En mi artículo inaugural de esta serie, escribí sobre la importancia general de la doctrina: qué es, qué hace y por qué importa. Ahora que hemos sentado los fundamentos, desempaquetaremos una doctrina a la vez y examinaremos el impacto específico que cada una tiene.
Tiene sentido comenzar con la primera doctrina revelada a nosotros en la Escritura: la doctrina de la creación.
Preguntas de fe
Permíteme comenzar con una historia personal, porque sospecho que con lo que lidié no es diferente a la lucha de fe que muchos de ustedes están teniendo ahora mismo. Estoy seguro de que muchos de ustedes han buscado, o están buscando, la garantía de creencia que definió mi búsqueda también.
Cuanto tenía dieciocho años, dejé mi casa y me marché para ir a una universidad cristiana. Tengo que ser honesto contigo: mi educación cristiana en realidad me dejó con tantas preguntas como con respuestas. Sin embargo, eso no es necesariamente algo malo; las personas perspicaces no obtienen información al tener las respuestas correctas, sino que al hacer las preguntas correctas.
Estas preguntas que tuve en la universidad, junto con la declaración de la Guerra de Vietnam, provocaron que me matriculara en el seminario (quizás más por la Guerra de Vietnam que por mis preguntas, pero Dios usó ambas cosas para llevarme a donde necesitaba estar).
¿Cuáles eran mis preguntas? Para comenzar, estaba guiado completamente por el pensamiento de que mi fe en Dios debe ser creíble; debía ser defendible y debía ser práctica. De otra manera, una vida de fe simplemente no valía nada.
También estaba convencido de que existe la verdad. Estaba totalmente persuadido de que la verdad debía existir en este mundo. Estaba convencido de que debían existir cosas que fueran verdad y si habían cosas que eran verdad, entonces, por defecto, debían haber cosas que eran falsas.
No tenía sentido para mí que la vida fuera una colección de observaciones igualmente válidas (y a menudo opuestas). Si dos más dos es igual a cuatro, entonces dos más dos no puede ser igual a siete, o nueve, o cinco, o cualquier otro número, porque entonces los números no tendrían ningún sentido. Si dos más cualquier cosa puede ser igual a cuatro, entonces, ¿cuál es el punto de las matemáticas? Nunca podrías sumar, restar, multiplicar o dividir. El mundo de la calculación podría ser un mundo de total irracionalidad.
Lo mismo debe ser verdad sobre la vida, razoné. Debe haber alguna estructura fundamental de verdad que sirviera como la red explicativa del universo.
De vuelta al comienzo
Con este entusiasmo por saber lo que era verdadero y lo que era falso, acepté el desafío que mi hermano mayor, Tedd, me hizo: «regresa al comienzo».
Si quería entender lo que es verdadero en el catálogo de las ideas que crean las conversaciones de la humanidad, sabía que tenía que volver al punto donde lo que «existe» estaba siendo formado en lo que iba a ser. Ese verano, tomé mi Biblia y comencé a leer y a estudiar Génesis.
Con un marcador en mano, estudié los primeros tres capítulos de la Biblia. Mi vida cambió ese verano; mejor dicho, ¡la Palabra de Dios cambió mi vida ese verano! Era un hombre cambiado, convencido de que existen pocas cosas más prácticas para hacer a medida que buscas vivir a la manera de Dios en este mundo caído que volver regularmente al principio.
Verás, en esa matriz donde todas las cosas estaban siendo formadas, encuentras cosas de profunda importancia. En esa matriz de los primeros tres capítulos de Génesis, Dios dice cosas reveladoras sobre sí mismo, sobre el mundo que creó y sobre las personas que puso en él.
Este ensayo trata sobre volver al comienzo: de vuelta al comienzo para descubrir nuestro mundo, de vuelta al comienzo para descubrir el significado y el propósito de la vida.
Las cuatro palabras más importantes
No sé tú, pero a mí me gustan las palabras. Me gusta leer y ver cómo autores emplean palabras, reuniéndolas para establecer un punto que es emocional, dramático, intelectual o humorístico. También me gusta escuchar a las personas. Me gusta escuchar y oír cómo toman las palabras de ese aparentemente interminable catálogo de vocabulario humano y las utilizan en una conversación.
Dios fue cuidadoso e intencional con las palabras que él escogió para su Palabra; él quería asegurarse de que sus palabras llevaran el peso de su mensaje. Es por esa razón que amo completamente las primeras cuatro palabras en su Libro: «En el principio Dios…».
Ahora, si tuvieras que preguntarle a las personas en tu iglesia cuáles son las cuatro palabras más importantes de la Biblia, estoy seguro de que recibirás una variedad de respuestas: «Yo soy el camino» o «No tengas otros dioses». Esas son frases de cuatro palabras que tienen un profundo significado, pero estoy convencido de que las primeras cuatro palabras de la Biblia son las más importantes porque sientan el fundamento para todo lo demás que trata la Biblia.
Piensa en lo que se trata la Biblia: Dios. Es la historia de su diseño: un mundo perfecto con una gloria asombrosa y tangible. Es la historia de su pueblo: una raza de creación que se rebeló y destruyó todo lo bueno. Es la historia de su redención: un plan para rescatar, reparar, reconciliar y restaurar.
Entonces, si esta historia se trata de Dios, tiene sentido que él domine las cuatro palabras del Libro.
Antes que todo, Dios ya existía
Las primeras palabras de la Biblia ponen a Dios no solo en el origen de todas las cosas, sino que al centro de todas las cosas. Necesito escribirte eso nuevamente y te animaría a que lo anotes en alguna parte: las primeras cuatro palabras de la Biblia ponen a Dios no solo como el origen de todas las cosas, sino que al centro de todas las cosas.
Si estaba in situ antes de que cualquiera cosa existiera, él merece llevarse el crédito por todo lo que existe. Si Dios fue el Creador de todas las cosas que existen, por defecto él tiene el derecho de definir lo que es bueno, correcto y verdadero. Si Dios fue la primera y única fuente de vida, entonces todo significado, propósito e identidad solo se encontrará por medio de él.
Permíteme un momento para celebrar:
Antes de que el mundo fuera formado, Dios ya existíaAntes de que el sol, la luna y las estrellas iluminaran el cielo, Dios ya existíaAntes de que la primera flor floreciera, Dios ya existíaAntes de que la primera fruta creciera en un árbol, Dios ya existíaAntes de que la primera ala de un águila aleteara, Dios ya existíaAntes de que el primer músculo de una gacela saltara, Dios ya existíaAntes de que la primera branquia de un pez se abriera, Dios ya existíaAntes del primer atardecer doradoAntes del primer monzón torrencialAntes del primer impacto de truenoAntes de la primera ráfaga de vientoAntes de la primera caída de nieveDios ya existía.Antes de que Adán sintiera aire en sus pulmonesAntes de que sintiera el pasto entre sus piesAntes de que sintiera la luz en sus ojosAntes de que tuviera gusto en su lenguaAntes de que escuchara sonido en sus oídosAntes de que Adán pusiera sus ojos en la belleza de su esposa EvaAntes de que caminaranHablaranRieranSe abrazaranSe besaranAmaranDios ya existía.Antes de la primera familia, de la primera casa, de la primera villa o del primer gobiernoAntes de cualquier primera cosa…Dios ya existía.
Si Dios ya existía, entonces todo lo que él declara existe. Eso significa que el universo y todo lo que en él hay debe ser visto y comprendido de una cierta manera: la manera de Dios.
La doctrina de la creación es la creencia clave, el límite y el supremo punto de inflexión. Destruye la neutralidad. Tú estás de un lado o del otro, y el lado que escojas formará todo en tu vida, desde los momentos más insignificantes hasta las decisiones que tienen profundas consecuencias.
Tres peligrosas mentiras
En este momento, probablemente estás pensando: «bueno, Paul, dejaste claro el punto. Entiendo que antes de cualquier cosa, Dios ya existía, y que él está al centro de todas las cosas. Sin embargo, ¿qué significa eso para mí? ¿Cómo se aplica la doctrina de la creación donde la teoría se pone a prueba en mi vida cotidiana?».
¡Gran pregunta! Ese es exactamente el propósito de esta serie: toma las grandes doctrinas de la Biblia, generalmente reservadas para aulas académicas y aplicarlas a la vida real.
La doctrina de la creación expone, luego nos llama a cada uno de nosotros a huir de tres mentiras muy atractivas y seductoras.
1. La mentira de la autonomía
La autonomía nos seduce a pensar que somos criaturas independientes con el derecho de hacer cualquier cosa que queramos con la vida que nos pertenece. Tan solo escucha algunas las canciones más populares de nuestra cultura: «It’s My Life» [Es mi vida] Bon Jovi y «A mi manera» de Frank Sinatra.
No obstante, escucha la canción de Génesis 1:1: «En el principio Dios…». Esa canción es tocada en una melodía radicalmente diferente. Si Dios fue primero, nuestras vidas nunca nos han pertenecido. Tú y yo no tenemos el derecho de pensar, desear, actuar y hablar como si así lo fuera.
2. La mentira de la relatividad
La relatividad significa que en el catálogo de ideas que la comunidad humana genera constantemente, no existe aquello como la verdad absoluta. «Cada uno con lo suyo» o «mientras no hiera a alguien más» son frases populares. La relatividad declara que una idea es simplemente tan válida como la otra, y que somos libres de escoger del bufé y construir nuestro mundo a su alrededor.
La filosofía de Génesis 1:1 estaría rotundamente en desacuerdo. Si Dios estuvo aquí en el principio, y si todo en el universo le pertenece a él, entonces lo que él dice es verdad y lo que sea que no esté de acuerdo con él es falso por su naturaleza orgánica fundamental. La doctrina de la creación establece claramente el límite: hay verdad, hay falsedad y no hay un catálogo abierto de ideas igualmente válidas.
3. La mentira de la autosuficiencia
La autosuficiencia nos engaña para pensar que tenemos todo en nosotros para buscar lo que sea que esa autonomía nos ha dado licencia para buscar y ser quien sea que la relatividad dice que podemos ser. La autosuficiencia rechaza la asistencia de otros y depende solamente en sí misma para obtener experiencia, prosperidad y bienestar.
Génesis 1:1 pinta una imagen completamente diferente. Si Dios es la fuente de vida y si somos resultado de su creatividad que da vida, entonces somos completamente dependientes de él para la vida, la identidad, el significado y el propósito. No solo eso: dependemos de otras personas también. Cuando ves la doctrina de la creación en los primeros tres capítulos de Génesis, encontrarás que Adán y Eva vivieron en constante comunión tanto con Dios como el uno con el otro. La autosuficiencia nunca existió, incluso en un mundo perfecto.
Hazlo real
Antes de que termines este artículo y vuelvas a tu rutina, quisiera ayudarte a aplicar esta doctrina a tu vida. Reflexiona en cómo podrías ser seducido diariamente por la autonomía, la relatividad y la autosuficiencia.
Autonomía
- ¿De qué manera tu corazón responde cuando se te pide que te sometas a la autoridad o a alguien más?
- ¿En qué maneras te olvidaste de la presencia y el plan de Dios esta semana, al vivir como si fueras un ser autónomo e independiente?
Relatividad
- ¿Cómo tu corazón tiende a responder cuando alguien critica o no está de acuerdo con tus acciones o puntos de vista?
- ¿En qué formas transaste o minimizaste las verdades de la Palabra de Dios esta semana, viviendo un cierto tipo de relativismo?
Autosuficiencia
- ¿Cómo tu corazón tiende a responder cuando no puedes lograr algo por ti mismo o cuando alguien más propone una alternativa más favorable a la tuya?
- Reflexiona sobre cómo tu existencia diaria depende tanto de Dios como de otras personas. ¿Cómo puede ser una fortaleza admitir la debilidad?
No tengas miedo de examinar tu vida a la luz que pone al descubierto la doctrina de la creación. Sí, Dios se trata completamente de sí mismo, pero él no es solo el Creador glorioso de todo lo que existe, él es el Salvador misericordioso de la raza humana. Él murió para perdonarnos cuando buscamos vidas autónomas, relativas y autosuficientes y resucitó para liberarnos de nuestra esclavitud al yo.
Cuán dulce es pensar que el Creador nos dará la gracia que necesitamos para vivir como él lo diseñó en el principio, aunque el mundo se haya perdido.