Título original en inglés: «4 Principles for Talking to Your Kids about Sex».
Como padre, ¿te sientes cómodo cuando hablas de sexo con tus hijos? ¿No tanto? ¿Por qué? Dios creó el sexo para bendecirnos, ¿por qué es tan difícil hablar de este tema?
Para muchos, es nuestra propia incomodidad con el tema. Tal vez no creciste en un ambiente en el que se hablaba de ello o, si lo era, el tema era claramente vergonzoso o desagradable. Tal vez te sientes incómodo porque no te sientes seguro sobre qué decir o cómo decirlo. Sea cual sea la razón, evitar el tema comunica que no eres capaz o no estás dispuesto (o ambos) a hablar del tema, y tus hijos buscarán en otros lugares las respuestas a sus preguntas. Esto los deja vulnerables a las creencias de sus amigos y a la oleada de imágenes, actitudes y conceptos de sexualidad/moralidad de la cultura en general. Incluso puede aumentar el riesgo de que sean víctimas de delitos sexuales debido a que no tienen ningún filtro para entender lo que es malo y lo que es bueno.
Si no sabes cómo abordar un tema tan difícil como este con tus hijos, considera los siguientes cuatro principios para ayudarte a dar forma a tu enfoque.
Primero, habla de manera positiva. Modela una visión positiva y piadosa de la sexualidad. Los niños necesitan escucharnos hablar sobre sexo de manera reconfortante e inspiradora. Si no lo escuchan de ti, ¿de dónde lo van a escuchar? Es esencial que ellos vean la belleza del sexo tal como Dios lo creó y no solo todas las maneras en las que ha sido corrompido. La sexualidad es algo bueno y agradable cuando está correctamente orientada en nuestras vidas. Es parte de quienes somos y de cómo vivimos nuestras vidas ante el Señor.
Segundo, habla con frecuencia. Hablar con tus hijos de sexo (o de cualquier tema importante) nunca debería abordarse en una sola conversación. Los niños y adolescentes siempre están procesando, pensando y haciéndose nuevas preguntas, e intentando darle sentido a todo. En cada etapa de su desarrollo se enfrentarán a nuevos cuestionamientos. Asegúrate de que nos estén haciendo esto solos. Busca activamente tener conversaciones con ellos.
Tercero, habla con libertad. Fomenta un espíritu de apertura en tu hogar y en tu relación con tus hijos. Hazles saber que no hay ningún tema que esté fuera de los límites, sea demasiado difícil o demasiado vergonzoso para hablar de él. Cuanto más cómodo te sientas al hablar libremente, más probable será que tus hijos se sientan cómodos y escuchen lo que tengas para decir sobre la sexualidad.
Fomenta las preguntas y las conversaciones en todo momento. Por ejemplo, cuando estén juntos en el automóvil, encuentra razones para preguntarles de qué hablan sus amigos en la escuela o si sus profesores enseñan sobre estas cosas. Pregúntales a tus hijos lo que ellos piensan acerca de lo que están oyendo. Después de ver una película, haz preguntas sobre lo que acaban de ver en pantalla. Dales libertad para tener opiniones y para decirlas; es una ventana hacia sus pensamientos. Así sabrás cómo orar por ellos y cómo hablar más específicamente a lo que están viviendo.
Cuarto, habla pronto. Sé tú quien forme la opinión de tu hijo sobre el sexo y la sexualidad. Es mucho mejor informar proactivamente la opinión de tu hijo sobre un tema, que tener que retroceder y desestimar una opinión incorrecta. Incluso los niños pequeños necesitan comenzar a aprender las cosas esenciales. Puedes hacerlo teniendo en cuenta lo que es apropiado para su etapa de desarrollo. Enséñales los nombres correctos para las partes de cuerpo. Explícales qué es la privacidad y el respeto por el cuerpo de cada uno. Siempre mantente un paso más adelante de tus hijos, educando y formando sus opiniones. Dales información objetiva y precisa. Mantén la sencillez, la honestidad y la franqueza. Pregúntales si tienen dudas. A medida que vayan creciendo, anímales a pensar y a explorar lo que Dios dice y por qué.
Vivimos en una cultura que está obsesionada con el sexo y que amenaza con formar la moralidad de tu hijo. No puedes darte el lujo de permanecer en silencio. Queremos que nuestros hijos crezcan sabiendo cómo Dios quiere que se viva la vida, las relaciones y la sexualidad. Los jóvenes van a oír la voz más fuerte o la más persuasiva. Permite que sea la voz de Dios en ti y a través tuyo.