Hace un tiempo, estuve en Cambridge, Inglaterra, participando de un tour y un taller de escritura. Tuvimos una tarde libre y, puesto que no me sentía particularmente creativo en ese momento, decidí explorar la ciudad. Por casualidad, me topé con un museo y, como era gratis, pensé en pasar a mirar. Recorrí exhibición tras exhibición, admirando antigüedades prehistóricas y medievales. Ya casi se me acababa el tiempo cuando al final llegué a un salón que tenía una exhibición de pinturas. Estaba maravillado de que, de pronto, me encontraba rodeado de obras de arte. Ahí, en la pared, había cuadros de Rubens, Monet, Matisse y otros. Quizás nadie se podría haber imaginado que este pequeño museo aglomeraba una colección tan impresionante. Había algo inspirador ahí al estar en presencia de tal grandeza, a centímetros de obras maestras.
He estado escribiendo una serie de artículos sobre un tipo diferente de arte y hoy quiero agregar una nueva entrada. (Aquí encontrarás la primera y la segunda parte). La serie está basada en 1 Timoteo 4:12 y está dirigida especialmente a cristianos más jóvenes. Hasta ahora hemos revisado la primera parte de nuestro texto: «no permitas que nadie menosprecie tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes […]». Vimos a Pablo, el mentor, diciéndole al joven Timoteo que no se rindiera ante las expectativas bajas de las personas que lo rodean. Timoteo necesitaba entender que incluso siendo joven, él fue diseñado para hacer de su vida una obra de arte que otros puedan ver, admirar e imitar.
Hoy, comenzaremos a ver formas específicas en las que Timoteo debe ser un ejemplo para llegar a ser esa obra de arte. Esto es lo que Pablo escribe: «no permitas que nadie menosprecie tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza».
Existen cinco áreas en las que Timoteo debe ser un ejemplo para los otros creyentes:
- en palabra
- en conducta
- en amor
- en fe
- en pureza
Estas características se clasifican en dos grupos. La palabra y la conducta se exponen en principio externamente, mientras que el amor, la fe y la pureza con características primordiales del yo interno. Por consiguiente, Timoteo debe asegurarse de que sus palabras y obras sean admirables; también, debe examinar su corazón para asegurarse de que su amor, su fe y su pureza sean igualmente ejemplares, sabiendo que estas características internas finalmente serán expuestas por medio de lo que dice y de lo que hace. En las próximas semanas, quisiera hacerlas aplicables para ti y para mí. Nuestro primer desafío es considerar lo que significa ser un ejemplo en palabra.
Sé un ejemplo en palabra
No debes avanzar mucho más en la lectura de la Biblia para ver el poder de las palabras. De hecho, sólo necesitas llegar hasta el tercer versículo del primer libro para verlo. En Génesis 1:3, Dios habla y comienza a darle existencia al mundo. Al final del capítulo 2, por medio de la palabra, hizo que existiera todo lo que existe, dentro de ello la humanidad. Él declaró que todo fue hecho bueno; muy bueno. ¡Las palabras de Dios son poderosas!
Luego viene el capítulo 3 y comenzamos a ver el peligro del mal uso de las palabras. Aquí Satanás dice palabras con la intención de engañar al ser humano; Adán dice palabras con la intención de culpar a su mujer por su propio pecado; Eva dice palabras con la intención de desviar su culpa. Cuando todo está dicho y hecho, el mundo nunca volverá a ser el mismo, así que en Génesis 4, los hermanos se matan entre ellos y le mienten a Dios sobre eso; Lamec hace un alarde vergonzoso sobre la importancia de sí mismo y desde ahí las cosas sólo empeoran. Las palabras pueden provocar tanto bien; sin embargo, también pueden provocar mucho daño.
No es de extrañar, entonces, que la Biblia aborde nuestras palabras. No es una sorpresa que Pablo aborde las palabras de Timoteo: «sé ejemplo de los creyentes en palabra». Mientras Pablo dice esto, él usa una de esas palabras griegas que ya podrías conocer: logos o λόγος, si lo prefieres. Es la palabra griega para palabra, para la comunicación que sale de nuestras bocas (y más aún, las palabras que salen de nuestros pulgares y dedos cuando tipeamos y tecleamos en lugar de hablar).
De la abundancia
Pablo quiere que Timoteo sepa que sus palabras tienen poder para crear o para arruinar su ministerio; pueden animar o destruir a otros. Como predicador y líder, Timoteo dirá muchas palabras y cada una de ellas tendrá el poder para demostrar que es un ejemplo a seguir o un desastre a evitar.
¿Por qué las palabras son tan importantes? Jesús da la respuesta en Lucas 6:45: «[…] de la abundancia del corazón habla su boca». La alarmante verdad es que la boca revela lo que está en el corazón. Es como si el corazón se desbordara, entonces lo que está en el corazón sale fluyendo de la boca. Las palabras feas revelan una fealdad interior y las palabras hermosas revelan una belleza interior. Santiago hace la pregunta, «¿Acaso una fuente echa agua dulce y amarga por la misma abertura?» (Stg 3:11). Obviamente no. El agua amarga viene de una corriente amarga, así como las palabras amargas viene de un corazón amargo.
Pablo sabía todo esto y quería que Timoteo también lo supiera. En sus otras cartas, Pablo insiste que ciertas formas de hablar son completamente inapropiadas para los cristianos y deben evitarse a cualquier costo. Estas son las formas de hablar relacionadas con el viejo hombre, con la vieja forma de vivir: falsedad, enojo, amargura, calumnias, malicia, palabras abusivas y conversaciones obscenas. Todas ellas no son apropiadas para los cristianos y dañará su credibilidad. Deben buscar otra forma de hablar y son aquellas asociadas al nuevo hombre, con la nueva manera de vivir: verdad, edificación, exhortación, ternura, perdón y agradecimiento. Estas son adecuadas para los cristianos y dan evidencia de su santidad y de madurez espiritual[1].
El desafío para Timoteo era dar muerte a todas esas viejas maneras de hablar y darle vida a todas las nuevas formas de hablar. Él tenía que asegurarse de que cada palabra que saliera de su boca fuera buena, verdadera y ejemplar. Su ministerio, su credibilidad, su utilidad para Dios dependían de ello.
El desafío de Timoteo es tu desafío. Hoy el mundo te da más oportunidades que nunca para usar tus palabras (expresarlas cara a cara, tipearlas en Facebook o en un mensaje de texto, decirlas por medio de Snapchat). Te comunicas constantemente y cada una de tus palabras importan. Cada una de tus palabras expone tu corazón. ¿Tus palabras son un ejemplo para que otros imiten?
Preguntas para reflexionar
- ¿A quién conoces que sea un ejemplo en palabra como lo ordena la Biblia?
- El patrón bíblico para vencer el pecado siempre es «despojarse» y luego «revestirse» o «hacer morir» los antiguos patrones y hábitos, y luego «dar vida» a nuevos patrones y hábitos. Con respecto a tu forma de hablar, ¿qué cosas dices de las cuales necesitas despojarte o darle muerte? ¿Cuáles son algunas formas virtuosas de hablar con las que necesitas revestirte o a las que debes dar vida?
- Piensa en cómo algunos de estos proverbios te desafían. «En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, pero el que refrena sus labios es prudente» (10:19). «El que guarda su boca, preserva su vida» (13:3). «El corazón del justo medita cómo responder, pero la boca de los impíos habla lo malo» (15:28). «El que responde antes de escuchar, cosecha necedad y vergüenza» (18:13). ¿Por qué no le pides a otra persona que te evalúe a la luz de estos proverbios?
- ¿De qué manera crees que estás siendo un buen ejemplo para tu iglesia en tu manera de hablar? Ora y agradece a Dios por cada uno de ellos. ¿De qué manera crees que no estás siendo un buen ejemplo para las personas de tu iglesia en tu manera de hablar? Ora y pídele a Dios para que su gracia te cambie.