Este artículo forma parte de la serie Pasajes difíciles, publicada originalmente en Crossway.
Leamos el pasaje
1Vi entonces a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo y una gran cadena en su mano. 2 El ángel prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por mil años. 3 Lo arrojó al abismo, y lo encerró y puso un sello sobre él para que no engañara más a las naciones, hasta que se cumplieran los mil años. Después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.
4 También vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que se les concedió autoridad para juzgar. Y vi las almas de los que habían sido decapitados por causa del testimonio de Jesús y de la palabra de Dios, y a los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni habían recibido la marca sobre su frente ni sobre su mano. Volvieron a la vida y reinaron con Cristo por mil años. 5 Esta es la primera resurrección. Los demás muertos no volvieron a la vida hasta que se cumplieron los mil años. 6 Bienaventurado y santo es el que tiene parte en la primera resurrección. La muerte segunda no tiene poder sobre estos sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él por mil años (Apocalipsis 20:1-6).
Definiciones
Este texto es el más controversial en el libro de Apocalipsis, y los intérpretes debaten sobre la credibilidad de las diversas visiones sobre el milenio. Un breve bosquejo de las posiciones defendidas puede resultar útil. Los postmilenialistas sostienen que Cristo regresará después de un largo periodo de bendición en la tierra, de ahí que el prefijo «post» significa «después»: Cristo volverá después del milenio. Después del reinado milenial, el nuevo cielo y la nueva tierra harán su arribo. Los mil años no son literales, sino que significan un largo periodo en el que el mundo es transformado por el Evangelio. Algunos postmilenialistas creen que los mil años comienzan en un momento indefinido de la historia (algunos apuntan a un momento posterior a la resurrección de Jesús). Otros postmilenialistas creen que los mil años comenzaron en la resurrección. El momento del milenio no es vital para la postura postmilenialista.
El amilenialismo literalmente significa que «no hay milenio», pero tal etiqueta no es la mejor descripción de la postura. «Milenialismo realizado» es mejor. Los mil años en esta postura representan un largo periodo y no designan un reinado literal de mil años. Los amilenialistas sostienen que el milenio comenzó con la resurrección de Jesús y durará hasta la segunda venida. Durante ese tiempo, los creyentes difuntos reinan espiritualmente con Cristo en el cielo en el estado intermedio, esperando la resurrección física y la renovación de las cosas, y Satanás está atado, en el sentido de estar atado a la cruz mientras el Evangelio se esparce en las naciones (Mt 12:29). Otros amilenialistas piensan que los santos que vuelven a la vida se refiere a la regeneración (Ef 2:6; Col 3:1) en lugar de reinar en el cielo, y por eso hay cierta diversidad dentro del amilenialismo en relación a lo que significa volver a la vida y reinar con Cristo.
Los premilenialistas dicen que Cristo literalmente regresará a la tierra antes del milenio (de ahí el prefijo «pre») y reinará mil años en la tierra antes de dar término a todo al final del milenio. La mayoría de los premilenialistas creen que los mil años designan un periodo literal, pero tal visión no es necesaria para la postura, pues uno podría creer en un reinado literal de Cristo en la tierra por un tiempo largo más que exactamente mil años, y aún sería premilenialista. Los premilenialistas están divididos en premilenialistas históricos y dispensacionales. Algunos son llamados premilenialistas históricos porque se identifican a sí mismos con los padres de la iglesia premilenialista, entre los que se encuentran Papías, Justino Mártir e Ireneo. Los premilenialistas dispensacionales, que aparecieron por primera vez en el siglo xix, se distinguen de los históricos al sostener un rapto secreto siete años antes de que Jesús regrese a inaugurar el milenio. Los premileniaristas dispensacionales enfatizan el cumplimiento de las promesas al pueblo judío durante el milenio.
¿La cronología es significativa?
Una nueva sección comienza con «vi entonces» (kai eidon), una frase muy común en Apocalipsis, que aparece treinta y dos veces. Los premilenialistas sostienen que la frase tiene un significado cronológico, pero los amilenialistas dicen que no es necesariamente el caso. Dada la diversidad de uso de la frase, es difícil argumentar que apunte claramente a una nueva sección cronológica. Es bastante posible que el capítulo 20:1-10 describa desde otro ángulo los eventos registrados en el capítulo 19:11-21, ya que a menudo hemos visto que Apocalipsis recapitula el tiempo del fin.
Un problema significativo con la visión premilenialista es que Jesús había destruído a todos los incrédulos al final del capítulo 19; de ese modo, es difícil entender cómo alguien podría entrar en el milenio con un cuerpo no glorificado. ¿Por qué Satanás necesitaría estar atado si los enemigos opositores a Dios fueron destruidos en la segunda venida? Los premilenialistas históricos sostienen que los ejércitos del capítulo 19 no representan a todas las personas (algunas no fueron destruídas en la segunda venida y, por tanto, entran en el milenio). No obstante, en ninguna otra parte hay alguna indicación de que algunos seres humanos no hayan sido juzgados en la segunda venida. Tal vez hay argumento para la visión premilenialista en Zacarías 14. Ahí el Señor juzga y mata a quienes se oponen a Él (Zac 14:12), pero algunos de los que se rehúsan a adorar al Señor permanecen y por su terquedad el Señor retiene la lluvia (vv. 17-19).
Descenso angelical
El descenso de los ángeles del cielo es una característica común en Apocalipsis, y aquí un ángel tiene en su mano la llave del abismo y una gran cadena (cf. Apocalipsis 9:1, 11; 11:7; 17:8; cf. Lucas 8:31; Romanos 10:7). El ángel detiene al dragón, el gran monstruo que se opone al pueblo de Dios y lo ata por mil años. Vemos un texto paralelo interesante en Isaías 24:21-22: «y sucederá en aquel día, que el Señor castigará al ejército celestial en las alturas, y a los reyes de la tierra en la tierra. Y serán agrupados en montón como prisioneros en un calabozo; serán encerrados en la cárcel, y después de muchos días serán castigados». Además el dragón se describe (cf. también Apocalipsis 12:9) como la serpiente antigua que engañó a Eva (Gn 3:1, 2, 4, 13, 14; cf. Salmo 91:13; Isaías 27:1; 2 Corintios 11:3) y como el Diablo (el difamador del pueblo de Dios) y Satanás (el adversario del pueblo de Dios).
El ángel lanza a Satanás a la fosa y lo encierra en ella. De modo que Satanás es incapaz de engañar a las naciones por mil años. Cerca del fin de los mil años, Satanás es liberado por un tiempo corto para hacer estragos. Los premilenialistas dicen que los eventos en los versículos 2 al 3 ocurren cuando Cristo regresa a la tierra, argumentando que Satanás no puede ser encerrado antes de que Jesús regrese, porque Él sigue vivo y activo en la presente era del mal, detrás de la bestia y el falso profeta, engañando (13:14) e incitando a las personas del mundo a perseguir a los cristianos (13:1-18). Satanás es llamado «el príncipe de este mundo» (Jn 12:31) y en otra parte Juan escribe: «el mundo entero está bajo el poder del maligno» (1Jn 5:19). Es difícil ver cómo, según los premilenialistas, estas afirmaciones pueden ser ciertas si Satanás estuviera confinado al abismo. En Apocalipsis 12, Satanás es echado del cielo a la tierra y, el punto aquí, aunque ciertamente es simbólico, es que Satanás no tiene fundamento para acusar a los creyentes ante Dios, puesto que la muerte de Cristo ha quitado su culpa. Parece ser que aquí, sin embargo, Juan va un paso más allá y el simbolismo indica que Satanás está absolutamente restringido para actuar en la tierra.
Los amilenialistas sugieren que el encierro en una fosa es simbólico y no significa que Satanás esté ausente de la tierra. El texto dice que él ya no puede engañar a las naciones. Algunos interpretan esto como que Satanás, durante la presente era del mal, es incapaz de engañar a las naciones para que se reúnan en Armagedón. Según esta lectura, el texto no dice que Satanás no engañe a nadie; el punto es que las naciones no son engañadas de manera de librar una guerra final contra el pueblo de Dios. Otra manera de interpretar esto desde la perspectiva amilenialista es que el engaño se relaciona a la expansión del Evangelio. Con la venida de Cristo, el Evangelio ahora llega a los confines de la tierra. En el Antiguo Testamento, la salvación estaba limitada a Israel y las naciones del mundo estaban engañadas. Ahora el Evangelio se cree en todas las naciones y, de este modo, Satanás ya no engaña a las naciones como lo hacía en la era del Antiguo Testamento. Satanás aún engaña a los incrédulos, pero el engaño sobre todas las naciones que caracterizaba al periodo del Antiguo Testamento ha sido levantado, por lo que algunos de toda tribu, lengua, pueblo y nación creen. Satanás fue atado a la cruz (Mt 12:29; cf. Juan 12:31; Colosenses 2:15; Apocalipsis 12:9), dicen los amilenialistas, evitando que reuniera y unificara a todas las naciones para oponerse a Cristo y a su pueblo hasta el tiempo del fin.
Juicio y resurrección
La visión de Juan se desplaza hacia los seres humanos. Él ve tronos y a aquellos que se sientan en ellos se les da la responsabilidad de juzgar. Asimismo ve mártires, aquellos decapitados por el «testimonio de Jesús» y por la «Palabra de Dios». El testimonio de Jesús ha jugado un rol significativo en el libro (cf. comentarios sobre el 1:2; cf. también los comentarios sobre el 1:9; 12:17; 19:19), como también lo ha hecho la Palabra de Dios (cf. 1:2, 9; 6:9). El gobierno le es dado a aquellos que sufrieron por causa de Jesús, que dieron sus vidas por la Palabra del Evangelio (cf. Daniel 7:22; Mateo 19:28; Lucas 22:30; 1 Corintios 6:2; Apocalipsis 3:21). Como en el 6:9, Juan ve sus «almas», presentadas con la palabra «kai», que podría tener el sentido de «equivalente» («incluso») o de «adicional» («también»); en cualquiera de los dos casos, Juan probablemente se refiere a todos los creyentes. En un sentido, la iglesia completa es vista como una iglesia mártir, como aquellos que han dado sus vidas por Jesucristo. En este versículo en particular, aquellos a los que se les ha dado la «autoridad para juzgar» se han rehusado fielmente a transar con la bestia. No adoraron a la bestia ni a su imagen ni recibieron la marca en su mano o frente. Previamente, Juan había puesto muy de manifiesto que aquellos que adoraban a la bestia o a su imagen o que recibían la marca sufrirían tormento eterno (Ap 14:9-11). Por otro lado, los santos triunfan sobre la bestia y su imagen (15:2), El juicio y la recompensa le pertenecen a los creyentes fieles, a aquellos que dan sus vidas a Jesús y vencen hasta el fin. En otras palabras, las recompensas eternas son garantizadas a todos los creyentes verdaderos. La recompensa especificada aquí es que «volvieron a la vida y reinaron con Cristo por mil años».
Los premilenialistas entienden que este pasaje se refiere a la resurrección física. Quienes fueron martirizados son vindicados por Dios y vuelven nuevamente a la vida. El verbo «zaō» se puede referir a la resurrección de Cristo (2:8; cf. también Ezequiel 37:10; Romanos 14:9), y se sostiene que lo mismo es cierto aquí, especialmente cuando se correlaciona con la primera resurrección de Apocalipsis 20:5. Los académicos que sostienen esta visión señalan que este es el único versículo que se refiere a la resurrección de creyentes en el libro y que ver esto como una referencia a la resurrección muestra la victoria de los santos más apropiadamente que la lectura amilenialista, que ve a los santos reinando en el cielo durante esta era presente de maldad. Aún más, la noción de almas volviendo a la vida apoya la noción de que las almas son resucitadas a la vida nueva y mejor que la mera existencia en el estado intermedio.
Los amilenialistas encuentran que la referencia a «almas» aquí significa que las almas vuelven a la vida en la era presente de maldad (cf. Apocalipsis 6:9-11). En otras palabras, volver a la vida aquí no se refiere a la resurrección física, sino a la vida en el estado intermedio. Las almas de los creyentes reinan con Cristo ahora —la palabra «tronos» en otra parte de Apocalipsis se refiere al cielo y, de ese modo, no encaja para que se refiera aquí al reino de los santos en la tierra. Vemos en Apocalipsis 14:13 que la muerte es bendita para los creyentes, pues se les da la corona de la vida por perseverar hasta el final (2:11). Otros amilenialistas entienden que volver a la vida aquí es la conversión: quienes son convertidos ahora son levantados con Cristo (Ef 2:6; Col 3:1).
El resto de los muertos no vuelven a la vida hasta que los mil años hayan terminado. Si sólo los mártires vuelven a la vida en el 20:4, el resto de los muertos incluye a todos los incrédulos y a todos los demás creyentes. Si el 20:4 se refiere a todos los creyentes, el resto de los muertos se referiría sólo a los incrédulos. Es mucho más probable, como se argumentó anteriormente, que la última visión sea la correcta, pues la iglesia completa es vista como una iglesia mártir (sin requerir la idea de que todos son asesinados literalmente). Juan hace una pausa y comenta: «esta es la primera resurrección», refiriéndose claramente a la vuelta a la vida de los mártires y santos descritos en el versículo 4.
Los premilenialistas entienden la primera resurrección como una referencia a la resurrección física. Los incrédulos son resucitados después del reino de mil años de Cristo, pero esta se distingue de la primera resurrección, la cual se refiere a la resurrección física de los mártires y creyentes mencionados en el versículo 4. Uno de los argumentos más fuertes para la visión premilenialista aparece aquí: el sustantivo «resurrección» (anastasis) invariablemente se refiere a la resurrección física en el pensamiento judío. De hecho, no hay ningún ejemplo claro de que ello no se refiera a la resurrección física. Asimismo, la secuencia aquí presenta un buen argumento para el premilenialismo, puesto que el resto que vuelve a la vida mil años después no experimentan un tipo diferente de resurrección. Casi todos están de acuerdo en que el resto experimenta una resurrección física, pero si ese es el caso, la primera resurrección probablemente también es física. No tenemos dos tipos diferentes de resurrección aquí, sino que dos etapas en las que los muertos son resucitados físicamente. Una objeción a la visión premilenialista es que Juan 5:28-29 presenta la resurrección de aquellos que son buenos y malvados al mismo tiempo. Los premilenialistas responden que el libro de Apocalipsis clarifica que existe un intervalo y que no es necesario para cada afirmación sobre la resurrección mencionar también un intervalo entre las dos resurrecciones.
Por otro lado, los amilenialistas argumentan que la primera resurrección es espiritual. Incluso si el término «resurrección» (anastasis) se refiere a la resurrección física en otros lugares, no debería sorprendernos el significado simbólico en la literatura apocalíptica; hay textos que hablan de una resurrección espiritual conceptualmente en otras partes también (Ef 2:6; Col 3:1). La primera resurrección significa vida en el estado intermedio (o, alternativamente, la conversión), mientras que la segunda se refiere a la resurrección física. De manera similar, la primera muerte es una muerte física, mientras que la segunda es el juicio final. Esta es una sugerencia intrigante, aunque se debe notar que Juan nunca se refiere específicamente a una «primera muerte» o a una «segunda resurrección».
Anteriormente señalé que los premilenialistas sostienen que la relación entre las dos resurrecciones indican que son de la misma naturaleza; es decir, ambas son físicas. No obstante, si el esquema presentado aquí es correcto, las dos resurrecciones no son de la misma naturaleza. La lectura premilenialista sin duda es posible y podría, muy bien, ser correcta, pero también es posible que la primera resurrección anticipe y espere la segunda, por lo que la primera es espiritual y la segunda es física. Las palabras «primera» (prōtos) y «nuevo» (kainos) deben distinguirse, según los amilenialistas. «Nuevo» se refiere a la nueva creación venidera. Viene «un cielo nuevo y una tierra nueva» (Ap 21:1) —una «nueva Jerusalén» (21:2)— y Dios hará «nuevas todas las cosas» (21:5). El nuevo cielo y la nueva tierra son contrastadas con el «primer cielo y la primera tierra» (21:1). «Primera» se refiere a la vida en esta era presente, puesto que las «primeras cosas» (prōta) han pasado (21:4). Si seguimos este patrón, la primera resurrección es la resurrección preconsumada, la resurrección espiritual que ocurre en esta era, y la segunda resurrección es la física: la resurrección final que disfrutarán todos los creyentes en la era venidera. De igual forma, la primera muerte es la muerte física, que todos experimentamos, en contraste con la «segunda [deuteros] muerte» que los malvados sufrirán por siempre (2:11; 20:6, 14; 21:8). Según esta lectura, lo que es «primero» se refiere al mundo presente, mientras que lo «segundo» o lo «nuevo» se refiere al nuevo mundo venidero.
Una de las siete bendiciones del libro (cf. comentario sobre 1:3) se pronuncia ahora sobre aquellos que disfrutan de la primera resurrección. La primera resurrección es tan maravillosa porque la muerte segunda no tiene poder sobre aquellos que la experimentan (cf. 2:11; 20:14; 21:8). En otras palabras, aquellos que experimentan la primera resurrección evitarán el lago de fuego. Al contrario, los participantes de la primera resurrección serán sacerdotes tanto de Dios como de Cristo. Vemos aquí que Dios y Cristo comparten la misma estatura, que Jesús es completamente Dios; es inconcebible; por ejemplo, que el autor diga que son sacerdotes de Dios y de los ángeles. La imagen de los creyentes como sacerdotes meditando en la bendición de Dios ha estado presente desde el principio del libro (cf. 1:6 y 5:10) —los creyentes son sacerdotes-reyes, como Adán en el jardín, y reinarán con Cristo mil años.
Los premilenialistas entienden que esta regla se refiere a un reino de mil años (o muy largo) en la tierra después del retorno de Cristo —si la resurrección aquí denota la resurrección física prometida a los creyentes—. Los amilenialistas lo toman para referirse al gobierno de los santos fallecidos en el cielo entre la primera y la segunda venida, si la primera resurrección se refiere a la vida dada en el estado intermedio —una resurrección espiritual, no física—. Otros amilenialistas ven una referencia a la regeneración: la nueva vida que los creyentes disfrutan como cristianos nacidos de nuevo.