Siempre fue uno de los momentos más impresionantes de la famosa película del agente secreto. Aunque los espectadores no lo sabían, uno de los agentes de Misión Imposible se había puesto una máscara de látex que tenía el propósito de hacerle lucir familiar e inofensivo para el enemigo. La máscara era tan flexible y real que parecía ser verdadera piel humana. En un momento crucial, este agente de gobierno se llevaría la mano a la cara, se arrancaría la “piel” del rostro y revelaría su verdadera identidad a los criminales internacionales que estaban por ser derrotados.
De niño amaba ver esos momentos. Soñaba con crecer y ser el agente tras la máscara de látex. Soñaba con mi reino de mentira.
Como pecador, aún estoy buscando ser el rey de un reino falso. Verán, el problema de este pequeño reino (la civilización del yo) es que se disfraza y se pone la máscara del gran reino (el reino de Dios). Se pone la máscara de cosas que son rectas y buenas mientras captura el corazón para la gloria del yo.
Las clases más peligrosas de egocentrismo son aquellas que toman la forma de cosas buenas del reino de Dios.
El teólogo indio Vinoth Ramachandra lo describe de la siguiente manera:
Las Buenas Nuevas son empaquetadas y promocionadas (usando, sin sentido crítico, todas las técnicas de publicidad modernas) como un producto religioso: ofrecen “paz mental”, “cómo llegar al cielo”, “salud y prosperidad”, “sanación interior”, “la respuesta a todos tus problemas”, etc. Lo que se promociona como “fe en Dios” a menudo resulta ser un medio para obtener seguridad emocional o bendición material en esta vida y una póliza de seguro para la próxima.
Este tipo de predicación no toca el statu quo. No levanta preguntas fundamentales ni inquietantes acerca de las suposiciones sobre las cuales la gente construye su vida. No es una amenaza para los dioses falsos bajo cuyo control está hoy la creación de Dios; de hecho, en realidad reafirma el dominio que ejercen sobre sus adoradores. Este tipo de “evangelio” es escapista en su esencia; el descendiente directo de los pseudoevangelios de los falsos profetas del Antiguo Testamento. ¡Es simplemente una imagen religiosa de la cultura consumista secular en que los hombres y mujeres modernos viven! (Gods That Fail: Modern Idolatry & Christian Mission (Dioses que fallan: idolatría moderna y misión cristiana)).
Existen muchas advertencias en la Biblia sobre el encubrimiento del reino del yo.
Cristo nos advierte sobre esto en el Sermón del Monte: “Cuídense de los falsos profetas, que vienen a ustedes con vestidos de ovejas, pero por dentro son como lobos rapaces” (Mateo 7:15).
Pablo escribe a los Corintios: “Porque los tales son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es de extrañar, pues aun Satanás se disfraza como ángel de luz. Por tanto, no es de sorprender que sus servidores también se disfracen como servidores de justicia, cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Corintios 11:13-15).
En Filipenses 1:15-16, ¡Pablo nos habla de personas que incluso predican el evangelio por motivos egoístas!
En Gálatas, Pablo advierte sobre el falso evangelio que se disfraza de evangelio verdadero. Noten el fuerte lenguaje que utiliza: “Me maravillo de que tan pronto ustedes hayan abandonado a Aquel que los llamó por la gracia de Cristo para seguir un evangelio diferente, que en realidad no es otro evangelio, sino que hay algunos que los perturban a ustedes y quieren pervertir el evangelio de Cristo”.
Después dice, en caso de que su advertencia no haya sido lo suficientemente fuerte, “pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, les anunciara otro evangelio contrario al que les hemos anunciado, sea anatema” (Gálatas 1:6-8). ¿Por qué Pablo está tan perturbado? Porque el reino del yo es más peligroso cuando se viste como el reino de Dios.
Es muy posible que estés convencido de que llevas una vida motivada por las glorias extraordinarias del reino de Dios cuando la verdad es que estás viviendo para ti.
¡Ten cuidado! ¡Teme! El reino pequeño es un reino de mentira y es promocionado astutamente por un rey impostor: Satanás mismo. Con bastante regularidad, el pequeño reino usará las máscaras de la participación externa en la adoración, en la obediencia y en el ministerio. Se verá como si estuviera sirviendo al Rey de reyes y Señor de señores, mientras que, en realidad, se inclinará diariamente ante el reino del yo, guiado por los tesoros terrenales y las necesidades que provoca la ansiedad. Su adoración sólo puede ser la adoración del yo.
Por ejemplo, ese pastor que se dice a sí mismo que está trabajando para construir el reino de Cristo, en realidad está motivado por el poder, el control y la aclamación del ser humano y, al no obtener estas cosas, se desanima y se enoja.
La madre que se dice a sí misma que está representando a Dios en las vidas de sus hijos, pero que se irrita e impacienta frecuentemente, revela que el reino al que está sirviendo es el suyo y se enoja cuando sus hijos rompen las reglas de su reino y no las de Dios.
El universitario convencido de tener un compromiso firme con el evangelismo, en realidad está comprometido con la gloria personal que le proporciona su conocimiento teológico.
El niño que piensa que ahora tiene un corazón más obediente, en realidad sólo se ha hecho un pecador más astuto y sigiloso.
El egoísmo es más peligroso cuando se pone una máscara de servicio. El egocentrismo es más poderoso cuando se disfraza de amor. Los tesoros del mundo son más seductores cuando toman la forma de una necesidad espiritual. Los ídolos hacen su trabajo más sucio cuando se ponen la máscara de Dios.
Debido a que el pequeño reino es un reino falso, presenta un peligro cercano y actual para todos los que se han comprometido con el reino de Dios. Si examinas la iglesia de Jesucristo en la actualidad, la ubicación visible del gran reino, no te tomará mucho tiempo ver el fruto del reino pequeño. Permíteme darte un ejemplo trivial.
Supongamos que me he comprometido a tener una dieta saludable; al menos externamente cumplo las reglas. Sin embargo, a modo de snack, estoy al mismo tiempo comiendo grandes cantidades de galletitas con chispas de chocolate. Con seguridad, habrá dos resultados de este patrón. En primer lugar, las galletitas comenzarán a desaparecer misteriosamente de su caja. En segundo lugar, comenzaré a engordar en vez de perder peso. Ahora, es bastante obvio que ninguno de los resultados será el fruto de una dieta saludable, lo que muestra el hecho de que lo que se enmascaró como dieta no es una dieta en lo absoluto, sino que una forma aun más engañosa de comer excesivamente.
La capacidad que el reino del yo tiene para disfrazarse es una razón más por la que cada uno de nosotros necesita más que la limitación de la ley. Necesitamos el rescate diario de la gracia transformadora de Jesucristo.
Verán, nuestro problema es más profundo que nuestro comportamiento. La razón por la que el reino impostor nos engaña tan fácilmente es que la idolatría del yo todavía vive dentro de cada uno de nuestros corazones. Por lo tanto, todos los días, necesitamos la gracia para que nuestros ojos se abran al engaño del reino pequeño y para que nuestros corazones maduren en su amor por el gran reino. Afortunadamente, esta gracia es nuestra debido a la cruz de Jesucristo.