Título original en inglés: “One Thing Every Church Can Do about Suffering”
Este artículo es parte de una serie para pastores sobre problemas que todos tenemos. Los otros problemas que se abordan aquí son el enojo, la culpa, la adicción, el temor y la vergüenza. Todo cristiano debe tener cada vez más sabiduría en cuanto a ellos.
Las dificultades y los problemas invaden la vida cotidiana. No podemos sobrestimar nunca el sufrimiento en nuestras iglesias. De las luchas que existen en cada alma humana (la culpa, la vergüenza, el temor, el enojo, las tentaciones), el sufrimiento parece tocarlos a todos. Aquí encontramos problemas de salud, pérdida, conflictos, pobreza, abuso , injusticia y mucho más.
Puesto que es una lucha diaria, esperaríamos que la Palabra de Dios hable con frecuencia sobre nuestro sufrimiento y, ciertamente, lo hace. Junto con esas ricas palabras, vivimos en una era en la que cada semana está marcada por la aparición de otro excelente libro que aborda algún tipo de sufrimiento y en la que cada día aparecen docenas de buenas publicaciones. No carecemos de buena instrucción. Sin embargo, aún vemos esto: aunque somos bendecidos por las personas cuya fe en Jesús se despliega imponentemente en medio de sus dificultades, muchos otras están sufriendo en silencio sin saber qué hacer ni adónde ir. Les sorprende que esto pudiera ocurrirle a un hijo de Dios. El buen cuidado pastoral mantiene a la iglesia sufriente a la vista y siempre está buscando maneras de pronunciar palabras oportunas en sermones y en el cuidado individualizado.
Tenemos tantas buenas palabras disponibles para nosotros y tenemos acceso a muchísimas listas con lo mejor que Dios dice sobre el sufrimiento (incluyendo una en este artículo). No obstante, si tuviera que escoger una, sobre la cual, creo, que se sostiene todo lo demás, sería esta: «[…] Derramen su corazón delante de Él [el Señor] […]» (Sal 62:8).
Esto fue algo que Job, Ana, David, Habacuc y Jesús vivieron. Oseas lo identifica como la característica definitoria del pueblo de Dios y la reticencia a vivirlo como un pecado característico: «Y no claman a mí de corazón cuando gimen en sus lechos […]» (Os 7:14). Derramar nuestros corazones al Señor es esencial en la enseñanza de la Escritura sobre el sufrimiento. Es el mensaje de casi todo los salmos.
Sin embargo, no es natural para nosotros ser así de vulnerables; es uno de los aspectos más desafiantes de nuestro llamado y comunión con Jesús. A continuación, verás algunas preguntas que te llevarán a considerar lo que brota de esta fundamental enseñanza.
- ¿Derramas tu corazón al Señor? ¿Hablas sobre tus dificultades con otras personas de tu iglesia? Hay una conexión entre lo que pasa en nuestra relación con el Señor y lo que ocurre en nuestro ministerio. Si no hablas sobre tus propias dificultades, tu iglesia probablemente se quedará corta respecto a la apertura que esperas elogiar.
- Piensa en la cultura de tu iglesia, ¿se está convirtiendo en un lugar donde quienes sufren pueden hablar abiertamente? ¿Hay historias públicas compartidas por personas de tu iglesia que han aprendido a derramar sus corazones al Señor?
- ¿Han invitado a hablar a personas con diagnósticos psiquiátricos? Estos diagnósticos son una forma de sufrimiento y son un buen caso de prueba para evaluar cómo la congregación derrama sus corazones. Quienes están tomando medicamentos psiquiátricos, ¿están hablando con alguien de la iglesia sobre sus dificultades?
- ¿Hay quejas? Si las hay, significa que las personas están gimiendo en sus lechos, pero no están hablando con el Señor.
A medida que nuestra iglesia se acerca a esta característica clave del Reino de los cielos y las personas hablan más con el Señor y entre ellos, lo que sigue es aprender cómo responder bien a quienes hablan abiertamente. La mayoría de nosotros nos hemos arriesgado a compartir nuestros corazones y hemos recibido respuestas imprudentes de otros. Y gran parte de nosotros les ha dado respuestas imprudentes a quienes han tomado esos riesgos con nosotros. Como iglesia, debemos crecer en respuestas humildes, gentiles y acompañadas de una preocupación a largo plazo. Un punto de partida es pedir perdón.
¿Cuáles son los próximos pasos para tu iglesia? Maduremos juntos mientras aprendemos a hablar con el Señor desde nuestros corazones.
Este artículo fue traducido íntegramente con el permiso de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) por María José Ojeda, Acceso Directo, Santiago, Chile. La traducción es responsabilidad exclusiva del traductor.
Esta traducción tiene concedido el Copyright © (15 de septiembre, 2021) de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). El artículo original titulado “One Thing Every Church Can Do about Suffering” Copyright © 2017 fue traducido por María José Ojeda, Traductora General, Acceso Directo. El contenido completo está protegido por los derechos de autor y no puede ser reproducido sin el permiso escrito otorgado por CCEF. Para más información sobre clases, materiales, conferencias, educación a distancia y otros servicios, por favor, visite www.ccef.org