La coexistencia del temor con el gozo y el florecimiento humano parece ser difícil de entender para muchas personas. Sin embargo, el salmista dice: «Adoren al Señor con reverencia, y alégrense con temblor» (Sal 2:11). El temor y el gozo no solo pueden existir al mismo tiempo, sino que deben hacerlo.
La combinación de temor con gozo no está limitada al Antiguo Testamento; el Nuevo Testamento está lleno de pasajes de advertencia dirigidos a los cristianos (o al menos a aquellos que tiene todo indicador externo de ser salvo), los cuales obtienen su fuerza motivacional de la producción de temor. Estos pasajes de advertencias existen junto con pasajes de seguridad que acentúan la confianza, la esperanza, la seguridad y el gozo que tenemos en nuestra fe.
El temor al temor
Los no creyentes se han burlado y han rechazado por mucho tiempo el rol del temor en la enseñanza y en la proclamación cristiana. Bertrand Russell ilustremente se enfocó en el temor en su crítica del cristianismo a principios del siglo XX. Él argumentó que: «La religión se basa, principalmente, a mi entender, en el miedo… El miedo es el padre de la crueldad y, por lo tanto, no es de extrañar que la crueldad y la religión vayan de la mano. Se debe a que el miedo es la base de estas dos cosas».
De la misma manera, los cristianos parecen estar terriblemente aterrados del temor. Queremos acentuar la motivación de emociones positivas tales como el amor y la gratitud y tendemos a incomodarnos mucho con cualquier uso del temor que llame a motivar la conversión o el crecimiento en santidad. Tal temor al temor, sin embargo, tiene un costo, y como resultado los pasajes de advertencia a lo largo de la Escritura son descuidados o son sobre interpretados.
Muchos líderes cristianos parecen estar determinados a convencer a su audiencia de que nunca deben experimentar cualquier incomodidad emocional al contemplar la santidad, la justicia y el juicio de Dios; «el temor al Señor» siempre es comprendida como respeto o asombro y nunca, nos dicen, indica que debemos realmente temer a Dios.
Amenazas divinas
Esta evasión de exhortación aterradora dirigida hacia los creyentes e incrédulos basados en la realidad del juicio justo y santo de Dios no fue compartida por los autores de la Biblia. No hay espacio para explorar los muchos pasajes de advertencia, pero podemos considerar brevemente muchas amenazas directas hechas por Jesús a través de Juan a su iglesia en el libro de Apocalipsis.
Éfeso: «Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio. Si no, vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar, si no te arrepientes» (Ap 2:5).
Pérgamo: «Por tanto, arrepiéntete; si no, vendré a ti pronto y pelearé contra ellos con la espada de mi boca» (Ap 2:16).
Tiatira: «Por eso, la postraré en cama, y a los que cometen adulterio con ella los arrojaré en gran tribulación, si no se arrepienten de las obras de ella» (Ap 2:22).
Sardis: «Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; guárdalo y arrepiéntete. Por tanto, si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti» (Ap 3:3).
Laodicea: «Te vomitaré de mi boca… Sé, pues, celoso y arrepiéntete» (Ap 3:16, 19).
Juan no continúa hablando de estas amenazas, asegurándole a sus receptores que en realidad no aplicaban, no eran realmente severas o no querían decir lo que aparentemente decían. Él no parece preocupado por el posible malestar emocional; las amenazas que producen temor eran necesarias para despertar y sacudir a los cristianos y motivarlos al arrepentimiento, a la perseverancia y a la fidelidad.
Por lo tanto, ¿cómo reconciliamos el uso bíblico de las apelaciones y amenazas del temor con nuestra convicción cultural generalizada de que tal retórica debe ser rechazada? Una investigación reciente hecha por teóricos argumentativos sobre la evaluación de las amenazas en la argumentación apuntan a muchos puntos de evaluación.
Amenazas legítimas
El contexto es clave para determinar si es que una amenaza es apropiada. Por ejemplo, si un vendedor concluye que sus ventas caen al amenazar con golpear en el rostro a alguien si no compra su aspiradora, el contexto sugiere que la amenaza es inapropiada. De la misma manera, no quisieras concluir una proposición de matrimonio con una amenaza. Sin embargo, las amenazas son apropiadas en otros contextos. Un decano puede amenazar a un estudiante con ser expulsado por plagio y un juez puede amenazar con quitarte la licencia por conducir bajo los efectos del alcohol. La legitimidad de una amenaza depende del contexto y de si quien amenaza tiene una autoridad legítima.
La Biblia revela a un Dios que es soberano y poderoso, la autoridad legítima suprema. Puesto que es nuestro Creador, le pertenecemos a él y tiene todo el derecho para mandarnos, amenazarnos y juzgarnos. Esta realidad es, por supuesto, ofensiva y contraria a las ideas de la autonomía humana suprema y de la autodeterminación. Queremos estar a cargo y queremos determinar por nosotros mismos lo que debemos y no debemos hacer, pero tales aspiraciones no se alinean con la realidad o con la capacidad humana. Siempre fallaremos cuando intentemos jugar a ser Dios; nuestros débiles cuerpos humanos no fueron construidos para eso.
Amenazados por amor
Una autoridad legítima aún puede ser criticada por el uso inapropiado, autoritario o cruel de las amenazas, pero en este punto el carácter y las intenciones de quien amenaza se tornan muy importantes. ¿La persona que amenaza es cruel, vengativa, arbitraria y desconsiderada o es amorosa, preocupada y amable? ¿Cuál es la intención de esa persona para amenazar? ¿Tiene la intención de humillarte, manipularte o herirte o tiene la intención de amenazarte para llevarte al bienestar, a la plenitud y al florecimiento?
El amor de Dios por nosotros en nuestro quebranto y pecado es el tema principal a lo largo de la Biblia. Mientras todavía éramos débiles, pecadores perversos, Dios demostró su amor por nosotros por medio de la muerte de Jesús en nuestro lugar (Ro 5:8). El amor de Dios por la humanidad rebelde y quebrantada lo motivó a enviar a su Hijo para rescatarnos (Jn 3:16). Dios tiene la intención de que sus advertencias y amenazas nos motiven a arrepentirnos, a perseverar y a crecer en santidad: este es el camino al shalom, a la plenitud y al florecimiento humano. El rechazo del pecado y la búsqueda de santidad llevan a una vida cada vez más libre de las adicciones debilitantes y del pecado que deshumaniza y destruye.
Vivir con temor y gozo
El temor y el gozo saludables en el Dios de nuestra salvación no solo pueden ir juntos, sino que deben hacerlo. Nunca encontraremos gozo en Dios mientras vivimos voluntaria y constantemente sin confesar nuestros pecados.
No encuentro la motivación para huir de la tentación y del pecado al asegurarme a mí mismo que el pecado no es peligroso o que mis decisiones no importan; la motivación viene, en parte, al reconocer el terrible peligro que el pecado posee, incluso para los cristianos. Este temor, sin embargo, no es debilitante o destructivo; nos motiva a aferrarnos a Cristo en una fe y verdad desesperada y perseverante. Tal dependencia constante por medio de la fe produce un gozo impronunciable y glorioso (1P 1:8).