Esta es una cuarta tendencia a pecar de las mujeres y la última que voy a abordar… a menos que… ¡ustedes me digan algunas más que debemos procesar!
El pecado de la sobre emocionalidad
Mientras escribo esto ahora estoy llorando. Solo bromeo. No es que eso sea incorrecto. Llorar no es incorrecto. Bueno, debo comenzar nuevamente.
Proverbios dice que, sobre todo lo demás, el corazón es engañoso y que el Señor escudriña[rá] las riendas de nuestros corazones. Por lo tanto, definiré la emocionalidad como un corazón sin riendas. La suposición de este verso es que con el conocimiento de que nuestros corazones pueden ser astutos, tú y yo no debemos funcionar para nuestros corazones, nuestros corazones deben ser guiados por cierto tipo de sabiduría y razón en nosotras.
Las mujeres parecen tener el don y la capacidad de sentir las cosas profundamente. Parecen poder conectar una verdad con sus corazones casi instantáneamente y, en un minuto, argumentaré que esto es una de las cosas más preciosas de las mujeres. Sin embargo, cuando estos corazones dirigen nuestras vidas sin ningún gobierno sostenido por la verdad; estamos en problemas.
Compartiré dos cosas que he visto que suceden cuando nuestros corazones mandan:
1. Apatía o desinterés por la verdad
Es la tendencia que tenemos a evitar las cosas que le hablan a nuestras mentes y no a nuestros corazones. Encontramos nuestro interés en Dios basado en cómo él nos hace sentir, por tanto, la adoración el domingo es genial (cuando es buena), pero si es dirigida por el líder incorrecto, nos vamos porque simplemente no la sentimos cuando él canta. Nuestra adoración a Dios se transforma en algo que depende de cómo nos sentimos. O bien, escucharemos a alguien más abrir la Biblia (en mi caso, a mi pastor), pero no la leeremos nosotras mismas porque «nunca sacamos nada de ella».
Nos decimos a nosotras mismas que podemos amar a Dios y no preocuparnos por todas esas cosas extrañas de «teología» que a algunas personas le interesa. Esto produce una cosecha de mujeres que tiene cero amor por las profundidades de Dios, no están basadas en la verdad y, por lo tanto, no son capaces de hablar sabiduría o verdad, de batallar contra el pecado efectivamente, y más importante, produce una cosecha de mujeres que no son capaces de conocer (y por tanto, realmente amar) a Dios.
Jesús murió para que podamos conocer a Dios, para que podamos tener una relación con él. No es tierno ni dulce no preocuparse por las doctrinas que nuestro Dios ama. Si me sentara con mi esposo una noche y compartiera con él que quiero contarle algo sobre mí que podría ser difícil para él escuchar, y él respondiera, «cariño, te amo, solo que no necesito saber sobre ti», la mayoría de ustedes lo encontraría inconsecuente. Sin embargo, eso es lo que hacemos con Dios. Él ha muerto para que podamos conocer quién realmente es él, pero la mayoría de nosotras solo lo mira y dice: «te amo, aunque no quiero escuchar sobre eso».
Dios está listo y disponible para enseñarte sobre sí mismo. Abre la Palabra y confía que incluso cuando no «sientas» una asombrosa respuesta, Dios está obrando. Si no estás segura por dónde empezar, pregúntale a alguien. Si eso suena aterrador, entonces recuerda que tu inseguridad y tus sentimientos no deben controlar tu relación con Dios. Conocer a Dios es lo único de todas las cosas que llenará tus días, meses y vida de lo que realmente importa.
2. Guiada por los sentimientos
Esto es cuando somos guiadas por los sentimientos en lugar de la verdad en las decisiones que tomamos y los caminos que escogemos: con quién salimos, a qué escuela vamos, cómo pasamos nuestro tiempo a solas, qué películas miramos… Poco después de haberme convertido al cristianismo, me involucré con un tipo que no era cristiano. Un tipo genial, pero no amaba a mi Jesús. No obstante, cuando estaba con él, teníamos conversaciones maravillosas sobre Dios y sobre la fe y estaba segura que podía sentir la presencia de Dios. Él me importaba y no creía que esos sentimientos vinieran de algún otro lado que no fuera de Dios.
En retrospectiva, puedo ver que yo quería algo y usé mis sentimientos como una justificación de por qué debía buscar tal cosa, pero en ese momento, era muy difícil ver lo verdadero. Mis sentimientos hicieron imposible saber lo que era correcto.
Existe una razón por la que Dios quiere sondear las riendas de nuestros corazones. Porque debemos tener algunas riendas. Debemos saber que nuestros corazones son engañosos. Dios habla por medio de su Palabra. Él hace esto porque nuestros corazones deben saber que son astutos y susceptibles. Existen otras fuerzas en este mundo que influyen con poder nuestros corazones y no se puede confiar en ellos.
He tenido la «sensación», quizás unas cinco veces, de que el tipo con el que estaba saliendo era el hombre con quien me casaría. Hay dos opciones: la primera, Dios me dio ese sentimiento y me mintió; la segunda, yo estaba equivocada.
En base a lo que la Biblia enseña sobre la fidelidad de Dios y mi corazón pecaminoso, iré por la segunda opción.
Tienes que saber que tu corazón puede estar equivocado. Tienes que guiarlo con la verdad o él te llevará a lugares que no quieres ir.
Ahora, esto es importante: todas nuestras debilidades generalmente son nuestras fortalezas usadas en nuestra contra. Por tanto, cuando supe por primera vez que mi corazón era malvado, mi respuesta fue despreciar los sentimientos. No quería tener nada que ver con las emociones. «Obedecería sin importar cómo me sintiera».
Pero, escuchen: esto es imposible. La obediencia sin sentimientos es desobediencia. Dios se preocupa por nuestros corazones y anhela redimir nuestras emociones. Existen mil millones de lugares en la Escritura donde se nos ordena «sentir» de cierta manera. Por lo tanto, si rechazamos los sentimientos, obedecer será imposible.
Los sentimientos importan. Dios no quiere hijos que sepan la verdad, pero que no lo amen ni lo sientan. Él quiere que te deleites en él, que lo disfrutes. Quiere que no solo busques la santidad, ¡sino que prefieras la santidad! Nos llama a disfrutar la pureza porque es muestra de su bondad hacia nosotros. Quiere que odiemos nuestros fríos corazones que no sienten con la misma fuerza un odio hacia las emociones que nos esclavizan.
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¿En qué extremo del espectro recaes? ¿Has renunciado a los sentimientos o eres esclava a ellos? Toma un tiempo para arrepentirte por cualquiera de ellas.
- ¿Cuándo fue la última vez que tuviste una explosión de emociones? ¿Te sentiste con el derecho a explotar o te has arrepentido?
- ¿Te metes en las profundidades de Dios? Si no es así, ¿por qué? ¿Qué cosas puedes hacer esta semana para ser más intencional?
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¿Estás tomando decisiones basadas puramente en tus sentimientos? A continuación encontrarás una buena manera de evaluar tu decisión:
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¿La Biblia dice algo que prohíba o desafíe tu comportamiento?
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Siéntate con 3 o 4 personas de tu comunidad espiritual cercana. ¿Alguno de ellos vacila respecto a lo que estás haciendo?
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Ora para que Dios cambie tu corazón y te guíe en verdad. ¿Tienes paz? ¿Es esto no solo aceptable, sino la MEJOR manera en que puedes pensar para glorificar a Dios?
Si cualquiera de estas tres preguntas no tienen respuestas favorables, yo me detendría. Si la primera es un sí, estás en pecado. Si la segunda es un sí, no lo ignores, no lo pases por alto o no racionalices tu comunidad bíblica. Fueron puestos en tu vida para un tiempo como este. Si no estás enfrentando una situación aún, reúnete con tres o cuatro personas y desarrolla una profunda confianza relacional que cuando hablen, tú escuches.
Nuestros sentimientos sí importan, es solo que no son los que conducen nuestra vida.
Nuestro Dios tiene emociones y siente cosas profundamente. Las mujeres son un maravilloso reflejo de ello. Nos preocupamos, somos compasivas, nuestros corazones se rompen. Y Dios se deleita en eso. Nos da corazones nuevos que son capaces de verlo en medio de lo que sienten y esculpir esas emociones para honrar los reflejos de su propio corazón.