¿Cuándo fue la última vez que un buen amigo te decepcionó?
¿Cuándo fue la última vez que te sentiste incomprendido o completamente ignorado?
¿Cuándo fue la última vez que luchaste por resolver un conflicto y simplemente acordaron estar en desacuerdo?
¿Cuándo fue la última vez que te sentiste traicionado o incluso usado?
¿Cuándo fue la última vez que cuestionaste si valía la pena seguir cultivando cierta amistad?
«La semana pasada», «ayer» o incluso, quizás, «¡hace una hora!» son posibles respuestas a cualquiera de estas preguntas.
La realidad de la amistad
Sin importar por cuánto tiempo lleven siendo amigos e independientemente del tiempo que hayan pasado juntos, tus amistades jamás podrán escapar de la decepción que causa el poder del egocentrismo y los efectos dañinos del pecado.
Te seré honesto: esta realidad a veces me hace querer encontrar una isla para habitarla solo, ¡libre del riesgo y del dolor que provocan las amistades!
Sin embargo, el diseño de Dios es que vivamos en comunidad (Gn 2:18). Su mandamiento y oración es que busquemos amistades y estemos unidos unos con otros (Ef 4 y Jn 17:20-26).
Vivir en aislamiento no sólo es un rechazo al hecho de que nuestras vidas le pertenecen a Dios, sino que también es una negación de nuestra composición fundamental como seres humanos. Por esta razón, debemos continuar nuestra búsqueda de iniciar amistades con otros, pero no de mala gana ni con miedo.
Al contrario, busquemos la amistad con alegría porque la Escritura nos ofrece ayuda práctica, la gracia divina está disponible para nuestras luchas específicas y ¡experimentamos hermosas bendiciones cuando se alcanza la amistad bíblica!
Tres características
Existen muchos pasajes en la Biblia que ofrecen ayuda práctica para las amistades, pero uno de mis favoritos es Efesios 4:1-7:
Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido, siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos. Pero a cada uno de nosotros se nos ha dado gracia en la medida en que Cristo ha repartido los dones (NVI).
En este pasaje, encontramos tres características de una amistad saludable y creciente:
1. Esfuerzo
Me gusta cómo comienza el versículo tres: «esfuércense».
El apóstol Pablo nos dice que las amistades no son algo que debamos dar por hecho, pues son regalos que deben ser tratados con mucho cuidado.
A la vez, Pablo no ignora el duro trabajo que requieren las relaciones. Él sabe que las relaciones, incluso entre personas que tienen el Espíritu, no serán fáciles. (Recuerda que aunque el poder del pecado ha sido destruido, su presencia aún persiste en el cuerpo de Cristo).
Al considerar ambos factores, debemos hacer lo posible para esforzarnos con el fin de desarrollar y cultivar nuestras amistades. Estoy profundamente convencido de que el descuido es la razón número uno por la que las amistades fallan. Sin duda, podríamos experimentar una gran traición o un gran dolor, pero la mayoría de las veces, las amistades se deterioran debido al goteo constante del pecado; fuga que nadie se molesta en reparar y arreglar.
¿Estás haciendo todo lo posible para hacer crecer tus amistades? ¿O estás esperando que crezcan por sí mismas?
Esfuérzate y envía un animante correo electrónico o mensaje de texto. Llama a un amigo en sus horas de almuerzo en vez de estar mirando Facebook. Levántate temprano, acuéstate tarde o deja de lado tus pasatiempos por una hora, para así tener más tiempo en el día para dedicarlo a un amigo.
Me temo que muchos de nosotros –el autor de este artículo incluido– somos demasiado despreocupados y egocéntricos como para invertir tiempo en las relaciones importantes que Dios ha puesto en nuestras vidas.
2. Menos expectativas
Debido a la naturaleza del pecado, cada uno de nosotros comienza una relación de amistad con una agenda egoísta. «¿Qué puede puede hacer esta persona por mí?» es la pregunta estándar del corazón humano. No obstante, por la gracia de Dios, podemos bajar esas expectativas y preguntarnos, «¿cómo puede usarme Dios para amar a este amigo?».
Efesios 4:2 nos entrega una lista de cuatro cualidades de carácter que deben definir nuestras vidas: humildad, amabilidad, paciencia y tolerancia. Cada una de ellas creará un ambiente de gracia que transformará nuestras amistades.
Normalmente, las relaciones son gobernadas por una estructura: ley, ofensa y castigo. Tenemos una lista de reglas a las que otros deben sujetarse; luego, los observamos para asegurarme de que las sigan; si no lo hacen, sentimos que tenemos la excusa para impartir justicia con algún tipo de castigo. Esta es una contradicción evidente del Evangelio e impide que la gloria y el valor de la gracia de Dios se muestre por sí sola.
¿De qué manera esperas que tus amigos te sirvan? ¿Cómo los «castigas» cuando no cumplen tus expectativas?
¡No es de extrañar que nos sea difícil tener amigos! No obstante, si nosotros, por gracia, comenzamos a eliminar las expectativas egoístas con las que nos acercamos al principio en nuestras amistades, seremos liberados para amar y servir con humildad, amabilidad y paciencia. Incluso si es que estamos siendo provocados (paciencia).
3. Celebrar la diversidad
La Biblia celebra y defiende la diversidad en el cuerpo de Cristo (Apocalipsis 7:9). Debemos buscar la unidad; no la uniformidad. Esto quiere decir que debemos tener amigos cristianos que no tengan el mismo color de piel que nosotros, el mismo estatus económico ni las mismas preferencias culturales.
En el contexto del pasaje de Efesios 4, sin embargo, Pablo está escribiendo más sobre las diferencias espirituales. Tenemos diversos dones, servimos en un abanico de funciones y estamos en diferentes niveles de madurez (vv. 3-7). Fue Dios quien repartió soberanamente estas diferencias.
Sin embargo, ¿cuántas veces vemos la diversidad como un obstáculo? ¿Con qué frecuencia te frustras y te molestas por las diferentes fortalezas y debilidades que tienen tus amigos?
Debido a que llegamos a las relaciones de amistad con agendas egoístas, queremos que nuestros amigos encajen en nuestro molde. ¿Por qué no tomamos la agenda de Dios para guiar nuestras amistades? Es decir, nos gozamos al saber que Dios elige rodearnos con personas que son diferentes a nosotros porque de esa manera Él promoverá su propósito.
Debido a que nuestras amistades están fundadas en la Trinidad, no tenemos que ser iguales. Hay un sólo Dios, pero en tres personas. Dios usa nuestra diversidad para llevar a cabo su propósito: nuestro crecimiento en gracia. La diversidad no es un obstáculo; más bien, es un medio importante para llevar a cabo este propósito.
La visión de la amistad
Si tuviera que resumir Efesios 4, esto sería lo que diría: las mayores alegrías de la amistad crecen en la tierra de las dificultades más profundas.
Las dificultades no son obstáculos, sino que son instrumentos en las manos de Dios. Cada una es una oportunidad para que ustedes mismos experimenten la gracia de Dios, y así puedan darla a otras personas.
Cada día, en tus amistades, o te estás centrando en tu agenda egoísta o en la de Dios. Aprovecha la gracia, sigue a Dios y ¡verás las amistades sanas y fuertes que nacen al hacerlo!