Título original en inglés: «The Skill of Living in the Future».
Aquí hay dos habilidades espirituales destacadas:
- Vive ahora, en el hoy, en lugar de mañana.
- Vive en el mañana, en lugar de en las reacciones impulsivas y las decisiones no examinadas del hoy.
La primera es una regla familiar para la ansiedad. Vivimos en la gracia que Dios nos da para el ahora mismo y debemos confiarle la preocupación del mañana a nuestro Padre Celestial (Mt 6:32-34). Esto, ciertamente, lleva una vida entera dominarlo.
La otra es igual de importante y en ella nos centraremos. Si vivimos por el ahora y solo para el ahora, nuestros deseos pueden engañarnos y terminaremos en lugares malos. Es mejor recorrer ese camino en el futuro para ver adónde nos llevará. La literatura sapiencial (Salmos, Proverbios y Eclesiastés) identifica ambas habilidades, pero tiene un interés particular en vivir en el futuro, imaginando lo que hay justo al otro lado de la colina del camino que elegimos. Las personas sabias han mirado al futuro y, en consecuencia, han ajustado su rumbo. Las personas necias simplemente no consideran las consecuencias de ciertos comportamientos.
La sabiduría no promete una vida fácil y no promete que nuestra atención al futuro evitará todas las consecuencias desfavorables de nuestras decisiones. No obstante, es el mejor camino porque lleva a la vida. Cuando el futuro es ignorado, encontramos remordimientos; multas de tránsito; las posesiones y el dinero se vuelven más importantes que las personas; los deseos personales se rehúsan a ser cuestionados; todas las adicciones; todas las infidelidades; estar en el lugar equivocado en el momento equivocado; el enojo que gana la batalla, pero que pierde la relación. Y solo empeora, porque no estamos atentos al futuro que suele llevar a la muerte.
Entonces, debemos tomar muy en serio las maneras en las que el libro de Proverbios nos prepara para imaginar lo que está por delante.
La sabiduría habla claramente. La habilidad de vivir en el futuro no es tan difícil si escuchamos. «La sabiduría clama en la calle» (Pr 1:20). No debemos tener un don particular para oírla. Sin embargo, deberíamos estar inclinados a la sensatez, porque la necedad habla fuerte también (Pr 9:13).
La sabiduría es oída por aquellos que saben que hay un necio dentro de ellos. La sabiduría sabe que necesitamos sospechar de nosotros mismos. De lo contrario, por qué otra razón Proverbios nos diría constantemente para llamar nuestra atención: «oye». La sabiduría es fácil de oír si estamos dispuestos, pero no viene de forma natural. No podemos confiar plenamente en nosotros. Nuestro primer instinto no siempre es el correcto. Podemos justificar nuestros propios deseos sin importar lo que sean. Preferimos pensar solo en el momento. Nuestro «orgullo y arrogancia» (Pr 8:13) son la némesis de la sabiduría.
La sabiduría camina más de lo que corre. Su ritmo es pausado. Un estilo de vida frenético e impulsivo no provee espacio para que consideremos las maneras en que hacemos las cosas ni para que consideremos lo que pueda estar adelante, ni buscar consejo. La propia naturaleza de un proverbio invita a la reflexión más que a la acumulación de información.
Entonces, humildemente, imaginamos el futuro. Las siguientes preguntas te ayudarán a hacerlo.
¿Qué estás haciendo que quieres que se mantenga en privado? Proyecta el futuro e imagina tu vida cuando lo privado se vuelva público, porque se volverá público.
¿Qué has aprendido de los funerales de los sabios y de los funerales de los necios? De manera similar, ¿qué has aprendido de aquellos que son más grandes que tú en edad (Ec 11:9-12:8)? Este grupo no incluye a aquellos que te dicen que sueñes en grande y que alcanzarás tus sueños. Tal consejo puede ser ofrecido en graduaciones de la secundaria por aquellos que son percibidos como exitosos, pero aún tienen mucho por aprender. Apunta a un grupo mayor.
¿De qué manera el fracaso ha sido un preciado maestro? Considera el fracaso en una relación. ¿Dónde te desviaste del camino? ¿Dónde seguiste a la sabiduría, incluso si no mejoró la situación? La retrospectiva es un gran refinador de nuestra imaginación.
¿Has ignorado recientemente el consejo de dos personas que te dieron el mismo consejo? El camino solitario suele ser peligroso.
¿Cómo está ligado tu futuro a Jesucristo? El camino de la sabiduría tiene a Jesús delante de ti, detrás de ti y contigo. ¿Está Él presente en tu imaginación?
La lista de preguntas podría continuar. La idea básica es ir despacio y reflexionar. Nuestro estilo de vida ajetreado obra en contra de esta habilidad clave de la vida. El objetivo es investigar el camino antes de comprometernos con él. Si tu caminar hacia el futuro lleva al miedo y a la preocupación, quédate con esos miedos y preocupaciones e intenta discernir lo que pueden estar diciendo. Puede que encuentres culpa, falacias sobre Dios o un peso que viene de saber que tus decisiones importan. Si estas preocupaciones persisten, entonces puedes practicar la habilidad de confiarle el futuro a tu Dios —que Él sin dudas acomodará todo—, y pedirle el coraje y discernimiento para vivir el ahora. Ambas habilidades son dones de Dios que nos equipan para vivir una vida con discernimiento hoy.