Título original en inglés: “So Much Fear and Anxiety”
Este artículo es parte de una serie para pastores sobre problemas que todos tenemos. Los otros problemas que se abordan aquí son el enojo, el sufrimiento y el dolor de la vida, la culpa, la adicción y la vergüenza. Todo cristiano debe tener cada vez más sabiduría en cuanto a ellos.
Un objetivo pastoral es hacer que la Escritura sea significativa a fin de que hable a las luchas de la cotidianidad. Entre esas luchas, probablemente, el temor y la ansiedad encabecen tu lista. Realmente, están en todas partes. A continuación, te comparto algunas situaciones de temor y ansiedad con las que me encontré en las últimas veinticuatro horas.
Junto a los padres de un niño de diez años celebré que, por primera vez, él fue a la Escuela Dominical sin lágrimas ni pánico.
Me preguntaron cómo ayudar a un niño de cuatro años que simplemente no se despegaba de uno de sus padres sin síntomas físicos de ansiedad. Los padres se preguntaban cómo lograrían que fuera a la escuela.
Hablé con un hombre superado por la preocupación por sus finanzas.
Leí nuevamente cómo las adicciones persisten a fin de «liberar tensiones».
Soñé estar perdido, que perdía mi equipaje, que no lograba aquello que dije que lograría; sin saber, en general, lo que estaba haciendo: una versión típica de mis sueños en medio de la ansiedad.
En otras palabras, fue un día en el que no logré mucho. De lo contrario, habría tenido páginas de historias que contar. Recuerdo cuando escribí un libro sobre el tema y les pedí a personas que me contaran sobre sus temores y ansiedades. De unas cien personas más o menos, solo una negó tener ansiedad, pero pronto, con un par de preguntas de seguimiento, rápidamente pudo identificar docenas de maneras en las que siente ansiedad.
Dios les habla a los temerosos y ansiosos, y dice mucho, lo que es esperanzador en sí. Estos son un par de temas que surgen de la Escritura.
El temor y la ansiedad expresan nuestra fragilidad más que nuestro pecado
El mundo es un lugar aterrador y nosotros somos personas finitas y débiles. Nuestro poder está limitado a que el Espíritu nos permita confiar en Jesús y amar a los demás. Aparte de nuestra fe y obediencia personal, controlamos muy poco. En ese sentido, un pasaje prominente sobre la ansiedad dice: «No temas, rebaño pequeño […]» (Lc 12:32, [énfasis del autor]). Pequeño rebaño es una referencia clara a nuestra fragilidad y debilidad.
Lo que podría confundirnos es el mandamiento: «no temas». Sin embargo, el mandamiento en griego es mucho más que un decreto imperioso. En el Sermón del Monte, esas palabras son invitaciones a confiar en Jesús a medida que Él continuamente demuestra su compasión por los pobres y los impotentes.
Por tanto, los temerosos y los ansiosos acuden al Dios que está familiarizado con nuestras debilidades. Él es nuestro compasivo y misericordioso Sumo Sacerdote. Espera escuchar un ánimo tierno. Espera escuchar la paciente repetición de su más grande promesa: «Yo estoy con ustedes».
Asimismo, espera tener más ansiedades a medida que envejeces. Nuestros temores identifican aquellas cosas que son importantes para nosotros (como la aceptación, las finanzas, el amor, la salud y el bienestar de quienes amamos). Estas se entienden mejor como deseos humanos comunes, que el Señor toma en serio. Cuando estas cosas están bajo asedio, debemos esperar estar ansiosos. La razón por la que podrían aumentar a medida que envejecemos es que la salud se debilita más, somos menos capaces de valernos por nosotros mismos en el campo laboral; amamos a más personas y nos preocupa su bienestar.
Acude a Jesús
Si hay algo parecido a un mandamiento sobre el temor en la Escritura, sería este: cuando tengamos miedo, y lo tendremos, debemos acudir a Jesús. Este es el llamado de Dios en nuestras vidas y es nuestro deseo en medio de las preocupaciones: «El día en que temo, yo en ti confío» (Sal 56:3). Podemos intentar depender de nosotros mismos como si pudiéramos lidiar y controlar nuestro mundo o pudiéramos intentar confinarnos con nuestras preocupaciones como si ellas mismas pudieran protegernos de las amenazas futuras, pero no funcionará.
Sin embargo, confiar en Dios en tiempos de ansiedad requiere práctica. Es una habilidad espiritual y es menos automática de lo que pensamos. Con práctica, podremos acudir a Jesús más rápidamente y de maneras que realmente reduzcan la ansiedad. Los resultados no serán inmediatos. La manera de Dios es que crezcamos gradualmente en una confianza y seguridad significativas en Él y en amor por Él. Si las ansiedades se extinguieran inmediatamente, acudiríamos menos a Él, lo que nos dañaría.
¿Y si no acudimos a Él? Entonces, solo entonces, podemos agregar el pecado a la escena. Necesitamos confesar que queremos otras cosas más que a Él. Confesamos que nuestros deseos se han convertido en lo más preciado para nosotros. Entonces, nos volvemos y escuchamos humildemente sus palabras y, como niños pequeños, crecemos en la habilidad de creer verdaderamente lo que nuestro Padre dice.
Encuentra un pasaje de la Escritura
Puesto que el temor y las ansiedades están tan presentes en el diario vivir, y puesto que están explícitamente identificados en más de trescientos pasajes, predicarás sobre estos temas. Toma un pasaje común (p. ej., Sal 56:3; Mt 6:35-33; Lc 12:22-34; Fil 4:5-7; 1P 5:6-7) o uno poco común (como Jos 1:6-9; 2R 6:8-17). Como una respuesta congregacional, entrega una lista de algunos pasajes accesibles sobre el temor y la preocupación, y pídele a cada persona (tú incluido) que identifique un texto que pueda hacer suyo cuando el temor y la ansiedad surjan. Si tienes grupos pequeños en la iglesia, pueden tomar una o dos reuniones para que todos hablen sobre estos pasajes. Cada uno tiene maneras concretas de acudir al Señor.
Tu agenda de predicaciones ya está llena, por lo que probablemente hay poco espacio para esto ahora, pero mantén esto en mente mientras consideras tus planes futuros. También podrías estar más consciente de quienes llegan a ser más hábiles en acudir a Jesús cuando sus ansiedades apenas han disminuido. Piensa en cómo compartir la historia de esa persona con otros, si es que está dispuesta. Las mejores historias no son las de victoria sobre las luchas, sino las de una fe persistente en medio de ellas.
Este artículo fue traducido íntegramente con el permiso de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) por María José Ojeda, Acceso Directo, Santiago, Chile. La traducción es responsabilidad exclusiva del traductor.
Esta traducción tiene concedido el Copyright © (07 de octubre, 2021) de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). El artículo original titulado “So Much Fear and Anxiety” Copyright © 2018 fue traducido por María José Ojeda, Traductora General, Acceso Directo. El contenido completo está protegido por los derechos de autor y no puede ser reproducido sin el permiso escrito otorgado por CCEF. Para más información sobre clases, materiales, conferencias, educación a distancia y otros servicios, por favor, visite www.ccef.org