«Papi, ¿Dios creó los postes telefónicos?».
Fue otra de esas preguntas interminables y aparentemente sin importancia que un niño hace al final de un largo día que provoca que un padre se vuelva un poco loco.
Luella y yo les habíamos estado enseñando a nuestros hijos que Dios creó al mundo y todo lo que en él hay. Mientras nos dirigíamos con nuestra familia en automóvil hacia Burger King, mi hijo miró por la ventana y vio los postes telefónicos que ocupaban la acera, meditando sobre la «doctrina de la creación» en su pequeño cerebro. Justin era muy pequeño en ese entonces, así que él en realidad no sabía nada sobre doctrina, al menos a un nivel académico. Sin embargo, su pregunta todavía era profundamente teológica.
¿Por qué nuestro pequeño filósofo estaba pensando en esos postes telefónicos? Porque es un ser humano; y él estaba haciendo simplemente lo que Dios lo diseñó que hiciera.
Diseñados para pensar
Podrías ser un plomero, un director ejecutivo en Fortune 500, una dueña de casa y una mamá que se queda en casa, un profesor de música o un atleta profesional, pero también eres un pensador a tiempo completo. Algunos de nosotros pensamos de manera incorrecta e inconsistente; otros, revelamos nuestro pensamiento de manera más pública que otros, pero si eres persona, piensas. Nunca has tenido un día sin pensamientos.
Los niños pequeños, como mi Justin, nunca dejan de hacer preguntas. Los adolescentes constantemente se obsesionan con lo que es justo e injusto. Esposos y esposas discuten porque interpretaron una situación en particular de manera diferente. Los ancianos miran hacia atrás a lo largo de los años e intentan darle sentido a todo, a menudo paralizados por el remordimiento.
Ves, todos lo hacemos: pensamos.
Pensar sobre la vida, y nuestro deseo por entender, es algo profunda y únicamente humano. Llega al centro de cómo Dios diseñó que operáramos; sin embargo, tiende a no obtener la publicidad que debiera. La mayoría del tiempo, no nos damos cuenta de que estamos pensando y fallamos en entender el significado profundo que tiene en nuestras vidas.
Cada día, en algún punto y en alguna manera, todos intentamos darle sentido a nuestras vidas. Algunos excavarán en el montón de artefactos de su pasado, recordando sus viajes he intentado descubrir qué habría pasado «si tan solo» hubiesen o no hubiesen hecho esto o esto otro. Otros se desestabilizarían una y otra vez por sus situaciones, ubicaciones y relaciones actuales, evaluando ciertas respuestas comparadas con otras; aún más, mirarán al futuro, esperado poder adivinar de alguna manera lo que está por venir y prepararse para ello.
Las posibilidades son que probablemente hayas hecho las tres hoy o que, si estás leyendo esto por la mañana, no tardarás mucho en hacerlo.
El significado del pensamiento
Cada ser humano ha construido una superestructura de suposiciones sobre la vida que funciona como el instrumento que se usa para darle sentido a la vida. Puede ser el resultado de una combinación de cosas, como la crianza, la educación, las experiencias de la vida y los rasgos de personalidad, pero todos miramos a la vida a través de esta red interpretativa.
Es vital entender esto: el pensamiento siempre precede y determina la actividad.
Quiero que te detengas y escribas esta oración. Si existe solo una cosa que debes llevarte de este largo artículo, necesita ser este concepto.
Hazlo personal: mis pensamientos siempre preceden y determinan mi actividad.
Es crucial que seas más consciente de la vibrante actividad mental que influencia tanto las decisiones que tomas, las palabras que pronuncias como las cosas que deseas.
Tú y yo no actuamos a partir de instintos como el resto de las criaturas del reino animal. No hacemos lo que hacemos debido a lo que experimentamos en el momento. Al contrario, pensamos, hablamos y actuamos en función de la manera en que pensamos e interpretamos lo que estamos experimentando.
Los experimentos sociales han demostrado esto vez tras vez. Si pones tres personas diferentes en la misma situación, pueden tener tres reacciones extraordinariamente diferentes. ¿Por qué? Porque cada persona ha interpretado esa situación a través de su red de pensamiento.
Una variación en la interpretación siempre llevará a una variación en la respuesta.
La importancia de la doctrina
Permíteme conectar todo lo que presenté sobre el pensamiento con la importancia de la doctrina.
El Dios que te diseñó para ser un pensador es el mismo Dios que inspiró a los escritores del Antiguo y del Nuevo Testamento para escribir sus verdades. Dios nos diseñó para ver la vida a través de una red interpretativa y también nos dio su Palabra para dar forma a esa red.
La Biblia es un libro, lleno de doctrina, que define lo que es bueno, correcto y verdadero. Un Creador amoroso la dio a sus criaturas dependientes para que supieran cómo darle sentido adecuadamente a la vida o, dicho de otra manera, la Biblia es el resultado tangible del «Dador de significado» explicando verdades fundamentales a los «hacedores de significado» que él creó.
Toda persona que haya vivido existe en una necesidad desesperada por los misterios no revelados que componen el contenido de la Escritura. Sin ella, no sabríamos cómo pensar sobre la vida. No sabríamos con seguridad si lo que sabemos es verdad y ¡no sabríamos si lo que pensamos que sabíamos era bueno y moralmente correcto!
Cuando entiendes la Biblia de esta forma, ya no queda relegada en los pasillos santos y separados de la religión institucionalizada. No, al contrario, la Biblia es un libro de vida dado para propósitos de vida, para que así todos en todas partes la usen para entender la vida y finalmente al Autor de la vida.
Naturalmente, puesto que la Escritura contiene doctrinas, esas doctrinas no deberían estar reservadas para los seminaristas académicos. Son herramientas vivas y divinas de salvación, transformación, identidad y guía.
Es por esta razón que escribo esta serie. Quiero ayudarte a pensar sobre las complejas doctrinas de la Biblia y quiero ayudarte a ver cómo ellas impactan tus pensamientos, tus palabras y tus acciones diarias.
El propósito de la doctrina
Ahora que hemos visto la importancia y el propósito general de la doctrina, quisiera develar tres maneras específicas en las que la doctrina impacta nuestras vidas cotidianas.
1. Toda doctrina entrega una explicación
No seríamos capaces de comprender completamente las implicaciones de la caída de Adán y Eva, el llamado de Abraham, la vida justa de Jesús, la cruz, la tumba vacía, la ascensión, el establecimiento de la iglesia, etc. si no fuera por las doctrinas explicativas de la Palabra de Dios.
Por medio de la doctrina, Dios nos ayuda a entender cómo hemos actuado en pecado y cómo él ha respondido en gracia. No somos salvos por la doctrina, sino que por las cosas históricas que Dios ha hecho por nosotros por voluntad propia y con misericordia. La doctrina nos explica aquellas cosas para que podamos admitir nuestra necesidad, buscar la ayuda de Dios y avanzar de una manera nueva y mejor.
2. Toda doctrina es una jerga
Toda doctrina con la que te topes en la Escritura entrega una jerga para las cosas que Dios sabe que son vitales que nosotros sepamos y entendamos. Nos permite resumir enormes cantidades de contenido y actividad histórica en una palabra.
Por ejemplo, la doctrina de la justificación captura la naturaleza del carácter de Dios (completamente santo e intolerante al pecado), la necesidad humana (rescate de la depravación total) y la respuesta de Dios (ira contra el pecado) y provisión (el sacrificio de Cristo) para esa necesidad.
Ahora podemos sustituir el término «justificación» por la historia completa de todas las cosas que Dios hizo para asegurar nuestra posición como sus hijos.
3. Toda doctrina entrega un medio para un fin
Es muy importante recordarnos a nosotros mismos que las doctrinas de la Biblia nunca tienen el propósito de ser un fin en sí mismas, sino más bien, un medio para un fin.
Las doctrinas que Dios ha revelado tienen un propósito mayor que darte un gran cerebro teológico y fueron creadas para darte más que solo un resumen y una confesión teológica.
La doctrina tiene el propósito de ser un medio para un fin y el fin es una vida transformada.
Arbustos de espinos y cipreses
Quizás la mejor palabra para representar lo que la doctrina de la Biblia fue creada para hacer por nosotros y en nosotros se encuentra en Isaías 55:10-13. El profeta compara las verdades en la Biblia con la lluvia y la nieve que caen y riegan la tierra.
Lee lo que Isaías escribe:
Porque como descienden de los cielos la lluvia y la nieve,Y no vuelven allá sino que riegan la tierra,Haciéndola producir y germinar,Dando Semilla al sembrador y pan al que come,Así será mi palabra que sale de mi boca,No volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo,Y logrado el propósito para el cual la envié.Porque con alegría saldrán,Y con paz serán conducidos.Los montes y las colinas prorrumpirán en gritos de júbilo delante de ustedes,Y todos los árboles del campo aplaudirán.En lugar del espino crecerá el ciprés,Y en lugar de la ortiga crecerá el mirto.Y esto será para la gloria del Señor,Para señal eterna que nunca será borrada.
Dios, en su Palabra, y Jesucristo, durante su ministerio en la tierra, usan un montón de imágenes verbales para revelar verdades espirituales en términos físicos. No obstante, cuando lees este pasaje, debes admitir que es una de las imágenes verbales físicas más extrañas en toda la Biblia.
No soy botánico, pero estoy bastante seguro de que si tuviera un arbusto de espinos en mi patio, la lluvia produciría un arbusto de espinos más grande, no un ciprés. No creo haber visto alguna vez una ortiga bien regada mutando mágicamente en un mirto.
¿Qué está intentando Dios comunicar, por medio del profeta, al forzar nuestro entendimiento botánico? ¿Qué nos está diciendo esta extraña metáfora sobre lo que Dios quiere que produzcan las verdades (doctrinas) de su Palabra?
La doctrina resulta en transformación
Esta extraña imagen verbal tiene el propósito de llevarnos a una conclusión: las doctrinas encontradas en la Palabra de Dios no están diseñadas solamente para aumentar la información, sino más bien, para producir una transformación radical y orgánica. Como ves, las plantas que son regadas no se convierten en plantas más grandes, ¡se convierten en plantas completamente diferentes!
El plan de Dios es que la lluvia de la doctrina bíblica caiga sobre nosotros y nos cambie. No seremos una mejor interpretación de nosotros mismos, sino que completamente diferentes espiritualmente. Dios usa la doctrina como un medio para convertir a personas enojadas en hacedores de paz; a personas codiciosas en generosas; a personas exigentes en siervos; a personas lujuriosas en puras: a personas sin fe en creyentes; a personas orgullosas en humildes; a rebeldes en obedientes; y a idólatras en adoradores del único Dios verdadero.
Es por esta razón que la doctrina nunca debe ser reservada solo para los cerebros de nuestros teólogos académicos en el seminario. ¿Es importante para nuestros pensadores más inteligentes descomprimirlas para nosotros? Por supuesto, pero esas grandes doctrinas tienen implicaciones en la vida real. Tienen el propósito de transformarte desde adentro hacia afuera y de dar vueltas tu mundo. La intención de Dios es que nada en tu camino jamás sea igual.
Cuando entiendes adecuadamente las doctrinas contenidas en la Escritura, transformarán tu identidad, volverán a dar forma a tus relaciones y redirigirán tus finanzas. Tu calendario, tus palabras, tus pasatiempos y tu ocio se verán diferentes. No pensarás en tu pasado ni en tu futuro de la misma manera que antes lo hacías y mirarás al presente desde una perspectiva completamente diferente.
La doctrina es un regalo hermoso, proporcionada por un Dios de sublime gracia. No son creencias gravosas, que dificultan la vida; impactan la nueva vida y la nueva libertad. Son el ecosistema en el que crece el jardín de la transformación personal.
¡Espero que estés tan emocionado como yo lo estoy de comenzar a develar las doctrinas que se encuentran en la Escritura!