Mientras escribo esto, mi hija menor cumple treinta y siete años. Parece que los cumpleaños de mis hijas, más que el mío, tienen una forma especial de hacerme sentir mi edad: ¿cómo es posible que la menor de mis tres hijas esté ahora al fin de sus treinta?
Sin embargo, estos pensamientos fugaces sobre el envejecimiento dan cabida a reflexiones sobre el pasado y sobre cuánto más simple se sentía criar hijas hace tres décadas. (Lo gracioso es que recuerdo a mi mamá diciéndome lo mismo cuando mis hijas eran pequeñas). Busqué criar a mis hijas para resistir la gigantesca ola del feminismo que amenazaba mi femineidad. Mis hijas son, hasta este día, madres capacitadas y dedicadas. No obstante, hoy el mundo parece un lugar más aterrador de lo que lo fue entonces; y la maternidad, una tarea más amedrentadora. ¿Cómo mis nietas, tan felices y despreocupadas en su niñez, resistirán las mentiras e insultos que el mundo de seguro les arrojará?
Con toda la confusión cultural sobre los asuntos relacionados al género, podríamos ser tentadas a entrar en pánico y a botar el cuaderno de estrategias bíblicas. Sin embargo, no debemos estremecernos mientras seguimos el plan del Evangelio para criar a nuestras hijas. Tampoco podemos ser apáticas, asumiendo que un hogar cristiano o una buena iglesia serán las vacunas en nuestras hijas contra los tóxicos mensajes del feminismo. Necesitamos estar alerta y ser astutas, preparando a nuestras hijas para discernir y rechazar la falsa enseñanza sobre la femineidad de nuestra cultura (1P 5:8; Mt 10:16). Debemos apegarnos a la Escritura mientras caminamos en el mismo sendero de fidelidad como madres piadosas que hay ante nosotras.
Cómo entrenar a tus hijas para ser mujeres
La maternidad, como siempre, requiere una siembra fiel. Cuando plantamos un jardín, no lanzamos las semillas a la tierra al azar ni esperamos hileras ordenadas de nuestros vegetales favoritos. Al contrario, seleccionamos nuestras semillas y plantamos hileras derechas con el fin de segar una buena cosecha. De la misma manera, debemos ser intencionales en sembrar las semillas de la femineidad bíblica en la vida de nuestras hijas.
Dicho de manera simple, la femineidad bíblica es el diseño precioso de Dios para las mujeres como se revela en la Biblia. De hecho, cuando Pablo le dice a Tito cómo construir una iglesia que ilumine una era oscura y malvada con el Evangelio, él le dice que se asegure de que las ancianas traspasen el corazón y los hábitos de la femineidad piadosa a las mujeres más jóvenes (Tit 2:3-5).
Como madres cristianas, no debemos descuidar la inclusión de los fundamentos de la femineidad bíblica en la educación de nuestras hijas. Reflexiona en eso: ¿estoy preparando a mi hija para ser el tipo de mujer que es lo suficientemente fuerte para someterse a su esposo? ¿Lo suficientemente determinada para llevar a cabo la difícil tarea de criar hijos? ¿Lo suficientemente creativa para construir un hogar que sea un invernadero y un faro, cultivando el mensaje del Evangelio y emitiéndolo a un oscuro mundo? ¿Lo suficientemente inteligente como para ver de qué manera estudiar historia, hermenéutica y horticultura puede ser usado en su misión del Evangelio?
Un tipo de mujer diferente
«El hecho de que yo sea mujer no me hace un tipo de cristiana diferente, pero el hecho de ser cristiana sí me hace un tipo de mujer diferente», escribió Elisabeth Elliot una vez. Si queremos criar a nuestras hijas para ser un tipo diferente de mujer (inconformes en un mundo que enloquece insurgentes por causa del Evangelio), debemos asegurarnos de darles entrenamiento estratégico y especializado. Debemos enseñarles tanto la belleza como los fundamentos bíblicos de la femineidad a través de nuestro fiel ejemplo (aunque defectuoso) y nuestra enseñanza misericordiosa.
Debemos también arrancar las malezas del feminismo que nuestra cultura siembra y que pueden echar raíz en el corazón de nuestras hijas. Cuando mis hijas aún estaban en los años de preadolescencia, noté que, a pesar de mis mejores esfuerzos por cultivar el corazón y los hábitos de femineidad bíblica, ciertas ideas feministas se habían escabullido en sus pensamientos. Decidí leer junto a ellas el libro de Elisabeth Elliot, Dejadme ser mujer, que ayudó a desmitificar la propaganda feminista y demostró ser una etapa definitoria para aprender a deleitarse en el diseño de Dios para la mujer.
Fiel y llena de fe
Más importante, la maternidad fiel requiere fe. Sembramos semillas en la tierra, pero al principio, no vemos cómo o incluso si están creciendo. Simplemente, las cuidamos, las regamos y repetimos. Las semillas no brotarán si no plantamos. No sobrevivirán si no arrancamos las malezas. No se desarrollarán si no las regamos. Sin embargo, finalmente, tenemos que confiar en que Dios las hará crecer (1Co 3:6). Él promete que recogerá una cosecha si no nos rendimos (Ga 6:9).
¿Cómo evitamos rendirnos? Nos recordamos a nosotras mismas que no importa cuánto empuje y cambie nuestra cultura, la verdad, la relevancia y el poder de la Escritura permanecerán. Dios aún está a cargo. Por las edades él se sienta en el trono. Él gobierna sobre las estaciones, las estrellas y las grandes olas del feminismo (Sal 29:10). Él es el Dios que diariamente nos sostiene a través de cada día malvado (Sal 68:19). Debido al amor constante de Cristo, la madre que siembra con lágrimas cosechará alegría (Sal 126:5).
Carolyn Mahaney © 2018 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda

