El sol de un nuevo año, listo para aparecer en el horizonte, puede servir a nuestras vidas y almas en un sinfín de maneras. Sin embargo, ¿podría cualquier enfoque del nuevo año ser más importante que hacer lo que sea para escuchar a Dios mismo?
Escuchar la voz de Dios es la esencia de lo que significa ser humano. Dios nos hizo para más que solo escucharlo, pero no para menos. Para ayudarnos a entender el punto, Dios cavó dos agujeros en cada lado de nuestras cabezas para que incluso cuando seamos demasiado débiles para actuar, demasiado débiles para caminar, demasiado débiles para alcanzar algo, demasiado débiles para hablar, incluso demasiado débiles para ver o leer, las palabras puedan llegar a nuestras mentes y bajar a nuestros corazones. Escuchar es una de las funciones más básicas del ser humano y normalmente la última capacidad que deja de funcionar a medida que el cuerpo se apaga cuando muere. Dios nos dio oídos, tanto físicos como espirituales, para que pudiéramos escucharlo.
Nuevo año, nuevo hábito
De todas las direcciones posibles a las que somos llamados a ir en este tiempo del año para hacer nuevas resoluciones respecto a la salud, a las finanzas o al estilo de vida, no existe resolución que tenga un mayor potencial de cambio de vida y de bien eterno que las soluciones frescas de poner constantemente a la voz de Dios al alcance de nuestros oídos. ¿Existe alguna otra pregunta más apremiante para un humano, y un cristiano, que «¿cómo escucharé la voz de Dios este nuevo año?»?
Quizás puedes solo comenzar con el nuevo hábito de escuchar su voz este año. Les dejaré las sugerencias específicas a otros y a tu propia creatividad, pero me gustaría ayudarte a ir más allá de la resolución para ir hacia la recompensa. La Escritura misma está llena de motivaciones que pueden llevarte en este nuevo año hacia algunas soluciones frescas respecto a la lectura y a la meditación de la Biblia y formar tu vida con las Palabras de vida de Dios. Sin embargo, quizás una de las motivaciones podría estar por sobre las demás este año: nuestro Dios no solo nos ha hablado en la Escritura, sino que nos está hablando ahora. Es un tema particularmente poderoso en el libro de Hebreos, primero en los capítulos 3 al 4 y, luego, nuevamente, en el capítulo 12. Quizás Dios se agrade de hacer de esta tu experiencia este nuevo año.
El Dios vivo aún habla
Comencemos por el final con Hebreos 12:25, que nos da la palabra culminante: «Tengan cuidado de no rechazar a aquel que habla». No «a aquel que ha hablado», sino que «a aquel que habla».
La sección previa de la carta destaca las Palabras de Dios por su pueblo en el pasado. Cuando hizo su primer pacto, su voz se escuchó desde el Sinaí, y el pueblo, incluyendo a Moisés, temblaron de miedo (Heb 12:18-21). Pero ahora, «el Dios vivo», como Hebreos lo llama cuatro veces (Heb 3:12; 9:14; 10:31; 12:22), nos habla por medio de su Hijo resucitado (Heb 12:24), cuya sangre «habla mejor que la sangre de Abel» (Heb 12:24). Aunque la sangre derramada de Abel clama por justicia y retribución desde la tierra (Gn 4:10-11), la sangre de Jesús suplica por misericordia y perdón. Si Abel, aunque muerto, «todavía habla» (Heb 11:4), ¿cuánto más hablará el Dios vivo por medio de su Palabra encarnada? No solo como «aquel que ha hablado», sino como «aquel que habla».
Nuestro Dios sin duda es «el Dios vivo» y continúa hablando, desde el trono del cielo, a su pueblo del nuevo pacto, por medio de su Hijo. Pero, ¿cómo?
En su Palabra viva
¿Cómo tenemos acceso a las palabras de la la Palabra encarnada? Hebreos 4:12 es sobresaliente para muchos por su declaración: «la palabra de Dios es viva y eficaz». No obstante, ¿qué tiene en vista el autor de Hebreos cuando afirma que la Palabra de Dios es «viva y eficaz»? Él tiene en mente la Escritura. Y en particular, en este contexto, al Salmo 95.
Hebreos 3:7-11 cita al Salmo 95:7-11 y enfatiza que esta no es Palabra muerta o un mero registro histórico, sino que un llamado vivo y un ofrecimiento continuo, primero abordado miles de años antes y que aún está hablando en el siglo I. Entonces, Hebreos 3:15-4:11 plantea el caso de que no solo Dios ofrece descanso (en la Tierra Prometida) a su pueblo bajo el liderazgo de Josué, sino que ese ofrecimiento de descanso permaneció abierto para los oidores del Salmo 95 y «aún habla».
Esta secuencia viva de la Tierra Prometida hacia el Salmo 95 y hacia el presente es lo que el autor tiene en vista cuando dice: «la palabra de Dios es viva y eficaz». Así como Dios ofreció descanso a su pueblo bajo el liderazgo de Josué, así también el ofrecimiento permaneció por cientos de años después en el salmo, y ahora la Palabra de Dios «aún habla» en la era de la iglesia, hace dos mil años y a nosotros ahora. La Palabra de Dios es Palabra viva. Él es el Dios vivo que continúa hablando por medio de su Palabra viva, Jesús, en su Palabra viva, la Escritura.
No obstante, falta una pieza más: una Persona más.
Por su Espíritu vivo
El autor de Hebreos tiene una doctrina extraordinaria de la Escritura en acción en su cita del Salmo 95. Es simple, pero profunda al mismo tiempo y emerge con una inspiración para alimentarse de Biblia este nuevo año: «Como dice el Espíritu Santo…» (Heb 3:7).
El Salmo 95, como Escritura (como representante de toda la Escritura) no es solo inspirado por Dios (2Ti 3:16) y no solo fue hablado en el pasado, sino que el Espíritu continúa siendo aliento vivo llevando la Palabra de Dios a los oídos de su pueblo. «Como dice el Espíritu Santo…».
La Palabra escrita de Dios, primeramente, es lo que el Espíritu Santo dice. No solo dijo; no solo ha dicho; sino que dice. Él está hablando. El Dios vivo, por su Espíritu vivo, nos está hablando en su Palabra viva. Cuán maravilloso es que el Espíritu Santo de Dios continúe hablándole al pueblo de Dios, para obrar poderosamente en nosotros subjetiva e internamente, escribiendo las propias Palabras de Dios en nuestros corazones. ¿Cómo hace esto? Al unirse a sí mismo con la Palabra objetiva, externa y escrita de Dios. Él vive para hacer que la Palabra tenga vida para el pueblo de Dios.
Aquí en el comienzo de un nuevo año, toma nota conmigo. Todos queremos escuchar hablar a Dios. Él nos hizo para esto. Todos queremos escuchar a Dios mismo, por su Espíritu, darnos las palabras que necesitamos para andar en aquello a lo que Él nos llamó, para nuestra alegría y el bien de otros, este nuevo año. Y lo que necesitamos es que «aquel que habla» siga diciendo, por su Espíritu, lo que ha estado diciendo siempre y que lo haga vivo para nosotros.
Cuando vayamos a la Biblia este año y cada año, vayamos a un Libro completamente único. Vayamos a las Palabras vivas del Dios vivo hechas vivas para nosotros por su Espíritu vivo.
Ahí escucharemos la voz más importante de este nuevo año. ¿Planificarás de acuerdo a ello?
David Mathis © 2018 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda

