El monstruo sobrenatural que orquesta los secuestros, la esclavitud y los miles de dopajes, ventas, violaciones y asesinatos de niñas alrededor del mundo es el mismo que ha planeado el asesino engaño cultural —desde el máximo tribunal hasta la película porno más baja— de que la sodomía es deleitable y no mortífera.
Palabras cuidadosamente escogidas
Quisiera explicar las sencillas e incendiarias palabras cuidadosamente escogidas de esa oración. Comencemos con «monstruo»: hablo de Satanás. No nos sentimos como deberíamos respecto a este demonio. En Apocalipsis 12:9 es llamado «el gran dragón, la serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero».
El alcance y el horror de este ser se muestra con imágenes. Él no es una simple serpiente de jardín. «Su cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. […] se paró delante de la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo cuando ella diera a luz» (Ap 12:4). Al fracasar en eso, «el dragón se enfureció […] y salió para hacer guerra contra […] los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús» (Ap 12:17).
Esto nos lleva a otra frase incendiaria: «asesino engaño». Esas dos palabras capturan la esencia de Satanás. Él es un mentiroso y un asesino. Él engaña y, al hacerlo, mata. Jesús dijo: «él fue un asesino desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira» (Jn 8:44).
Por lo tanto, Satanás es un asesino y un mentiroso. Su objetivo es matar personas (para siempre). Es un león rugiente que busca devorar (1Pe 5:8). Usa, en parte, el dolor; en otra, el placer. Pero siempre engaña (tal como lo hizo con Adán y Eva en el jardín del Edén).
Una tercera frase extrema en esta primera oración es «alrededor del mundo». Satanás no es un dios tribal. Su alcance y su omnipresencia global es apabullante. «El mundo entero está bajo el poder del maligno» (1Jn 5:19). Satanás no estaba mintiendo cuando le dijo a Jesús: «“todo este dominio y su gloria te daré, […] pues a mí me ha sido entregado, y a quien quiero se lo doy”» (Lc 4:6). Esta es la razón por la que Jesús lo llama «el príncipe de este mundo» (Jn 12:31), y Pablo, «el dios de este mundo» (2Co 4:4), y por la que esta era es llamada el «presente siglo malo» (Ga 1:4) y el «dominio de las tinieblas» (Col 1:13; ver también Ef 6:12).
Y llegamos a la incendiaria declaración de que uno de los «asesinos engaños culturales» de Satanás es que «la práctica de la sodomía es deleitable y no mortífera». Si alguien me preguntara por qué usaría tal lenguaje en medio de la cultura actual, la respuesta es que creo que participar en la desestigmatización de una práctica que es más letal que la muerte es una renuncia a la verdad y al amor.
Hay tres palabras clave que probablemente sean tergiversadas en contra de mi intención y son esenciales para la verdad: sodomía, práctica y mortífera. A continuación, explico lo que no quiero y lo que sí quiero decir con ellas.
1. Sodomía
Mentira: «…la práctica de la sodomía es deleitable y no mortífera». Detrás de todas las descripciones relacionales de los denominados matrimonios del mismo sexo se encuentra el hecho tácito de que hay «copulación anal u oral», y en particular, «la copulación con un miembro del mismo sexo». Esa es la definición que los diccionarios entregan de la palabra sodomía.
Algunos quizás dirán: elegir esa palabra revela tu belicosidad contra las personas que tienen atracción hacia el mismo sexo. Pues, no es así; más bien, revela mi odio hacia lo que puede destruir a aquellas personas con atracción hacia el mismo sexo. Lo que destruye a las personas no es la atracción hacia el mismo sexo, sino la mentira de que la copulación entre el mismo sexo es deleitable y no mortífera.
Lo que es realmente bélico es la promoción de actos vergonzosos como si fueran actos hermosos. Bélico es la palabra correcta, porque la Biblia dice que debemos «absten[ernos] de las pasiones carnales que combaten contra el alma» (1Pe 2:11). Por lo tanto, aquellos que animan la complacencia de esas pasiones (cualquiera sea) están en guerra contra el alma —ellos son literalmente bélicos—.
La palabra sodomía tiene dos ventajas: se refiere al acto de copulación sexual entre personas del mismo sexo, no a la orientación homosexual, y aún carga con el estigma de ser vergonzoso. Aquellos que aman a las personas que tienen atracción hacia el mismo sexo deberían querer preservar el mismo estigma del robo, del perjurio, del secuestro, de la fornicación y del adulterio. Cuando una cultura pone señales frente a comportamientos destructivos tales como: «No entrar; es vergonzoso», es un acto misericordioso.
2. Práctica
Mentira: «… la práctica de la sodomía es deleitable y no mortífera». La segunda palabra en esta oración que puede ser tergiversada es la palabra práctica. Cuando la Biblia conecta a «los homosexuales» con los «ladrones», y dice que ninguno de ellos heredará el reino de Dios (1Co 6:9-10), es importante notar dos elementos cruciales.
Uno de ellos es que la advertencia no es dada a aquellos que son tentados a robar, sino a aquellos que practican el robo: a los ladrones. De la misma manera, la advertencia no es dada a quienes son tentados a practicar la homosexualidad, sino a los que en realidad la practican. Para estar seguros, existen muchos tipos de lujurias internas del corazón que son pecaminosas, pero el foco aquí se encuentra en la práctica.
El segundo elemento crucial que debemos ver es que existe salvación. La iglesia está compuesta de pecadores perdonados que batallan contra sus pecados que destruyen el alma. «Y estos eran algunos de ustedes; pero fueron lavados, pero fueron santificados, pero fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios» (1Co 6:11).
En otras palabras, no toda la práctica del pecado es excluyente del reino de Dios. «En verdad les digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres» (Mr 3:28). Los pecados que excluyen del cielo son los pecados que seguimos buscando sin pensar de ellos como una deshonra a Dios, sin buscar perdón por medio de Jesús y sin batallarlos como enemigos de nuestras almas.
3. Mortífera
Mentira: «…la práctica de la sodomía es un deleite y no mortífera». La tercera palabra en esta oración que puede ser tergiversada es la palabra mortífera. No me refiero a Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) o a crímenes de odio contra personas que tienen atracción hacia el mismo sexo. Detesto los crímenes de odio y me encantaría que existiera cura para las ETS. No estoy hablando sobre las dolorosas consecuencias de la sodomía en este mundo —que son muy reales (Ro 1:27)—.
Estoy hablando de «la segunda muerte». Todo pecado no perdonado y que no es abandonado es mortífero en este sentido, pues lleva a una segunda muerte. «Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras, y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda» (Ap 21:8).
El diablo está destinado al lago de fuego. «El diablo […] fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta. Y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos» (Ap 20:10). Sin embargo, por ahora el diablo anda encadenado en el mundo. Él es el dios de este mundo (2Co 4:4) y todo el mundo está bajo su poder (1Jn 5:19).
Él es un asesino y su principal arma es el engaño. La sexualidad es una de sus áreas principales de asesinato. Y en esa área «nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino […] contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes» (Ef 6:12). La matanza que Satanás está causando es literalmente indescriptible. Por lo tanto, debemos buscar las palabras para describir los horrores de la tragedia a nuestro alrededor, ya que está condenado a una destrucción peor de lo que cualquier palabra incendiaria pueda expresar.
Para todos aquellos que confían en Cristo, Satanás está desarmado (Col 2:15), porque lo único que nos condena en la corte de Dios es el pecado no perdonado. Y en Cristo, los pecados son perdonados (Hch 10:43). Las acusaciones de Satanás contra los cristianos vienen de la nada. «¿Quién acusará a los escogidos de Dios?» (Ro 8:33).
Por lo tanto, tenemos las noticias más felices y las más horribles en el mundo. En Cristo, hay luz, libertad y vida. Fuera de Cristo hay oscuridad, esclavitud y muerte. Fracasar en nombrar la belleza de la luz y el espanto en la oscuridad es la renuncia de la verdad y del amor.