Este artículo forma parte de la serie Querido pastor publicada originalmente en Crossway.
Querido pastor:
Tengo buenas y malas noticias para ti y tu iglesia.
Las malas noticias primero: la mayor amenaza para la vida y la salud de tu iglesia ya está dentro de las paredes de tu iglesia. Las amenazas más grandes no son externas. No es la difamación ni la persecución ni siquiera es un terrible acto de violencia perpetrado por un malvado agresor o grupo bajo la influencia de Satanás —sin minimizar estas pruebas, por muy graves que sean—. Por impresionantes que puedan parecer, Cristo lleva un registro bastante amplio de la edificación de su iglesia a través de esas amenazas y ataques externos. En la extraña y maravillosa economía de Cristo, las pruebas externas más terribles a menudo sirven para fortalecer los corazones, unir las manos del pueblo de Dios y difundir la reputación de Jesús para bien a medida que su iglesia se une con paciencia y gozo resiliente.
No, las más grandes amenazas normalmente suelen venir de adentro. Y, generalmente, la peor de ellas (la más profunda, la más desanimante, la más divisiva, la más devastadora) viene de dentro de ti, querido pastor. La mayor amenaza ya está dentro porque está dentro de ti. Si tu pecado que mora en ti es alimentado en lugar de dejarlo pasar hambre, si es consentido en lugar de ser mortificado, si se le da tiempo y espacio para respirar, crecer y expandirse, puede hacer estragos no sólo en tu propia alma, sino también —porque eres pastor— en tu congregación.
Por eso, el apóstol Pablo, cuando le escribió a su delegado y ahijado Timoteo, envuelto en un conflicto con los falsos maestros en Éfeso, le advirtió no sólo de las amenazas reales y externas que se habían establecido en la iglesia, sino de la amenaza aún mayor que podría surgir de la propia alma de Timoteo si no permanecía atento:
Ten cuidado de ti mismo y de la enseñanza. Persevera en estas cosas, porque haciéndolo asegurarás la salvación tanto para ti mismo como para los que te escuchan (1 Timoteo 4:16).
Sí, Timoteo, ten cuidado de la enseñanza. Oh, ¡sé fiel! El cristianismo es un movimiento de enseñanza y «la enseñanza» es tan importante para la reputación de Cristo (1Ti 6:1) y el bien de su iglesia (1Ti 6:3). La iglesia no prosperará ni sobrevivirá sin una enseñanza fiel, perdurable, atractiva y ferviente. No obstante, la sola diligencia y cuidado de tus palabras públicas no serán suficientes. También debes tener cuidado de ti mismo. Si descuidas tu propia alma, tu enseñanza pública, por muy fructífera que parezca, será una bomba de tiempo.
No obstante, tenemos buenas noticias también en este tema: bajo Cristo y por su Espíritu, hay algo que puedes hacer para abordar y evitar esta gran amenaza. Aunque no total, tienes una parte que desempeñar. El Cristo resucitado ha prometido su gracia sustentadora a quienes le pertenecen y te ha invitado a participar en el proceso de preservar tu propio corazón. No estás indefenso. Pablo da este mandato a Timoteo, y por medio de él a nosotros, porque puedes tener cuidado de ti mismo. Dios te escogió a pesar de ti y Él te llamó a pesar de ti, pero no deja que estés aparte de ti. Es dignificante ser tan incluido, pero también es horroroso. Con nuestras mentes en el lugar correcto, nosotros «ejercitamos» (no «trabajamos por») tal salvación con temor y temblor, sabiendo que Dios mismo, en su Espíritu, está obrando en nosotros el querer y el hacer para su buena voluntad (Fil 2:12-13). Al cuidar así de nosotros mismos, Cristo obra no sólo para nosotros, sino que en nosotros y por medio de nosotros.
Entonces, de manera muy práctica, una forma significativa en que el Cristo resucitado mantiene a sus iglesias y a sus pastores es a través de sus hábitos diarios y en particular sus «hábitos de gracia» para escuchar la voz de Dios en su Palabra, tener su oído en oración y pertenecer a su cuerpo. Eso es, pastores, no sólo al liderar su cuerpo, sino que realmente al pertenecer a él en la comunión de la iglesia local.
En primer lugar, querido pastor, ¿cuáles son tus liturgias secretas? Antes de que lideres la reunión pública, ¿estás protegiendo, apreciando, creciendo y floreciendo en tu adoración privada del Cristo resucitado en su Palabra y en oración?
La rendición de cuentas más profunda de todas es la de conocer y disfrutar a Jesús. Podrías ser capaz de engañar a tu familia y ancianos por un tiempo. No puedes engañar a Cristo. A medida que tu alma llega a conocer y a disfrutarlo más verdadera y más completamente, estarás llevando la famosa respuesta de Pedro más profundo a tu alma: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6:68). No marques la casilla de los devocionales matutinos. No renuncies a tu tiempo con Jesús para estudiar y preparar un mensaje. Persiste en sus palabras por tu propio gozo. Imprégnate de ellas. Pierde la noción del tiempo. Medita en su Palabra y no la dejes hasta que te bendiga con el tipo de satisfacción que permanece, porque sabemos que no tiene reemplazo en ninguna de las ofertas que hace el mundo.
En cuanto a la comunidad, Dios ha señalado, querido pastor, que ante todo seamos ovejas: regocijándonos mucho más de que nuestros nombres estén escritos en el libro de la vida que de que Él nos use como sus instrumentos en el ministerio (Lc 10:20), y que no trabajamos solos, sino que como un equipo. Una pluralidad de pastores es una gloriosa gracia protectora del Pastor Jefe. Por tanto, antes de que Pablo se dirigiera a Timoteo como su delegado, él le había hablado a los ancianos efesios como grupo:
Tengan cuidado de sí mismos y de toda la congregación, en medio de la cual el Espíritu Santo les ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual Él compró con su propia sangre (Hechos 20:28).
En efecto, como un equipo de pastores, tengan cuidado de su rebaño; esto es, no de rebaños distantes a través Internet, sino que de tu rebaño y de todo tu rebaño. Pero como miembro de un equipo de pastores, tengan cuidado de sí mismos. Un corazón que se enfría entre ustedes. Un pecado apreciado entre ustedes. La división innecesaria entre ustedes. El orgullo arraigado profundamente, ofensas sutiles y egos magullados entre ustedes. Presten cuidadosa atención a ustedes mismos como pastores-ancianos. Si Cristo les ha dado la gracia de tener un equipo de compañeros pastores-ancianos —¡tantos buenos hermanos, tristemente, no tienen esos compañeros!—, aprécienlo. Apóyense en ello. Cultívenlo. Trabajen en ello. Aborden los conflictos. Expresen aprecio. Afirmen las habilidades de otros. Rechacen la comparación y la competencia pecaminosa.
Y, querido pastor, en todo esto y bajo todo esto —en y bajo tus hábitos personales y de equipo, en y bajo de tu vigilancia matutina y las reuniones nocturnas— tienes un Ayudador. Él ha considerado apropiado concederte la dignidad de participar en tu propia perseverancia, pero Él no ha traspasado la carga de sus hombros a los tuyos. Él es el Guardián. Él es capaz.
Sabernos pecadores en medio de nuestro proyecto de recuperación llamado santificación es aleccionador. Nuestro pecado, si se deja sin revisar, realmente podría arruinar tanto lo que tenemos cerca y apreciamos. El primer dragón al que tenemos que enfrentar es el que aún acecha en nuestros propios corazones. Y sin embargo, ¡qué esperanza tenemos! Qué confianza podemos tener al saber que somos receptores de la gracia divina, de las palabras divinas en la Escritura, del oído divino en oración, de compañeros divinos y del Ayudador divino (que es el Espíritu Santo y, maravillosamente, no está sólo disponible, sino que es nuestro en Cristo).
Ten cuidado de tu enseñanza y de tu rebaño. Confiado de su gracia y poder para ayudar, ten cuidado de ti mismo, mediante la disciplina deleitable del gozo diario en Cristo y con los hermanos ancianos. Al hacerlo, ayudarás, querido pastor, a salvar a tu iglesia de los impulsos pecaminosos que todavía fluyen por tus propias venas.
David Mathis es autor de Workers for Your Joy: The Call of Christ on Christian Leaders [Obreros por el gozo: el llamado de Cristo a los líderes crisitanos] .
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.

