¿Alguna vez has visto a otra persona vivir tu sueño, aquello que tú de verdad, verdad querías para tu vida?
Mientras le saco los lados a los sándwiches de mis hijos, escucho a mi joven amiga soltera hablar apasionadamente sobre su pronto viaje de regreso a Camboya. Antes de tomarse un tiempo fuera del trabajo ella trabajaba con niños en un orfanato y discipulaba chicas adolescentes. Ahora, ella va a usar su carrera de enfermera en una clínica médica, para construir relaciones y compartir a Jesús.
Mientras les entregaba cuidadosamente los sándwiches cortados en triángulos a mis niños, recordaba cuando había soñado con vivir al otro lado del mundo por el Evangelio. Joven, ambiciosa y llena de esperanza, iba a dar mi vida a cualquier lugar lejano que Dios pusiera frente a mí. «¡Donde sea, Señor!». Estudié Evangelismo en la universidad y misiones como asignatura secundaria. Incluso estaba comprometida con un hombre que se dirigía hacia el mundo, que se estaba especializando en misiones. Juntos, no podíamos esperar para seguir a Cristo hasta los confines de la tierra.
Diez años después, el especialista en misiones y yo estamos felizmente casados, pero no estamos al otro lado del mundo. Al contrario, estamos haciendo discípulos en los suburbios de Houston con nuestros cuatro hijos, viviendo la misión de Dios de una manera muy diferente. Agradecida y feliz por ser esposa y madre (¡y lo soy!), aún siento una enorme carga por aquellos pueblos que viven en oscuridad, esperando escuchar las buenas nuevas de un Salvador. Aparte de cortar los sándwiches en formas de naciones africanas, he tenido que preguntar una y otra vez cómo este corazón misionero que se dirige hacia el mundo puede seguir latiendo y actuando dentro de esta vida de mamá suburbana.
En casa con el mundo
Asumir la responsabilidad de ser de una mamá o esposa que se queda en casa no exige abandonar mi deseo de ver al mundo rendirse a Dios en adoración. Realmente creo que podemos tener ambas cosas. Puedo servir como esposa y mamá y mantener mis ojos fijos en las misiones (todo desde la relativa comodidad de mi hogar). Isaías nos dice que el Señor quiere a sus «hijos desde lejos» y a sus «hijas desde los confines de la tierra» y a «todo el que es llamado por mi nombre y a quien he creado para mi gloria» (Is 43:6-7). ¡Hay trabajo por hacer! Dios desea que todos escuchen y tiene hijos que aún deben escuchar su voz.
El corazón de Dios quiere redimir al mundo, reunir a su pueblo de cada nación. Un día, él será adorado por personas de toda tribu y lengua. Hasta que ese día llegue, debemos disponer nuestras vidas a hacer conocido su nombre entre todos esos pueblos. Nuestros corazones crecerán y crecerán para la gloria de Dios a lo largo del mundo, porque a él le importa que su gloria esté entre cada pueblo y en cada lugar.
Entonces, ¿qué puede hacer esta ocupada mamá?
Incluso si no tenemos planes para cambiarnos y vivir físicamente en una tierra extranjera, si es que estamos entre los que han escuchado y recibido el Evangelio y han sido injertados en el pueblo de Dios, nuestros corazones deberían haber sentido un cambio radical, desde nuestra perspectiva pequeña y personal a la gran perspectiva global de Dios. Y cuando ese cambio sucede en nuestros corazones, y en nuestros hogares, existen muchas otras cositas que podemos hacer, por el poder de Dios, que pueden tener un impacto alrededor del mundo.
1. Podemos escuchar y aprender
Ábrete y aprende sobre los pueblos y naciones únicos que Dios creó (cada uno de ellos a su imagen). Ve cuán parecida eres a ellos en relación al pecado y a la necesidad. Tenemos algo gigante en común con cada persona en cada lugar del planeta: nuestra desesperación por el perdón. En lugar de ignorar a personas que no puedes ver en Houston, puedes conocerlas y amarlas por medio de recursos como Joshua Project. El amor se mueve hacia la necesidad, pero no cuando no ve las necesidades.
2. Podemos enseñarles a nuestros hijos
Mientras escuchas y aprendes, haz que tus hijos se unan al viaje. Muéstrales lo que Dios te muestra sobre el mundo y ayúdalos a entender que todo es parte del mundo que nuestro Dios creó. Enséñales la insuficiencia de otras religiones y la suficiencia de Cristo. Enséñales a tener una conciencia cultural y dales una firme comprensión de la verdad como fundamento y lentes a través de los cuales puedan verla. Pídele a Dios que ablande sus corazones por los perdidos alrededor del mundo.
3. Podemos orar
Ora por los grupos de personas que no han sido alcanzados, para que la Palabra de Dios salga y para que las personas se arrepientan y se acerquen a la fe. Ora para que Dios envíe obreros al campo de las naciones. Ora para que el Espíritu Santo abra los ojos y los corazones para que los hijos escogidos de Dios encuentren su familia verdadera y perdurable.
4. Podemos dar
Identifica maneras en las que puedes dar tu tiempo, dinero y recursos para apoyar lo que Dios está haciendo alrededor del mundo. Ayuda a financiar a aquellos que van hacia las naciones u ofrécete de voluntaria para orar por necesidades y trabajos específicos. Haz compañerismo con ellos sacrificial y alegremente, sabiendo que el valor de la Palabra de Dios está siendo llevada a todos los pueblos.
5. Podemos ir
Incluso si no puedes vivir ahí a largo plazo, anda y ve el gran mundo de Dios. Conoce todo tipo de personas que son muy, muy diferentes a ti. Conéctate con ellos para que tengas una pasión mayor para orar por ellos cuando vuelvas a casa. Ponle caras al dolor y a la necesidad del Evangelio de la que leemos. Presencia las cosas buenas que Dios está haciendo por medio de la iglesia, incluso en los lugares difíciles.
Reflejemos el deseo de Dios por una familia global en nuestras familias. No podemos conformarnos con nuestros propios sueños cuando hemos conocido algo mejor, más valioso y global: el Reino eterno de Dios. Vivamos con un corazón que late y suplica la gloria de Dios y las misiones a nivel mundial, ya sea en nuestras cocinas en Houston o en un campo misionero en el Medio Oriente.
El lugar donde tus hijos y tú recuesten sus cabezas en la noche no te retiene para servir a Dios por el bien de las naciones. Esta es tu misión (local y global) para ver el nombre de Dios glorificado en toda la tierra hasta el día cuando toda rodilla en todo lugar se doble.