, y debemos adaptarnos y expandir nuestra maternidad a nuevos escenarios.

Quizás una de las tareas más importantes de una madre sea despertar la vida de las mentes de sus hijos y compartir la suya a fin de ayudar a darles forma y educarlos. Existen muchas palabras para esta tarea: educación, discipulado, formación, crianza. Una madre debe aprender a enseñar, pero también ella será enseñada a medida que enseña. Pablo continúa para decirle a los filipenses: «lo que también han aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practiquen, y el Dios de paz estará con ustedes» (Fil 4:9). Nosotras, las madres hemos «aprendido y recibido y oído y visto» de la misma Palabra de Dios. Queremos que nuestros hijos aprendan y reciban y oigan y vean las mismas maravillas que nosotras, por eso enseñamos.

Les enseñamos todo lo que está en nuestras mentes santificadas (todo el saber, la comprensión y la sabiduría; todas las historias bíblicas, los principios proverbiales, las profecías de antaño). Les enseñamos desde las palabras hasta las oraciones, las ideas y los argumentos. Los ayudamos a gatear, a pararse y a correr. Les enseñamos el Evangelio, pero también practicamos estas cosas. La vida fructífera de nuestras mentes debe manifestarse y practicarse. Y a medida que practicamos, nuestras debilidades serán expuestas y tendremos más oportunidades para continuar aprendiendo; continuar siendo conformadas a la imagen de Cristo.

Al final, la vida de la mente de una madre cristiana es sagrada, pero no es solitaria. Es un lugar donde el Espíritu de Cristo está presente con ella. Es un lugar donde la familia, los amigos y los hijos son bienvenidos, para compartir conocimiento, competencias, saberes, la vida y la paz dados por el Espíritu que son suyas en Cristo.

Publicado originalmente en Desiring God. Usado con permiso.
Photo of Abigail Dodds
Abigail Dodds
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Abigail Dodds

Abigail Dodds (MA, Bethlehem College & Seminary) está casada y es madre de cinco hijos. Es miembro de la iglesia Bethlehem Baptist Church en Minneapolis, donde su esposo, Tom, sirve como anciano de la iglesia. Además de cuidar su bullicioso hogar, escribe para desiringGod.org y ocasionalmente escribe en su blog personal, www.hopeandstay.com  
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