La pornografía no es nueva. Descubrimientos arqueológicos testifican que la fascinación por los retratos sexuales es casi tan antigua como la humanidad. No obstante, nuestra era presenta nuevos desafíos. Los avances tecnológicos junto a la corrosión moral están aumentando la accesibilidad y la normalización de la pornografía a un ritmo vertiginoso. Esto representa una tremenda amenaza (y oportunidad) para los padres. Estamos criando hijos en un mundo más pornográfico.
Hace aproximadamente 3 000 años, un padre le habló sabiamente a su hijo sobre los mismos peligros finales que nuestros hijos enfrentan hoy. La pornografía no era tan dominante; la que abundaba era la tentación sexual. Por lo tanto, Salomón dedicó un preciado tiempo para hablar con su hijo sobre los peligros y los deleites de la sexualidad. Estoy convencido de que su sabiduría aún puede aplicarse a nosotros hoy a medida que guiamos a nuestros hijos e hijas. Lo que sigue no es un plan de crianza extenso, sino que nueve principios para considerar mientras criamos en una era pornificada.
1. Cultiva la conversación
Te guste o no, el mundo está teniendo conversaciones sexualizadas con nuestros hijos. Como padres, nuestro objetivo no es ser como Adán, quien se quedó de brazos cruzados mientras la serpiente amenazaba a su familia (Gn 3:6). Al contrario, nos involucramos con nuestros hijos en conversaciones sobre todos los temas (incluyendo el sexo y la pornografía). A lo largo de los Proverbios, Salomón modela esta iniciativa. Justo al principio, dice: «oye, hijo mío, la instrucción de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre» (Pr 1:8). Salomón repite el llamado al menos 25 veces en el libro. Él sostiene una conversación constante con su hijo sobre todas las áreas de la vida.
Satanás quiere que te sientas incómodo hablando con tus hijos sobre temas íntimos. No permitas que te engañe. Los niños están diseñados para desear el cuidado y liderazgo de sus padres. Son agradecidos cuando sus padres se involucran amorosamente en conversaciones sobre las bendiciones y los peligros de la vida. Por lo tanto, los padres sabios establecen el tono en el hogar que fomenta y recompensa el diálogo continuo, honesto y abierto.
Mientras más tengas conversaciones normales con tus hijos sobre el sexo, más fácil será tener conversaciones serias. Conversa sobre el sexo como lo harías con otros temas significativos de la vida. Cuando te hagan preguntas, respóndeles honesta y apropiadamente. Esto alivia la incomodidad y crea una buena relación como preparación para las conversaciones serias que sabes que se avecinan. Salomón volvió al tema con sus hijos cuatro veces en los primeros siete capítulos de Proverbios. Esto sugiere que las conversaciones continuas son más naturales que una o dos grandes reuniones agendadas.
A medida que tus hijos crecen, el tono y el contenido también se desarrollará. Habla con los hijos más pequeños sobre apreciar la belleza, sobre la protección de las partes privadas, sobre el diseño de Dios para el sexo, y sobre cómo saber la diferencia entre buenas imágenes y malas imágenes. Presentarles estos temas de manera temprana pavimentará el camino para conversaciones más minuciosas en el futuro. Leer la Biblia de tapa a tapa como familia proporcionará muchas oportunidades para hablar sobre el sexo, la tentación y la ayuda de Dios para vencerla. Por sobre todo lo demás, recuerda que Dios es un buen Padre que ama dar sabiduría a sus hijos cuando se la pedimos (Lc 11:5-13). Salomón rogó por sabiduría para cuidar a aquellos que estaban bajo su liderazgo, y nosotros debemos hacer lo mismo (1R 3:9; Stg 1:5).
2. Fomenta la honestidad
Decir la verdad puede ser aterrador para los niños, especialmente cuando la verdad involucra pecado sexual y tentación. La vergüenza, el miedo y la incomodidad los tentarán a retraerse y a esconderse. Los padres sabios los guían tiernamente por caminos de verdad en cada área de la vida, incluyendo conversaciones sobre la pornografía.
Recientemente, una madre de nuestra iglesia compartió que un amigo de la escuela le mostró porno a su hijo. Ella estaba asustada y no sabía cómo responder. Aunque fue un momento triste, celebramos el hecho de que su hijo le contó el incidente a ella. Él no siempre dice la verdad, pero en ese momento, lo hizo. ¡Alabado sea Dios!
Regularmente, hazles preguntas a tus hijos que sean apropiadas para su edad sobre lo que están viendo en línea. Por ejemplo:
- ¿Alguno de tus amigos o familiares te han mostrado alguna vez fotos inapropiadas?
- ¿Alguna vez has visto accidentalmente fotos o leído historias inapropiadas?
- ¿Has buscado alguna cosa que sabes que está mal?
A medida que haces preguntas como estas, asegúrales que, pase lo que pase, siempre los amarás. Ellos podrían sentirse incómodos, avergonzados o temerosos diciendo la verdad. Sé paciente con ellos y dales tiempo para procesar. Abre la puerta para que ellos regresen a ti en cualquier momento si recuerdan algo que necesiten decirte.
Si tus hijos admiten haber visto pornografía, no los avergüences. Responde a su honestidad con aprecio. Agradéceles por ser valientes y hablar contigo. Pregúntales si tienen alguna pregunta que quieran procesar contigo. Pasa tiempo en oración con ellos, pidiéndole a Dios que los proteja y los sane. Si descubres a tu hijo mirando pornografía e intenta cubrirlo, recuérdale que las personas han sido tentadas a ocultar el pecado desde el principio (Gn 3:7-8).
3. Guía su curiosidad
Dios nos creó para ser curiosos. Es natural y bueno que los niños analicen sus cuerpos, sus deseos y las palabras que escuchan. Los padres hacen bien en alentar la curiosidad y en orientar a los hijos hacia el hermoso diseño de Dios. Al mismo tiempo, la exploración también puede ser peligrosa.
Satanás quiere sabotear nuestra curiosidad y corromper el sano interés con la investigación pecaminosa. Él sabe que la exposición temprana a la pornografía o a experiencias sexuales puede moldear profundamente el desarrollo del cerebro y confundir los afectos. Es por eso que ayudamos a nuestros hijos «con toda diligencia [a] guarda[r] [s]u corazón» (Pr 4:23). Esto puede ocurrir con conversaciones planificadas, pero la mayoría de las oportunidades aparecen en la vida diaria (Dt 6:6-7).
Años atrás, nuestra familia pasó por la tienda de Victoria’s Secret mientras caminábamos por el centro comercial. Los ojos de mis hijos fueron instintivamente atraídos a mirar las imágenes de mujeres casi desnudas que colgaban en la ventana. Sin regañarlos, mi esposa y yo les preguntamos: «¿por qué creen que fuimos atraídos a esas fotos?». El encuentro dio una oportunidad para recordarles que la razón por la que somos atraídos a la belleza es porque Dios es hermoso y nosotros fuimos creados para disfrutarlo (Sal 27:4).
No obstante, Satanás toma las cosas buenas que Dios creó y las tuerce de una manera que nos tientan a mirar lejos de Dios. Dios creó a las mujeres en las fotos para reflejar su imagen y apuntar a las personas hacia Él. Pero Satanás tentó a las modelos a usar mal su belleza y nos tentó a tratarlas como algo para consumir en lugar de tratarlas como alguien a quien amar.
Las oportunidades para la instrucción son infinitas. Los padres pueden orar pidiendo la ayuda de Dios para notar las oportunidades y asegurarles cariñosamente a nuestros hijos que la curiosidad debe ser guiada y guardada por la Palabra de Dios. La curiosidad que lleva a celebrar la maravilla creativa de Dios es buena, pero la curiosidad pecaminosa lleva a un gran peligro. Debemos enseñarles la diferencia.
4. Advierte el peligro
Salomón le advierte discretamente a su hijo los peligros del pecado. Él le advierte que seguir a las amantes prohibidas robará la inocencia, el honor, la reputación, la salud, el sustento e incluso su propia vida (Pr 5:7-14). Aquel que sucumbe «destruye su alma. Heridas y vergüenza hallará… le costará la vida» (Pr 6:32-33; 7:23).
Por lo tanto, advertimos a nuestros hijos e hijas. A medida que son seducidos por Satanás, les advertimos de sus susurros. No minimicemos el peligro de la pornografía: es un discipulado satánico.
Satanás usa la pornografía para despertar afectos oscuros y secuestrar el desarrollo neurológico. A través del porno, él nos entrena para degradar a otros al verlos como objetos de consumo en lugar de prójimos a quienes amar. Él nos asegura que el deseo sexual es un apetito al cual satisfacer en lugar de un regalo que administrar para servir a los demás. Él quiere confundir a nuestros hijos sobre su propia sexualidad e identidad. En resumen, la pornografía es veneno para el alma.
El pecado nos hace esclavos de nuestros apetitos. Salomón nos advierte de lo que nosotros llamamos adicción cuando dice: «de sus propias iniquidades será presa el impío, y en los lazos de su pecado quedará atrapado» (Pr 5:22). La adicción nos deshumaniza a medida que pasa por alto terriblemente toda razón para seguir al pecado, así como «va el buey al matadero» (Pr 7:22). Por lo tanto, junto a Salomón, advertimos a nuestros hijos que volver a visitar el pecado produce patrones que se sienten imposibles de detener.
Mientras mayor sea el niño, más fácil será conectar las decisiones con las consecuencias. Podrías encontrar maneras de compartir las consecuencias en tu propia vida, en las vidas de otros que te rodean o en las de los personajes de la Escritura como David. No podemos asustar a nuestros hijos para que sean santos, pero debemos advertirles del acecho de Satanás.
5. Atrae sus deseos
Reglas y límites pueden ayudar en la batalla de nuestros hijos contra la tentación, pero ningún arma es más poderosa que los afectos apropiadamente orientados. Las reglas tienen el propósito de proteger nuestras pasiones al dirigirlas en la dirección correcta. Salomón instruyó a su hijo a encontrar satisfacción sexual en su esposa: «sea bendita tu fuente, y regocíjate con la mujer de tu juventud, […] Que sus senos te satisfagan en todo tiempo, su amor te embriague para siempre» (Pr 5:18-19). El Cantar de los cantares está lleno de lenguaje ruborizador. ¿Por qué? Porque Dios alegremente da el regalo del sexo para el deleite de un esposo y una esposa.
Los padres deben enseñarles a sus hijos sobre los buenos diseños de Dios. Asegúrales que Dios es Aquel que creó la intimidad, los orgasmos y el afecto romántico. Recuérdales que en el matrimonio, Dios ha provisto un lugar para disfrutar y explorar nuestros deseos sexuales. El mundo les ofrece a nuestros hijos un espejismo de placeres de algodón de azúcar, pero los diseños de Dios son buenos y satisfactorios.
Aunque dirigir el deseo hacia el cónyuge es apropiado, el objetivo final del deseo va más allá. Nuestros hijos podrían nunca casarse. Su cónyuge podría enfermarse y la intimidad podría ser difícil. Es por esto que nuestro objetivo principal debe ser deleitarnos en Dios. Jesús nos presentó esta esperanza cuando dijo: «bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios» (Mt 5:8). La razón más profunda para resistir la tentación es que podemos conocer y disfrutar a Dios. Enséñales a tus hijos a buscar el gozo en Dios por sobre todos los otros placeres.
6. Modela el camino
Proteger a tus hijos ocurre tanto en lo que haces como en lo que dices. Los padres establecen el tono en el hogar por cómo se involucran en el entretenimiento. Como Charles Spurgeon dijo una vez: «instruye al niño en el camino que debe seguir, pero asegúrate de que tú mismo sigas ese camino también».
Mis hijos saben que mi teléfono no hace lo que el de su mamá sí. No tengo aplicaciones de redes sociales y no puedo buscar todo lo que ellos quieren que busque. ¿Por qué? Porque mi teléfono está bloqueado para ayudarme a honrar a Jesús. Todos los niños me han preguntado por qué mi teléfono es tan aburrido y les he explicado que no todo lo que hay en Internet es bueno para nosotros y que intento protegerme a mí mismo de formas en las que mamá no necesita hacerlo porque sus luchas con el pecado son diferentes. Dios tiene el propósito de que nuestra devoción visible diaria a Él provoque que otros hagan preguntas que abran puertas para nosotros a fin de compartir la verdad del Evangelio (Ex 12:26; 13:14; Dt 6:20).
Lo mismo es cierto cuando nos sentamos a ver una película. Mis hijos saben que revisaremos cualquier película antes de que la veamos. Me han visto dejar pasar docenas de películas que me gustaría ver porque tienen contenido que no es útil. Revisar las letras de las canciones, las aplicaciones, los programas de televisión y todo lo demás que consumimos se ha transformado en la segunda naturaleza para nuestros hijos. Por la gracia de Dios, estamos cultivando una cultura en casa donde tropezar con el pecado aun cuando puede ocurrir, pero será más difícil porque mamá y papá han intentado modelar maneras prácticas de evitar el pecado y buscar la santidad.
7. Levanta protecciones
El mundo está diseñado para hacer que pecar sea fácil y que buscar la santidad sea difícil. El esfuerzo intencional de proteger a nuestros hijos es esencial para criar con fidelidad. No se deben pasar dispositivos con pantallas a los niños sin entrenarlos, sin haber confirmado la madurez y sin haberlo considerado en oración. Cuando llegue el tiempo, la mayordomía debe empaparse en la advertencia de Salomón: «aleja la [tentación de] tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa» (Pr 5:8). No obstante, la advertencia no es suficiente, también tenemos que establecer barreras para ayudarlos a obedecer.
Actualmente, tenemos seis capas de protección para limitar la entrada de contenido obsceno a nuestro hogar. Un amigo instaló un filtro DNS para proteger el wifi de la familia de material explícito. En todos los dispositivos se instalaron controles parentales. Eliminamos el buscador de Internet de nuestra Smart TV y la consola de videojuegos también. Instalamos un software de monitoreo y filtro en todos los dispositivos (usamos Bark y Covenant Eyes). Usamos Clear Play en casi todas las películas que vemos. Para descargar aplicaciones en sus dispositivos, todos nuestros hijos requieren una contraseña. Estas son todas protecciones básicas que los padres pueden considerar usar.
Asimismo podrías necesitar establecer recordatorios para revisar los dispositivos de tus hijos y su uso regular. A medida que tus hijos se vuelven más hábiles con la tecnología, pídeles que te ayuden a proteger sus corazones del pecado. Pídeles que te muestren cómo podrían eludir las protecciones que has establecido y cómo pueden mejorarlas. Esta conversación podría requerir algo de trabajo, pero es parte fundamental de la verdadera crianza. No queremos establecer reglas y límites solamente; queremos hacerlo juntos mientras profundizamos en nuestro amor por Dios y los unos por los otros.
8. Anima la diferencia
Seguir a Jesús a menudo hará que tus hijos no estén en el mismo carril que sus pares. Se sentirán «diferentes» de una manera que será difícil para ellos y para ti. Los padres desean que sus hijos tengan amigos y que les agraden a otros. Pero sabemos que algunas relaciones pueden corromper y obstaculizar su andar con Jesús (Pr 1:15-16: 13:20; 1Co 15:33). A veces, su «diferencia» se sentirá opresiva y esclavizadora. Se perderán programas de los cuales todos están hablando. Las pijamadas en las casas de sus amigos ocurrirán sin ellos. Las tendencias vendrán y se irán, y ellos no serán parte. Se quedarán fuera de los grupos y serán ignorados en las listas de invitados. A veces, se sentirán invisibles.
Padres, ayúdenlos a abrazar su diferencia. Seguir a Jesús en el camino angosto siempre es costoso (Mt 7:13-14; Lc 9:23-25), y necesitarán ayuda para confiar en que el gozo verdadero se encuentra en amar a Cristo no en ser amado por el mundo (Jn 15:11). Si eres cristiano, sabes cuán difícil puede ser la lucha. Comparte cómo has confiado en Jesús en momentos costosos. Dios puede usar las lágrimas y las conversaciones muy tarde en la noche para cultivar profundidad de carácter. Ellos están siendo formados como hombres y mujeres jóvenes que entrarán al mundo de la televisión, del Internet, de los camarines, de las amistades y del trabajo con la integridad formada en el horno de la diferencia.
Esto también es una oportunidad única para ayudarlos a descubrir la preciosidad de la iglesia. El pueblo de Dios se necesita mutuamente para llevar a cabo su peregrinaje a través de este mundo oscuro. Ora por tus hijos para que entablen amistades piadosas y busquen maneras en que tu iglesia local puede ayudar a que tus hijos crezcan en piedad.
9. Dales a Jesús
Si tus hijos logran pasar la secundaria sin ver pornografía, será un milagro. La probabilidad de que ellos encuentren imágenes pornográficas es casi una certeza estadística. No digo esto para evocar el miedo, sino para animar la sobriedad. ¿Qué debes hacer cuando tus hijos vean pornografía?
Muéstrales a Jesús.
Necesitan ver a Aquel que da gracia a quienes pecan y a quienes han pecado contra Él. Muéstrales a Aquel que sangró, murió y resucitó para proveer perdón, ayuda, sanidad y esperanza para lo que el pecado busca robar. Crea una atmósfera de gracia en tu hogar que apunte a tus hijos a Jesús, quien resucitó para vencer la vergüenza.
Algún tiempo atrás, una madre encontró sitios pornográficos en el historial de búsqueda de su hija. Su corazón se hundió y de sus ojos brotaron de lágrimas. Esta era una de sus peores pesadillas. Después de unos momentos de oración, ella tocó la puerta de la habitación de su hija y se sentó junto a ella. Hizo la pregunta y su hija admitió que había escuchado a sus amigas hablar sobre algo sexual y que lo buscó varias veces. Admitió que estaba mal. Quería hablar con sus papás, pero no sabía cómo hacerlo.
Lloraron juntas, oraron juntas, conversaron sobre lo que ella había visto, se respondieron preguntas y estuvieron de acuerdo en que un tiempo libre de dispositivos sería sabio por las próximas semanas. Juntas desarrollaron un plan para conversar más, orar más y leer la Biblia juntas más a menudo.
Aunque la tentación aún persiste, la hija y sus padres pelearon la batalla juntos. Ella también encontró fuerza para ayudar a otras amigas que tenían luchas similares. A través de la situación, descubrieron formas en las que Dios usa el mal de Satanás para el bien eterno (Gn 50:20; Ro 8:28).
Mi oración es que Dios nos ayude a nosotros y a nuestros hijos a depender de Jesús, quien nos dará la fe para perseverar en un mundo pornográfico.