volver

Título original en inglés: «Alegría expandida: diez maneras de notar las misericordias diarias de Dios».

¿Lamentas que los momentos de belleza, alegría y risa en tu vida sean tan momentáneos? Es como uno de esos videos de Instagram de un niño pequeño sonriendo con entusiasmo y aceptando un trozo de limón («¡oh, nueva comida!), para dar paso a la fruncida y confusa expresión: «espera, ¿qué?». Los momentos de alegría son tan fácilmente consumidos por pequeñas y grandes intromisiones. Estos interruptores de alegría podrían ser el próximo desafío difícil en tu lista de quehaceres cada vez más grande un día específico o las noticias impactantes del diagnóstico de cáncer de un ser amado. Ya sean pequeños o monumentales, los desafíos y dolores de la vida en este mundo rápidamente pueden eclipsar nuestra percepción del bien que Dios trae a nuestras vidas.

¿Qué podemos hacer al respecto? He estado considerando últimamente cómo amplificar momentos excepcionales de alegría o belleza que Dios me da. Quiero que sean experiencias de agradecimiento que duren más y que sean más perdurables, que coexistan con el dolor, la pena y la lucha constante con el pecado. La respuesta no es cubrir nuestros ojos y esconder nuestra cabeza en la arena en relación con los aspectos difíciles de la vida. A veces estas intromisiones de sufrimiento o pecado son simplemente demasiado enormes y demasiado trágicas para ignorarlas. Lo que quiero es a-l-a-r-g-a-r la alegría un poquito más. Quiero que permanezca más en mi vida. ¿Cómo podríamos expandir estos momentos a fin de que hagan una impresión más profunda, más perdurable en nuestros corazones?

Un punto de partida es aceptar que el dolor y la alegría coexisten en esta vida. Nos guste o no, ambos son visitas en nuestra casa al mismo tiempo. No son experiencias secuenciales, sino simultáneas. Demasiado a menudo cuando la vida es difícil, pienso: «si tan sólo pudiera superar esta dificultad, esta tristeza, esta lucha con el pecado, entonces, podré experimentar alegría». Sin embargo, el apóstol Pablo describió esta experiencia como «entristecidos, pero siempre gozosos» (2Co 6:10). El diseño de Dios es que note y aprecie su bondad y cuidado en medio de las pruebas inevitables. Pablo lo dice de esta manera: «estén siempre gozosos. Oren sin cesar. Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús» (1Ts 5:16-18).

Como a mí, ¡probablemente encuentres más fácil decir esto que hacerlo! Me anima el hecho de que Jesús recorrió este camino antes que yo. Su vida completa fue dificultad y alegría entrelazadas. Quizás esto se ve más claramente en la noche de su crucifixión cuando Jesús habló extensamente con sus discípulos y pronunció estas extraordinarias palabras: «estas cosas les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea perfecto» (Jn 15:11). Nuestras alegrías más profundas y nuestros agradecimientos más grandes están atados a su obra redentora por nosotros. Permanecemos en Él (Jn 15:4-5). No obstante, sus misericordias no sólo están relacionadas con la salvación. Él cuida de sus hijos ahora al otorgar una multiplicidad de bondad tangible cada día. Entonces, ¿cómo podemos crecer en gratitud y notar estas cosas? Permíteme sugerir diez maneras en que podemos alargar una alegría momentánea a una postura más perdurable de gratitud.

  1. Abre tus ojos y reduce la velocidad. Si «este es el día que el Señor ha hecho» (Sal 118:24), pídele a Dios que te haga más consciente de su obra y sus caminos a lo largo de tu vida. Pídele ojos que noten misericordias frescas. Pídele que te ayude a crecer en agradecimiento por su cuidado.
  2. Recuerda que no estás solo. Jesús, por su Espíritu, está presente contigo en cada paso de tu día, ya sea que se sienta como verdes pastos o como un valle de sombra de muerte (Sal 23:1-4).
  3. Cuando tu corazón es conmovido por la alegría (un hermoso amanecer, la primera palabra de tu hijo, alguna cosa graciosa que hizo tu perro, la bondad de un vecino), velo como la bondad de Dios hacia ti en ese momento. Agradécele en ese momento como el Dador de este buen regalo. Pídele que te ayude a cultivar un asombro como el de un niño para que no te pierdas ni la más mínima bendición.
  4. Contempla las bendiciones espirituales que tienes debido a tu unión con Cristo. Comienza el día pidiéndole a Dios que te ayude a experimentar la realidad de que vives bajo su bendición, porque eres su hijo, Él está sonriendo, no está con el ceño fruncido.
  5. Prioriza el agradecimiento en la oración. Es fácil saltar rápidamente a la intercesión y a la súplica. Pero recuerda el aliento del viejo himno: «ve tus bendiciones, cuenta y verás; [lo que Dios ha hecho en tu vida ya]». Habla no sólo de lo que tú quieres que Él haga por ti, sino que también de lo que Él ha hecho por ti.
  6. Pasa un par de minutos al final de cada día recordando los lugares donde sentiste que Dios te encontró. Esto es especialmente importante si tiendes hacia el lado de la melancolía del espectro del temperamento o si es que hay penas actuales y profundas en tu vida. Pregunta: «¿dónde he visto la bondad de Dios conmigo este día?».
  7. Ten un diario de gratitud. Escribe esos regalos de la bondad de Dios, pequeños y grandes.
  8. Cuéntale a alguien más sobre tu experiencia de alegría. Una bendición compartida es una bendición ampliada. Testificar la bondad de Dios de maneras específicas aleja la duda que podría aparecer en medio de las dificultades actuales de tu vida.
  9. Mantente alejado de una mentalidad de escasez y de la visión del carácter de Dios como alguien tacaño. Él es un Padre generoso (Lc 12:32; Ro 8:32). Demasiado a menudo siento como si estuviera aguantando mi respiración, sólo esperando que algo malo suceda. La gratitud me ayuda a exhalar, pues corta de raíz la queja y el cinismo.
  10. Enmarca las cosas difíciles admitiendo la soberanía de Dios y su cuidado amoroso sobre tu vida. En esencia, lamentar bien en realidad abre la puerta a la gratitud. Esta no es una alegría artificial, una falsificación de esas tarjetas de felicitación cursis, sino una convicción ganada con esfuerzo de que mi Salvador probado y verdadero está obrando redentoramente en mi vida y en el mundo.

Finalmente, estas prácticas deben ser bendecidas por Dios e inundadas por su Espíritu. Expandir la alegría y abrazar la gratitud no son proyectos de autoayuda. Dependemos de la obra del Espíritu, quien ablanda nuestros corazones y nos da ojos para contemplar el esplendor de su obra providencial en nuestras vidas. Expandir los momentos de alegría es un acto de fe, en el cual vemos a Jesús en los ojos de nuestra mente sentado en su trono, alcanzando sus buenos propósitos en nuestras vidas; en medio de la belleza y el quebranto por igual (Heb 2:9).

Ante nosotros se encuentra la promesa de las palabras de Jesús: «por tanto, ahora ustedes tienen también aflicción; pero Yo los veré otra vez, y su corazón se alegrará, y nadie les quitará su gozo» (Jn 16:22). En ese punto, cuando lo veamos cara a cara, nuestro gozo y gratitud se extenderán a la eternidad.

¿Quieres aprender más sobre la vida y ministerio de Pablo, y cómo él nos muestra lo que significa alegrarnos siempre y mucho más? Regístrate hoy para unirte a nosotros en nuestra 2025 CCEF National Conference: To Live Is Christ: The Life & Ministry of Paul [Conferencia Nacional CCEF 2025: vivir es Cristo: la vida y el ministerio de Pablo, que se realizará en Hershey, Estados Unidos].


Este artículo fue traducido íntegramente con el permiso de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) por María José Ojeda, Acceso Directo, Santiago, Chile. La traducción es responsabilidad exclusiva del traductor. 
Esta traducción tiene concedido el Copyright © (24 de abril de 2025) de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). El artículo original titulado «Alegría expandida: diez maneras de notar las misericordias diarias de Dios». Copyright © 2024 fue traducido por María José Ojeda, Traductora General, Acceso Directo. El contenido completo está protegido por los derechos de autor y no puede ser reproducido sin el permiso escrito otorgado por CCEF. Para más información sobre clases, materiales, conferencias, educación a distancia y otros servicios, por favor, visite www.ccef.org.

 

Photo of Mike Emlet
Mike Emlet
Photo of Mike Emlet

Mike Emlet

Mike Emlet es miembro de la facultad de CCEF. Es Doctor en Medicina, grado que obtuvo en la Universidad de Pennsylvania y un Máster en Divinidad, obtenido en Westminster Theological Seminary. Trabajó como médico familiar por más de diez años antes de unirse a CCEF. Ha aconsejado por muchos años y es autor de CrossTalk: Where Life and Scripture Meet [disponible solo en inglés], que explora el uso de la Escritura en la consejería, así como también de Descriptions and Prescriptions: A Biblical Perspective on Psychiatric Diagnoses and Medications [disponible solo en inglés]. Mike está casado con Jody, y tienen dos hijos. Es miembro activo de su iglesia en la ciudad y disfruta de jardinear, acampar y fabricar vasijas en un torno de alfarero.
Otras entradas de Mike Emlet
Carta abierta a un pecador
 
Carta abierta a un santo desanimado
 
Por qué cedemos a la tentación
 
La monotonía del desierto: ¿solo estás marcando el paso?