Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
¿Cómo seguir adelante cuando sentimos que esta vida no tiene sentido, como cuando tratamos de mantenernos a flote y sentimos que solo estamos pasando el tiempo hasta que esta vida llegue a su fin? Es una pregunta dura y honesta de Fred, un caballero anciano, que no nos ha contado su edad exacta. Fred nos escribió para decirnos lo siguiente: «Pastor John, evito este pensamiento porque no deseo ir por ese camino, pero en lo más profundo de mi ser anhelo la muerte porque me liberará de, lo que considero, hasta el momento, una vida bastante triste. Los momentos gozosos de mi relación con Dios parecen ser muy poco frecuentes ahora y parece que mi vida es realmente una cuestión de pasar el tiempo hasta que Jesús regrese o me lleve a casa. ¿Qué me aconseja? Me siento realmente cansado».
Lo primero que me gustaría decirle a Fred es que sentirse cansado de este mundo en la vejez es normal y bueno. Es normal porque nuestra energía se está agotando con la edad. Es bueno, porque en este mundo quebrantado, los cristianos no están realmente en casa. Nuestra ciudadanía está en el cielo y hemos sido diseñados para ser nuevas criaturas en Cristo para un cielo nuevo y una tierra nueva con cuerpos glorificados. Así que no seas tan duro contigo porque te sientes cansado de este mundo viejo, corrupto, moribundo y desgastado. Tú fuiste hecho para algo mejor que ya viene.
Sin embargo, lo que sí es pecaminoso es dejar que nuestro cansancio y desánimo se vuelvan negativos, sin esperanza, sin alegría o sin sentido. Permítanme que intente ayudar a Fred mencionando cinco o seis cosas que podrían servir de aliento y de orientación.
Recuerda sus promesas
Mantén las promesas de Dios en tu mente día y noche. Algunas han sido maravillosamente diseñadas para gente mayor como nosotros. Isaías 46:3-4 dice:
Escúchenme, casa de Jacob,
Y todo el remanente de la casa de Israel,
Los que han sido llevados por mí desde el vientre,
Cargados desde la matriz.
Aun hasta su vejez, Yo seré el mismo,
Y hasta sus años avanzados, Yo los sostendré.
Yo lo he hecho, y Yo los cargaré;
Yo los sostendré, y Yo los libraré.
En otras palabras, no es que la grandeza de nuestro Dios nos exija cargarlo en carretas como los dioses babilónicos, sino que Él muestra su fortaleza en cargarnos a nosotros.
Mientras más nos debilitamos, más preciosa es esta promesa. Guarda las promesas de Dios en tu mente, especialmente aquellas diseñadas para nosotros.
Nunca olvides que no estás aquí por accidente. Dios te dio la vida y Dios te la quitará. Job 1:21 dice: «El SEÑOR dio y el SEÑOR quitó; bendito sea el nombre del SEÑOR». Dios no hace nada al azar ni por capricho. Él tiene razones sabias y gloriosas para hacer todo lo que hace, aun cuando nosotros no podamos entenderlas.
Todavía estás en esta tierra por una razón divina. Tu vida no carece de sentido. No es un accidente que estés aquí. Dios es soberano. Si aún estás aquí, es porque Él tiene buenas razones para hacerlo. Cuenta con esto, confía en Él.
Apaga el televisor
No mediques tu tristeza y abatimiento con televisión. No dudo que algunas cosas le den recreación sana e inocente a tu mente. Pero son muy escasas. En su mayoría la televisión y los avisos comerciales apartan tu alma de Cristo. No promueven santidad ni pureza ni mentalidad celestial ni nobleza de alma. Te hacen sentir insignificante, tonto, ridículo e infantil. No te unas a los millones de ancianos que simplemente vegetan frente a la mundanalidad animada.
Si puedes leer, lee la Biblia y buenos libros sobre Dios y su mundo. Si no puedes leer, pídele a alguien que te ayude a suscribirte a audiolibros y escucha la Biblia, y libros importantes, destacados, interesantes y profundos.
Dios tiene mucho que enseñarnos en nuestra vejez; nunca dejamos de necesitar que se nos recuerden las grandes cosas que una vez supimos y que ahora hemos olvidado.
Dios nos ha dado un mundo absolutamente fascinante para entender y disfrutar. Busca la manera de seguir creciendo en su conocimiento y en su gracia.
Busca un lugar donde servir
Reúnete con el pueblo de Dios en la iglesia y pregúntales a los líderes cómo puedes servir considerando tus limitaciones. Dios nos creó a todos para ser útiles. Una de las mayores frustraciones de envejecer es la sensación de inutilidad. Si no te faltan las fuerzas y puedes desplazarte bien, busca alguna manera de servir. Eso es lo último por ahora.
Un punto secundario: encuentra a alguien a quien puedas ayudar, alguien a quien puedas dedicar toda tu atención. Esa atención puede ser simplemente leerles, salir a caminar con ellos, darles un masaje en sus hombros o demostrar interés por sus vidas. Siempre hay quien tiene alguna necesidad. Hasta el día en que estemos paralizados, en cama e incapaces de movernos, es probable que podamos contribuir en algo a la vida de otra persona.
Fuiste hecho para eso, Fred. Fuiste hecho para amar y servir, así que busca a quién y dónde hacerlo. Este es el camino del gozo porque Jesús dijo: «Más bienaventurado es dar que recibir» (Hch 20:35).
Sobre sentirse inútil
Fred, no sé si te gusta la poesía, pero quisiera terminar con uno de mis poemas favoritos. Fue escrito por John Milton, autor del Paraíso perdido. Se titula «Soneto XIX: Cuando pienso cómo mi luz se agota».
Milton perdió la vista a los 46 años. Al menos, fue en ese tiempo cuando dejó de ver completamente. No podía ver nada después de los 46. Vivió otros 20 años, hasta 1674, totalmente ciego. Este poema se trata sobre su lucha de sentirse inútil y, sin embargo, llega a un entendimiento muy crucial.
Cuando pienso cómo mi luz se agota
Tan pronto en este oscuro y ancho mundo
Y ese talento que es la muerte esconder
Alojado en mí, inútil; aunque mi alma se ha inclinado
Para servir así a mi Creador, y presentarle
Mis culpas y ganar su aprecio
¿Qué trabajo él mandaría ya que me negó la luz?
Pregunto afectuosamente. Pero la paciencia, para prevenir
Ese murmullo, pronto responde: «Dios no necesita
Ni la obra del hombre ni sus dones: quienes mejor
Soporten su leve yugo mejor le sirven. Su mandato
Es noble; miles se apresuran a su llamada
Y recorren tierra y mar sin descanso.
Pero también le sirven quienes solo están de pie y esperan».