Fue una petición descabellada: construye un bote. Sin embargo, alrededor no había agua. Constrúyela de todas maneras y confía en que el agua vendrá. Llénala con todos los animales de la tierra y luego entra en ella con tu familia. Ah, y un aviso: esto va tomar décadas y traerá persecución y burlas.
Así era la naturaleza de la tarea que se le asignó a Noé. Cuando piensas en ella, considerando su contexto geográfico e histórico, era una locura. No existía lógica, racionalidad ni sabiduría humana que pudiera hacer que esta tarea tuviera sentido. Lo que Dios ordenó superaba la comprensión humana y lo que se le ordenó a Noé nunca antes un ser humano lo había intentado hacer.
¿Qué podría obligar a una persona de Dios a decir que sí a tal tarea? ¿Qué podría darle a Noé suficiente confianza para comprometer gran parte de su vida a este trabajo? ¿Qué podría asegurarle que todo resultaría bien para su familia? ¿Qué podría proporcionarle la fortaleza para soportar las dudas y las acusaciones culturales y de la comunidad? ¿Qué podría motivarlo a levantarse mañana tras mañana a trabajar fielmente?
Creo que la historia de Noé y el arca está en la Biblia para ayudarnos a definir cómo es la fe bíblica. Verás, Noé era un tipo común y corriente que por fe aceptó un llamado extraordinario de Dios. Pasó a formar parte de uno de los momentos más increíbles en toda la historia, pero su llamado a obedecer no es muy diferente del nuestro en la actualidad.
Como Noé, somos llamados a dar nuestras vidas en sacrificio al Señor. Probablemente, no seremos seleccionados para una tarea tan grande y aparentemente ridícula, pero se nos ordena a trabajar fielmente día a día, de cara a las preguntas, a las dudas y a las acusaciones. Para el mundo de afuera, la vida cristiana puede ser contracultural y radical.
Por lo tanto, ¿qué motiva a personas comunes y corrientes a obedecer el llamado extraordinario de Dios? Estoy seguro de que comienza con un corazón resuelto.
Un corazón resuelto
Génesis 6:9 dice que «Noé era un hombre justo y honrado entre su gente» y que «anduvo fielmente con Dios». Esto significa que mucho antes de que Dios llamara a Noé a construir ese gran bote en tierra firme, Noé había resuelto el gran problema en su corazón.
Noé era un hombre que había decidido en qué basar su vida: en la fidelidad de Dios. Desde hace mucho tiempo había decidido en dónde invertiría su futuro: en las promesas de Dios. Hace tiempo también había decidido a quién le confiaría su familia: a la protección de Dios. Había decidido cómo usar su fuerza y sus dones naturales: para el avance de la obra de Dios.
Estoy convencido de que el llamado radical a construir un arca no era tan radical para Noé después de todo; no, creo que fue simplemente una extensión de lo que él ya había decidido hacer y de cómo él ya había decido vivir. Construir el arca fue solo un paso más en un estilo de vida de obediencia fiel.
¿Podría ser que construir el arca era el paso más grande? Probablemente, ¡al menos en términos de metros cúbicos! Sin embargo, Noé había resuelto en su corazón hace mucho tiempo: mi vida le pertenece al Señor, no a mí.
Dos formas de vivir
En resumidas cuentas esto es: existen solo dos formas de vivir para un ser humano: bajo su propia guía o bajo la guía del Señor.
Cuando vives por tu propia cuenta, vives basado en los datos que tus sentidos te dan cada día. Recopilas tus propios datos, los combinas con los datos que otros seres humanos han recopilado, los organizas con tu cerebro y luego, actúas en base a tu mejor interpretación de esos datos. Eso suena razonable, ¿no es así?
El problema es que tú y yo no tenemos ninguna capacidad para hacer lo que acabo de describir. La Escritura nos confronta con esta realidad desde el principio: como seres humanos creados a la imagen de Dios, no fuimos diseñados para existir como seres independientes que le dan significado a las cosas. Esta es la razón por la cual inmediatamente después de crear a Adán y Eva Dios comienza a hablar con ellos.
Aunque los primeros dos humanos eran perfectos, criaturas bien diseñadas y talentosas, no eran capaces de darle significado a la vida de manera independiente; necesitaban las palabras de su Creador para entender quiénes eran ellos, de qué se trata la vida y cómo se supone que debían vivir.
Vivir en base a la experiencia personal, a la investigación colectiva o a la racionalidad individual no funciona para los seres humanos porque no era el propósito para el cual fuimos diseñados. Intentar hacer aquello para lo que no fuiste diseñado nunca termina bien: los trenes no andan bien en campos sin rieles; las aves no viven bien bajo el agua; tú no puedes navegar bien en un bote en la carretera; tampoco puedes hornear bien un pastel en tu lavadora. De la misma manera, los seres humanos son incapaces de descubrir la vida por sí mismos, no importa cuánto esfuerzo hagan por intentarlo.
La única otra opción para nuestro diario vivir es buscar en nuestro Creador y encontrar en él nuestra identidad, nuestro sentido en la vida y los parámetros para nuestra vida diaria. Para hacer esto, debes creer que Dios es la fuente suprema y confiable de todo lo que es bueno, verdadero, correcto, santo, confiable y sabio. Cuando crees esto, obedeces a Dios incluso en momentos que no tienen sentido y cuando no tienes ninguna seguridad de cómo resultarán las cosas.
Cuando la Biblia dice que Noé era «justo y honrado», nos dice que él vivió una vida obediente, y la única razón por la que cualquier persona hace eso es porque, por la gracia de Dios, está personalmente convencida de que Dios sabe más que ellos y que lo mejor que pueden hacer es confiarle su vida a él.
Decir que Noé fue «justo y honrado» es la manera en que la Biblia nos informa que en muchas situaciones, lugares y relaciones, Noé confió en la sabiduría de Dios por sobre sus propios instintos; él había decidido previamente a obedecer por sobre su propia comodidad. Creo que este llamado a construir el arca no era la primera vez en la que Noé rendía su voluntad a la de Dios.
El clímax
No olvides cómo termina esta historia: al rendir su voluntad a la de Dios, Noé se transformó en una herramienta de gracia redentora y gloriosa. Dios haría un pacto con Noé que fue única y finalmente cumplida en la vida, muerte y resurrección del Hijo de Dios, el Señor Jesucristo.
Pero hay más cosas que decir: el Dios que extendió su gracia por medio de Noé, le entregaba, al mismo tiempo, su gracia a Noé. La gracia de Dios no solo se ve en el hecho de que Noé y su familia fueron escogidos por Dios para escapar del juicio, sino que también en el hecho de que Noé estaba tan decidido en su corazón que estuvo dispuesto a construir el arca que Dios usaría para protegerlo a él del juicio.
¿Ves lo que está pasando? Este tipo de rendición y confianza firme en la sabiduría de Dios es completamente antinatural para todos nosotros, incluso también lo era para Noé. Dios debe obrar para rescatarnos de nuestra confianza arrogante en nuestra propia sabiduría y trabaja en nosotros la voluntad y la capacidad para confiarle nuestras vidas a él.
Se requiere sabiduría para depender en aquel que es la sabiduría y solo Dios puede producir eso en ti. Se requiere gracia para confiarte a ti mismo a la gracia de Dios y solo Dios puede obrar eso en tu corazón.
Noé fue un hombre firme porque él ya había sido encontrado por la gracia rescatadora y redentora de Dios. Cuando la gracia se haya asentado en tu corazón, el llamado contracultural y radical de Dios no intranquilizará tu corazón, aun cuando ese llamado te lleve más allá de tu capacidad para comprender.
Si Noé hubiese puesto la fe de su corazón en cualquier otro lugar fuera de Dios, no habría sido un hombre firme, listo para responder al llamado desestabilizador del Dios de sabiduría y gracia.
Por gracia, tú puedes ser un hijo de Dios firme y tener una historia de fe tal como la de Noé.
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