Título original en inglés: “Sheltering in Place When Home Isn’t Safe”
Para muchas, el hogar no es un lugar seguro. Es el lugar donde reside su abusador y donde ocurre el abuso. Puesto que la COVID-19 nos tiene a muchos de nosotros limitados a nuestras casas, las mujeres que son víctimas de violencia intrafamiliar están más vulnerables que nunca[1]. El alivio temporal que estas mujeres normalmente tienen, como ir al trabajo, ir a un estudio bíblico o hacer trámites, ya no está. Mientras tanto, el estrés cada vez mayor de vivir en un mundo con COVID-19 aumenta las tensiones en el hogar. Y, como muchos de los que trabajan con víctimas de abuso temían, ha habido un aumento mundial de llamadas a la línea directa de violencia intrafamiliar[2].
Sin embargo, aunque los riesgos de abuso han aumentado, la ayuda disponible para las víctimas ha disminuido. Los sistemas que normalmente estarían funcionando en su sitio para ayudar ahora ya no son tan fáciles de acceder y los centros de acogida están llenos o no están recibiendo nuevas huéspedes.
Estas mujeres también se encuentran aisladas de su habitual sistema de apoyo. Amigos y familia podrían temer exponerse al coronavirus, por lo que una madre que generalmente se refugiaba junto a sus hijos en la casa de otra persona no sabe qué hacer. Y muchas mujeres no pueden hablar libremente por teléfono o mandar mensajes de texto desde sus casas porque podrían estar siendo monitoreadas por su abusador. Esto impacta las relaciones de consejería también. Al estar prohibidas las citas cara a cara, me pongo en contacto con algunas mujeres por teléfono, pero no menciono el abuso así no las pongo en más peligro. Mi corazón anhela apoyarlas y recordarles que Dios las ve, pero tengo que pensar en su seguridad primero.
Sin embargo, aunque estas limitaciones son significativas, aún existen maneras en las que podemos ayudar. Por ejemplo:
- Ora por las mujeres cuyos hogares no son un lugar seguro.
- Haz un chequeo regular con quienes conoces. Puesto que la comunicación podría ser monitoreada, sé creativa. Pídele a la mujer que te llame la próxima vez que salga a caminar o que vaya de camino a la tienda de comestibles. O simplemente atente a conversar temas seguros. No subestimes el valor de tener una conversación, de compartir la Escritura y de ofrecer apoyo emocional.
- Los amigos y la iglesia pueden llamar por la víctima a la línea directa de violencia intrafamiliar (1-800-799-7233[3]) y ver qué recursos o estudios podrían estar disponibles.
- Las iglesias podrían llevar a estas mujeres/niños a un hotel si los centros de acogida del área están llenos.
- Comparte esta publicación para que la víctima pueda verla y así aprender formas para conseguir ayuda[4].
Si tú eres víctima de violencia intrafamiliar y estás leyendo esta publicación, estas son algunas cosas que puedes hacer:
- Cuando comience una pelea, anda a la habitación más segura de la casa, preferentemente a una que tenga dos salidas. La cocina es uno de los peores lugares, porque ahí hay muchas armas improvisadas como los cuchillos.
- Durante una discusión, aléjate de los niños (no vayas hacia ellos). Si es posible, entrena a tus hijos para que encuentren una habitación segura lejos de la pelea y enséñales a llamar al 911 si es que hay una emergencia o si es que alguien es lastimado[5].
- Mantén tu celular cargado y anda trayéndolo. Guarda los números de la policía (normalmente es el 911[6]) y la línea directa de violencia intrafamiliar (1-800-799-7233) con el fin de que sean fáciles de encontrar si las necesitas.
- Intenta encontrar tiempo cada día para estar con el Señor y cuidar de ti misma. Quizás sea al tomar una ducha más larga, realizar una caminata (si es posible), darte el tiempo para leer o para escribir. ¿De qué maneras puedes aumentar tu fortaleza espiritual durante este tiempo? Busca maneras de incorporar ejercicio o un pasatiempo que disfrutes.
- Si es seguro hacerlo, busca conectarte con otras personas vía teléfono, mensaje de texto o correo electrónico. Quizás no podrás hablar sobre lo que está pasando en tu casa si temes estar siendo monitoreada, pero permanecer conectada con personas de apoyo puede ser vivificante.
Hay momentos en los que soy tentada a desesperarme por las víctimas, porque, finalmente, no tengo poder para detener los abusos perpetrados contra ellas. También yo debo volver a la Escritura para recordar la protección y el cuidado de Dios:
Porque en el día de la angustia me esconderá en su tabernáculo;
En lo secreto de su tienda me ocultará;
Sobre una roca me pondrá en alto (Sal 27:5).
Este, sin duda, es un día de la angustia. Y mi corazón está apesadumbrado, pero me animo cuando recuerdo que el Señor es el refugio supremo para estas mujeres. Él promete protección para su pueblo. Por supuesto, esto no significa que ningún mal les afectará y esta es una tensión difícil de navegar para nosotros. Descansamos en la promesa del Señor de que finalmente todos estamos seguros en Él, pero también sabemos que no siempre estamos físicamente a salvo en este mundo. En todo caso, la COVID-19 nos está haciendo conscientes a todos de esa realidad.
Por esta realidad, nos lamentamos. Sin embargo, también tenemos razones para tener esperanza. El Señor nos invita a pedirle ayuda y Él promete ser nuestro refugio, aun cuando nuestros hogares no sean seguros. No hay escasez de promesas en la Escritura que muestren el cuidado de Dios por el vulnerable. Cuando recuerdo esto, soy profundamente animada e inspirada a ayudar al ser las manos y los pies de Dios. Y es mi esperanza que como la iglesia de Cristo, no olvidemos a los vulnerables durante este tiempo y que aprendamos cómo ministrarlos sin peligro[7].
Este artículo fue traducido íntegramente con el permiso de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) por María José Ojeda, Acceso Directo, Santiago, Chile. La traducción es responsabilidad exclusiva del traductor.
Esta traducción tiene concedido el Copyright © (11 de junio, 2020) de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). El artículo original titulado “Sheltering in Place When Home Isn’t Safe” Copyright © 2020 fue traducido por María José Ojeda, Traductora General, Acceso Directo. El contenido completo está protegido por los derechos de autor y no puede ser reproducido sin el permiso escrito otorgado por CCEF. Para más información sobre clases, materiales, conferencias, educación a distancia y otros servicios, por favor, visite www.ccef.org.
[1] Me enfoco en mujeres porque ellas sufren más frecuentemente de abuso. «Es más probable que los hombres y los niños sean los responsables (que las mujeres y las niñas). Es más probable que las mujeres y las niñas sean las víctimas de IPA [violencia infligida por la pareja, por sus siglas en inglés] (que los hombres y los niños). Al mismo tiempo, es necesario reconocer que existen algunas mujeres y niñas que son maltratadoras y violentas con sus parejas masculinas. Se estima que este es el 5 % o menos de los casos». Fuente: Joanne Belknap y Heather Melton, «Are Heterosexual Men Also Victims of Intimate Partner Violence? [¿Son también los hombres heterosexuales víctimas de violencia infligida por la pareja?]» (Marzo 2005) [Traducción propia]. https://vawnet.org/sites/default/files/materials/files/2016-09/AR_MaleVictims.pdf. Consultado el 08/04/2020.
[2] Amanda Taub, “A New Covid-19 Crisis: Domestic Abuse Rises Worldwide [Una nueva crisis de COVID-19: la violencia intrafamiliar aumenta a nivel mundial]”, New York Times, 06 de abril, 2020. https://www.nytimes.com/2020/04/06/world/coronavirus-domestic-violence.html Consultado el 07/04/2020.
[3] Este número corresponde a E.E. U.U. En Argentina, llama a la Línea 114, escribe por WhatsApp 11-2771-6463, 11-2775-9047 y 11-2775-9048 o escribe al correo electrónico linea144@mingeneros.gob.ar. En Bolivia, llama al 800140348. En Chile, puedes llamar a: Fono Familia 149 y al Fono de orientación para la violencia contra la mujer: 1455. En Perú, llama a la Línea 100. En Colombia, a la Línea púrpura 01 8000 112 137 o escribe al WhatsApp 300 755 18 46. En Ecuador, llama al 098 742 7448 (usar el código «canasta roja»). En España, llama al 112, a la Policía Nacional (091) o a la Guardia Civil (062) y para apoyo psicológico contacta por Whatsapp al 682916136 / 682508507. En México, llama al 911. En Paraguay, llama al 137. En Uruguay, llama al 0800-4141 y desde celulares *4141. En Venezuela, Caracas, llama al 02125093634.
[4] Estos mismos pasos y recursos son adecuados para las víctimas masculinas también.
[5] Sin embargo, ten cuidado con lo que le compartes a tus hijos, pues ellos podrían contarle a su padre por error: «mamá me dijo que llamara al 911 si la lastimabas». Es mejor hablar con ellos sobre lo que hay que hacer si es que ocurre cualquier tipo de emergencia, lo que incluye cuando alguien es herido. Deja que tomen sus propias decisiones respecto a cuándo implementar tus instrucciones.
[6] Este número corresponde a E.E. U.U. Busca y aprende el número de contacto de la policía de tu zona.
[7] Recursos sugeridos: Domestic Abuse: Recognize, Respond and Rescue [Abuso doméstico: cómo reconocerlo, responder y rescatar] escrito por Darby Strickland. Becoming a Church that Cares Well for the Abused [Transformándonos en la iglesia que cuida bien de quien ha sido abusado] (Editor general: Brad Hambrick). Este es un programa de entrenamiento gratuito diseñado para ayudar a los líderes de la iglesia a entender e implementar mejores prácticas para manejar la variedad de escenarios de abusos que ocurren en iglesias, escuelas y otros ministerios [Ambos recursos están disponibles solo en inglés].