Querida Fabs:
Sé que la odias. Sé que odias esa nerviosa sensación que aparece cuando ves que personas dejan la conversación y sabes que no podrás controlar lo que van a hacer después. Sé que odias ese temible destello de enojo que inunda tu alma y que ofrece protegerte del miedo que realmente sientes cuando escuchas lo que otra persona está diciendo de ti; cómo están contando tu historia con palabras que parecen incorrectas e inadecuadas.
Sé que odias las vueltas que da tu mente mientras estás acostada en tu cama e intentas dormir —sabiendo que el mundo seguirá dando vueltas si cierras esos ojos y que por eso pierdes el control de estar al tanto de lo que sucede— y el pánico es tan real.
Sé que odias la ilusión de controlarlo todo. Sé que odias la manera en que tu mente te tienta con los «si tan solo». Si tan solo pudieras tomar mejores decisiones. Si tan solo pudieras tener más información. Si tan solo hubieses elegido mejor. Si tan solo pudieras usar las palabras correctas… Entonces serías capaz de controlar su dolor, proteger a quienes amas y ser comprendida.
La realidad es que sí existen algunas cosas que Dios nos ha confiado a nosotras. Mientras aún gobierna soberanamente sobre nosotras, con sus manos envolviendo las nuestras incluso mientras nosotras dirigimos, Él también nos ha dado la capacidad de tomar decisiones reales dentro del tiempo real. Y así esta rendición de control tiene dos caras: (1) aceptar las cosas de las cuales nunca tuviste control en ninguna forma y (2) también rendir el control de las cosas que puedes ser capaz de controlar, no porque tengas que hacerlo, sino porque quieres hacerlo.
En lugar de apretar más fuerte, puedes relajarte y sentir cómo sus manos te envuelven con más fuerza. Puedes acercarte más a Él, su pecho contra tu espalda para que puedas sentir hacia dónde Él se dirige. En algún momento, tú simplemente sacarás tus manos, te rendirás y te entregarás.
Porque esta es la verdad: Él podría haber llamado a ángeles para que bajaran. Jesús podría haber detenido esa marcha hacia la cruz.
Él también tuvo opciones. En lugar de decirle a ese leproso que no le contara a nadie, Él podría haber cosido su boca para mantenerla cerrada o podría haber conducido sutilmente el espíritu de ese chico para que no hablara. Sin embargo, al contrario, Él que controla todas las cosas por el poder de su Palabra, resistió el impulso del control. Él dejó que su Padre lo defendiera, peleara, decidiera, dirigiera y gobernara. Él no tenía que hacer eso. Él es el único hombre que en realidad podía controlar lo que pasaba cuando las personas se iban de la habitación donde estaban, pero, en lugar de ello, Él se hizo como nosotros en todo aspecto. Él se transformó en alguien que sabe cómo se siente ceder el control.
Búscalo ahora.
No dejes que esto sea una comprensión intelectual de una doctrina gloriosa. Permite que este sea un Hombre que se sienta contigo en esta mesa y te cuenta su historia, que te cuenta cómo se sintió cuando Él ya no podía ministrar tan públicamente como a Él le habría gustado porque las personas que Él sanó ni siquiera pudieron agradecerle al hacer lo que Él les pidió. Escúchalo decirte cómo se sintió dejar que los soldados pensaran que tenían todo el triunfo en sus manos. Escúchalo contarte cómo se sintió en el momento en que Satanás mismo se burló del Hijo de Dios. Él sabía que podía hacer todas las cosas; sabía que podía hacer cualquier cosa, pero Él resistió el impulso de demostrarlo. En lugar de ello, se confió a sí mismo a su fiel Padre.
Fabs: este hombre es tu Dios y también es tu amigo. Encuéntralo y escúchalo. Él sabe cómo es.
Este hombre es tu asombroso consejero que, si lo escuchas, te dirá que aunque es tremendamente aterrador y doloroso, se puede encontrar libertad al confiarte a ti misma al fiel Creador y al continuar haciendo el bien. Se puede encontrar libertad, no solo al aceptar lo que no puedes cambiar, sino que a veces, al dejar ir aquello que en realidad sí podrías cambiar.
Así es cómo aprendes a obedecer, Fabs; y cuándo aprendes a obedecer, Fabs. Cuando tu enemigo te ofrezca tener el control, te ofrezca la ilusión de tomar tu vida en tus propias manos y te diga que te llevará al mismo lugar, o quizás incluso a un mejor lugar, en esos momentos, aprendemos la obediencia.
Oh, Fabs, respira profundo y recuerda que, de todas formas, no tienes idea cómo obtener lo que realmente quieres. Dale el control a Aquel cuyo constante amor lo une a tu bien, cuyas promesas de bondad te llevan por los caminos difíciles solo si es necesario y cuya sabiduría lo capacita para ver cómo los detalles del hoy se alinean con el destino que finalmente deseas.