Tres sugerencias y aplicaciones para considerar a medida que buscas pastorear mujeres que han luchado o están luchando con la pornografía.

Si tu esposo es llamado a ser pastor, tú eres llamada a ser la esposa de un pastor. Aun cuando no existe descripción bíblica para el rol de esposa de pastor, eres llamada a ser «una ayuda adecuada».

La Escritura claramente enseña sobre los roles únicos de las mujeres en la iglesia y en el hogar. Son iguales a los hombres en dignidad y valor, pero tienen un rol diferente durante esta estadía terrenal.

No existe manera de quedarse atrás cuando tienes la eternidad por delante.

Mientras esperamos que Jesús responda nuestras oraciones por nuestros maridos, su gracia mantiene nuestros ojos fijos en Él, nuestro Buen Pastor, Aquel que, en definitiva, somos llamadas a seguir.

Cuando ayudamos a nuestros hijos, desde pequeñitos, a mirar hacia arriba con gratitud en vez de al lado con comparación, podemos protegerlos de la envidia.

El consumismo está hambriento y, porque nosotros imitamos las características de lo que adoramos, sus adoradores están insatisfechos y nunca saciados.

Él se acercó a mí antes de que yo diera una charla sobre autoagresión, un hombre mayor, de cabello canoso y educado. «He sido cristiano por casi 40 años. He visto muchas cosas, ¡pero esto! Cortarse, quemarse y todas esas cosas; terrible, muy terrible. ¿Las jovencitas están intentando suicidarse? Eso no sucedía cuando yo tenía...

Cualquier cosa que hagas, hazla con todo tu corazón como para el Señor y no para los hombres. Glorifícalo en tus «sí» y en tus «no», sabiendo que Él te dará la fuerza para andar en obediencia en cada etapa.

Si tu esposo es áspero contigo, si no te trata con gentileza, ¿cómo puedes abordar este tema lo más amablemente posible con él?

La manera en que respondemos a la mala autoridad depende de lo que queramos decir por mala autoridad.

Dios no nos ama por cómo nos vemos; Él nos ama debido a su gracia gratuita.

Diez profundas verdades que la Palabra de Dios nos provee sobre el significado de la maternidad.

Nuestra paz no es el resultado de una vida libre de problemas, sino de nuestra unión con Cristo.

Si estás en los años de transición, espera el día cuando tus hijos dejen la casa, o si ya te estás adaptando al nido vacío, estos son algunos pasos prácticos que han sido de gran ayuda para mí.

Necesitamos ser liberados de lo que nos impide ser hospitalarios y, para ello, debemos mirar la hospitalidad de nuestro Señor, quien nos recibe libremente como sus hijos.