No sé cuáles son las emociones que llenan tu corazón cuando piensas en la Navidad, pero espero que para la mayoría de ustedes, la Navidad sea una celebración feliz llena de amor, tiempo familiar y bendición.
Cada año, mi familia se reúne, tenemos cenas deliciosas y comemos riquísimas galletas de Navidad. Vemos películas clásicas, damos regalos, compartimos historias y celebramos lo que Dios ha hecho.
Cada año, agradezco a Dios por la oportunidad que me da de relajarme y de disfrutar a mi familia durante las fiestas de fin de año. Sin embargo, cada año, también recuerdo que la primera Navidad no fue en lo absoluto un tiempo de relajo o de celebración.
Lee la historia a continuación:
Mateo 2:13-18
Cuando [los sabios del oriente] ya se habían ido, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
Así que se levantó cuando todavía era de noche, tomó al niño y a su madre, y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. De este modo se cumplió lo que el Señor había dicho por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».
Cuando Herodes se dio cuenta de que los sabios se habían burlado de él, se enfureció y mandó matar a todos los niños menores de dos años en Belén y en sus alrededores, de acuerdo con el tiempo que había averiguado de los sabios. Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías:
«Se oye un grito en Ramá,
llanto y gran lamentación;
es Raquel, que llora por sus hijos
y no quiere ser consolada;
¡sus hijos ya no existen!»
Una Navidad violenta
Si creciste en la Escuela Dominical y la historia bíblica ha sido una parte principal en tu vida (¡alabado sea Dios por ello!), este relato puede haberse convertido en uno trivial y familiar. Espero que este nunca sea tu caso. Te animo a considerar nuevamente esta espantosa historia de Navidad, no con el mero propósito de provocar indignación y depresión, sino que para aumentar la celebración del nacimiento de Cristo.
Verás, Jesús no vino a un mundo de comodidades y lujos. Ciertamente, todos sabemos esto, pero piensa en lo que esta historia representa: desde el principio de su vida hasta el final de ella, la muerte (una muerte violenta, brutal y criminal) iba tras Jesús. Esa no es una descripción de un cargo o de una vida que me gustaría tener.
Lo hermoso sobre Navidad es que el Hijo de Dios vino voluntariamente a un lugar en el que existe tan inimaginable violencia e injusticia. ¡Voluntariamente! Y aunque, como un niño, él pudo escapar de la sentencia de muerte de Herodes en esa oportunidad, una sentencia de muerte real finalmente caería sobre él de nuevo. Él experimentaría una muerte horrorosa, sangrienta y violenta en manos de hombres malvados.
Por lo tanto, mientras te sientas bajo tu árbol de Navidad hermosamente decorado, comes la exquisita comida de celebración y ríes junto a tus seres queridos, no debes permitirte olvidar el horror y la violencia al principio y al final de la historia de Navidad. La historia comienza con el horrible sacrificio de niños y termina con el violento asesinato del Hijo de Dios. El sacrificio representa cuánto necesita la tierra la gracia de Dios; el asesinato es el momento en el que esa gracia es entregada.
Mira ese pesebre que representa una nueva vida y ve a aquel que vino a morir. Oye la canción festiva de los ángeles y recuerda que la triste muerte será la única forma en la que la paz puede ser entregada. Mira a tu árbol y recuerda otro (uno que no fue decorado con brillantes adornos, sino que fue manchado con la sangre de Dios).
Mientras celebras, recuerda que el camino para tu tu celebración fue la muerte de aquel a quien celebras y sé agradecido.