Dices que lo has intentado todo.
Te deshiciste de tu computadora, desenchufaste el televisor, le pediste a un completo extraño que bloqueara tu teléfono. Quizás, lo has hecho bien por periodos. Tienes cuatro compañeros para rendir cuentas y múltiples filtros de búsqueda en tu computadora, y sin embargo, en tus momentos de locura, encuentras una manera para burlar todos los límites y zambullirte en el pecado. No sabes por qué lo haces. Más tarde, te lamentas con Pablo: «Porque lo que hago, no lo entiendo. Porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago» (Ro 7:15).
La pregunta que tengo para ti es simplemente esta: ¿realmente tu problema es el porno?
Podría parecer extraño preguntar esto. ¿Cómo podría esto, tu vergüenza secreta, este hábito que te hace odiarte a ti mismo, esta ofensa que te roba la felicidad en el Señor y entristece al Espíritu Santo… cómo podría esto, lo que has intentado debilitar sin éxito, no ser tu problema?
Un amigo mío tropezó con la crucial distinción. «Sé que esto puede sonar extraño» —confesó—, «pero no creo que el porno sea realmente mi problema». ¿Cómo podría él, alguien a quien la deliciosa soga había estado estrangulando por años, decir que el porno no era su problema más profundo?
La vieja terapia
El momento en que lo dijo, sabía exactamente lo que quiso decir. El porno no era su problema. Entonces, ¿qué lo era? Los muchos pecados no abordados que estaban alimentando su impureza.
Seamos claros, el porno es un problema y una tragedia. En una sociedad sin Internet, ¿podría Jesús haber sido más explícito respecto al mismísimo latido de la industria del porno en la actualidad?
«Pero yo les digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho te hace pecar, arráncalo y tíralo; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te hace pecar, córtala y tírala; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo vaya al infierno» (Mt 5:28-30).
La guerra contra la lujuria cuesta brazos y extremidades. La vergüenza durante tu próximo grupo de hombres no es lo que está principalmente en juego. El infierno está en juego. El infierno es un lugar que para evitarlo debemos sacarnos los ojos y cortarnos las extremidades. El porno, la piedra preciosa de la corona de la lujuria del siglo XXI, siempre es un problema.
Sin embargo, aunque el porno siempre es un problema, el problema no siempre es el porno.
El porno, para muchos, es un pecado de comodidad, un tipo de terapia. ¿Tienes un día estresante? Siéntate y relájate. ¿Estás enojado o enojada con tu cónyuge o ansioso por un examen que se avecina? Trae tus preocupaciones a la pantalla de la computadora. ¿Estás solo? ¿Triste? ¿Amargado, aburrido u ocupado? La puerta está siempre abierta. Le llevamos nuestros problemas al porno, el terapeuta barato y engañador, listo para aliviar las luchas de un largo día.
Cuando mi amigo se preguntaba si es que su pecado sexual era realmente su problema, él quería decir esto. Él usaba el porno para medicar su amargura retenida hacia aquellos que eran injustos con él, su envidia hacia quienes no tuvieron su infancia y la soledad que sentía (incluso en la iglesia). Él transformó el porno en su antidepresivo, su tratamiento, su consejero. Su problema más profundo: los muchos pecados que enfrentó dedicando poco o nada de tiempo, los pecados respetables que a su grupo de rendición de cuentas no les preocupaba mucho.
El camino de cabras que usa el enemigo
Nuestro enemigo sabe esto. Por años, ha estado usando el porno para distraernos del camino de cabras.
¿Quién puede olvidar la última batalla de los 300 espartanos en Termópilas? Totalmente superados, se aferraron, batallando por tres días contra el rey Jerjes y su ejército de 150.000 soldados. Desgarraron a su cazador como un león acorralado. Su última batalla fue legendaria.
No obstante, estos poderosos guerreros fueron vencidos por un camino de cabras. Sin ser usado para el combate, permanecía ahí sin llamar la atención, era meramente un camino para los animales de carga. Hasta que Efialtes, un griego nativo, reveló el conocimiento de este camino al enemigo. Los persas atacaron por detrás. Ahora, burlados, la derrota de los espartanos era inevitable.
Satanás ha estado usando el camino de cabras con muchos que batallan contra la inmoralidad sexual. Caemos demasiadas veces, no por la lujuria que ataca de frente, sino que por la daga del pecado respetable que apuñala por la espalda. Intentamos pelear contra el pecado sexual de frente, pero nunca volvemos a confrontar nuestro orgullo, nuestra codicia, nuestra glotonería. Nos enfocamos en el pecado escandaloso del porno y no escuchamos cómo la pereza sube sigilosamente por detrás. ¿Sabemos qué pecados nos matan antes de que la lujuria termine con nosotros?
El porno podría no ser el pecado amenazante más grande.
Consejeros rivales
Entonces, ¿qué hacemos?
No te rindas en lo que ya has estado haciendo: atacar el porno ante nosotros. Cuando iniciamos la batalla contra nuestro enemigo impuro que podemos ver, comenzamos a notar que se acerca sigilosamente por la espalda. Solo cuando comenzamos a decir que «no» a las cosas fáciles que están afuera somos forzados a volver y a lidiar con lo que nos persigue desde los arbustos.
Cuando le dices que «no» a los pensamientos carnales, ¿fluyen pronto de tu mente sentimientos de enojo hacia tu hermana? Cuando cierras tu computadora portátil, ¿te sientes abrumado por la ansiedad nuevamente? Cuando estás fuera y sales a dar un paseo, ¿ves con más claridad que en realidad has estado agotado por los esfuerzos frenéticos de agradar a las personas? El uso del porno, para muchos, es el hedor que cubre una multitud de pecados.
Cuando acudimos al porno para tener terapia, acudimos a él como un salvador sustituto. Sin embargo, cualquier oferta que haga el porno, Jesús puede doblarla.
¿Acudes al porno después de un largo día de trabajo cuando estás cansado? Jesús llama: «Vengan a mí, todos los que están cansados y cargados, y yo los haré descansar» (Mt 11:28)
¿Eres vulnerable a la impureza cuando te pones ansioso? El Consolador de almas dice: «Las paz les dejo, mi paz les doy; no se la doy a ustedes como el mundo [o la pornografía] la da. No se turbe su corazón ni tenga miedo» (Jn 14:27).
¿Eres infeliz? ¿Estás deprimido? ¿Estás afligido? Él te atrae para que vayas y recibas su gozo: «Estas cosas les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea perfecto» (Jn 15:11).
¿Vas a imágenes explícitas para encontrar vida y satisfacción? Jesús exclusivamente afirma: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn 14:6).
¿Te sientes no amado? «Como el Padre me ha amado, así también yo los he amado; permanezcan en mi amor» (Jn 15:9).
El porno es un problema en la vida de cada persona que se permite verlo. No obstante, el uso del porno puede estar tapando tus verdaderos problemas. Rinde cuentas. Di que «no» a la lujuria cuando llama a la puerta. Luego comienza a identificar y combatir aquellos pecados que podrías estar intentando evitar.