Durante todo este mes, compartiremos contigo una serie de devocionales llamada Treintaiún días de pureza. Treintaiún días de reflexión sobre la pureza sexual y de oración en esta área. Cada día, compartiremos un pequeño pasaje de la Escritura, una reflexión sobre ella y una breve oración. Este es el día veintitrés:
Entonces los compensaré por los años en que devoraban la langosta, el pulgón, el saltón y la oruga, mi gran ejército, que envié contra ustedes (Joel 2:25).
Una invasión de langostas hace estragos en la tierra. Aquí Joel nos entrega una imagen de una tierra que era «como el huerto del Edén […] delante de él; y detrás de él, un desierto desolado, y de él nada escapa» (Joel 2:3). Estas langostas habrían traído total destrucción y las consecuencias de la impureza sexual pueden ser iguales a las de ellas. El pecado no tiene la intención de detener su devastación. Al igual que un poderoso enjambre de langostas, nada escapa a su destrucción. A menos que el Señor nos rescate, nuestro pecado puede ser más devastador que una plaga de langostas.
Afortunadamente, Jesucristo ha venido a conquistar las obras del diablo. Ha venido a restaurar lo que el pecado ha destruido. Podrán haber consecuencias de tu pecado que no pueden ser restauradas completamente en este lado de la eternidad. Sin embargo, podemos descansar seguros en que Cristo está, de verdad, haciendo todas las cosas nuevas. Él promete que hará una restauración completa. Por lo tanto, agradezcámosle por su restauración y supliquémosle que restaure en nosotros las cosas que han sido destruidas por la impureza.
Padre, sé que mi pecado ha causado estragos en mi vida. Sus efectos tocan cada área de mi ser. Hay cosas en mi corazón y mi mente que desearía borrar para siempre. Y hay áreas en mi vida que el pecado ha destruido. Solo tú tienes el poder para reconstruir lo que yo he destruido. Sé que en última instancia restaurarás todo y harás todas las cosas nuevas. Creo esto y te agradezco por ello. Oro hoy para que tu futura redención pueda tocar el presente. Por tu nombre, restaura lo que ha sido destrozado por mi impureza.