¿Qué hace que una canción sea una buena canción congregacional?
He luchado con esa pregunta por décadas, no sólo como compositor, sino también como pastor de mi iglesia local. Por supuesto, las multitudes cantan juntas a viva voz en varias partes (juegos de fútbol americano de las universidades, conciertos de Taylor Swift, coros de escuelas, fiestas de cumpleaños), pero cantar con la iglesia es único y sagrado.
¿Por qué? La iglesia es el cuerpo de Cristo, un templo que está siendo «juntamente edificado para morada de Dios en el Espíritu» (Ef 2:22). Cantamos para que la palabra de Cristo habite en nosotros abundantemente (Col 3:16). Y cuando nos reunimos, nuestra iglesia no está sola. Nuestro pequeño coro de voces terrenales se une a los coros celestiales y a «la asamblea general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en los cielos» para ensalzar al Cordero que fue sacrificado (Heb 12:23; Ap 5:11-13).
Por lo tanto, para la iglesia, cantar importa. Pero ¿qué tipo de canciones debemos cantar?
¿Qué hace que una canción sea buena?
¿Qué hace que una canción congregacional sea «buena»? Veremos brevemente dos características y luego pasaremos la mayoría de nuestro tiempo en la tercera.
En primer lugar, una buena canción congregacional es una que en realidad las personas puedan cantar. No es difícil de aprender porque la melodía se repite o es fácil de seguir. Las canciones que contienen cambios o saltos inesperados pueden ser confusas. De igual manera, las personas tienden a quedarse en silencio cuando el rango de la canción excede las capacidades vocales del ser humano promedio.
En segundo lugar, una buena canción congregacional es una que las personas quieren cantar. Las personas comentan cuánto la disfrutaron. La melodía crece en ti en lugar de sonar cansada hacia el final de la canción. Es por eso que una letra teológicamente rica puede pasar décadas sin ser escuchada, si es que no siglos, al estar unida a la melodía incorrecta. La popularidad de las canciones como Sublime gracia y Ante el trono celestial se disparó después de que se encontró una melodía que la gente apreciara.
En tercer lugar, y más importante, una buena canción congregacional es una que las personas deben cantar. Esto significa que las letras están enraizadas en la Palabra de Dios. Pero eso levanta algunas preguntas. ¿Citar versículos bíblicos hace que una canción sea buena congregacionalmente? ¿Sólo debemos cantar los Salmos (conozco a algunos que dicen: «¡por supuesto!»)? ¿Deberíamos ponerle música a nuestros libros de estudio de teología sistemática? ¿Cuánto de la Biblia necesitamos incluir para que una canción sea bíblica?
¿Quién decide qué cantar?
Estas preguntas son importantes porque la responsabilidad de escoger qué canciones cantar se ha convertido cada vez más en un asunto de la iglesia local. En los años pasados (y aun entre algunas iglesias hoy), los líderes denominacionales buscaron proteger a las iglesias de la herejía y las guiaron hacia expresiones bíblicamente apropiadas de alabanza al publicar himnarios. El mensaje fue claro: «estas son canciones que queremos que canten nuestras iglesias». Eran los responsables de la dieta de canciones de la iglesia.
Hoy, los responsables de facto son YouTube, Spotify, Apple Music, las conferencias y la radio. Aún podemos usar himnarios, pero también tenemos acceso a más canciones que en cualquier otro momento de la historia. No obstante, puedo confirmar desde la experiencia personal: no todas son buenas. Por lo tanto, ¿cómo determinamos si una canción es bíblica? ¿Qué hace que una canción no sea bíblica? Esa es una pregunta que planteé en redes sociales hace poco. Después de citar mala teología, muchos verbalizaron quejas comunes como: «demasiados pronombres en primera persona»; «demasiada repetición»; «demasiado enfocadas en la emoción». Otros simplemente escribieron el nombre de una canción.
Aun cuando no creo que Dios requiera que limitemos nuestro repertorio a los Salmos, ellos nos muestran que Él recibe una gran diversidad en nuestras canciones. Pueden ser cortas, largas o algo en el medio (Sal 117; 119; 89). Pueden capacitarnos para hablar con Dios, con otros o con nosotros mismos, a veces en el mismo salmo (Sal 86; 100; 62:5-7; 42). Podemos tener salmos sobre Dios y sobre nosotros mismos (Sal 145; 133). Y con relación a los pronombres en primera persona, el Salmo 71 contiene 58 en 24 versículos. Dios nos dio salmos que nunca repiten y otros que dicen lo mismo 26 veces (Sal 2; 136). Nos dan palabras para regocijarnos y reflexionar (Sal 47; 23). Algunos salmos explotan en emoción, mientras que otros son más doctrinales (Sal 150; 111). Nos dicen que hay un tiempo para alabar y un tiempo para lamentar (Sal 96; 38).
En otras palabras, determinar si las palabras de una canción congregacional son bíblicas o no es un tanto más matizado de lo que podríamos pensar.
¿Qué hace que una canción no sea bíblica?
Comencemos mirando aquello que no es bíblico. Una canción congregacional que no es bíblica puede ser definida como una que no se alinea con la totalidad de la Palabra de Dios en verdad, tono y énfasis.
Verdad
Si una canción contradice lo que enseña la Escritura, no debemos cantarla. Las letras que niegan nuestra necesidad de expiación sustitutoria, que le atribuyen la adoración a alguien aparte del Dios Trino o que rechazan la realidad del castigo eterno, son herejías y no tienen lugar en el repertorio de la iglesia.
No obstante, las letras pueden ser no bíblicas en maneras más sutiles. Pueden ser vagas, no claras o fácilmente malinterpretables. En ocasiones, en un esfuerzo por ser creativos e impactantes, los compositores usan frases que distorsionan o incluso contradicen la verdad bíblica. Pero Pablo nos advierte: «que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes» mientras cantamos (Col 3:16). Asimismo nos instruye a asegurarnos de que todo lo que hagamos en nuestras reuniones sea comprensible (1Co 14:6-12). Eso incluye las letras de nuestras canciones.
De igual manera, una canción no es bíblica cuando tuerce o ignora las categorías, los temas, los tópicos o los objetivos de la Escritura. Mientras estoy en mi auto, no hay problema en que cante sobre cuán feliz estoy sin dar una razón. Pero cuando la iglesia se reúne, se supone que debemos enfocarnos en la gloria de Dios en Cristo, no simplemente en cómo nos sentimos (2Co 3:18; 4:6).
Tono
Una segunda manera en que una canción puede ser no bíblica es en su tono. Aunque los Salmos no venían con una banda sonora, modelan una variedad de maneras de expresarnos en el canto. Y en cada caso, el tono o el sentimiento está conectado y es guiado por el contenido. No tenemos ejemplos de pasión desenfrenada desconectada de una visión clara de las obras, las palabras y el valor de Dios (Sal 33). Nunca encontramos una repetición emocional sin recordatorios consistentes de por qué debemos estar tan afectados (Sal 136). Tampoco debemos encontrar un lenguaje marcado por la sensualidad o frivolidad, sino que al contrario, por el amor, la honestidad, la humildad, la reverencia, el asombro, el gozo, la pena por el pecado, el agradecimiento y el deseo siempre presente de conocer y seguir los caminos de Dios.
El tono en los Salmos es un equilibrio entre doctrina y devoción; mente y corazón; edificación y emoción. El propósito no es sacrificar ni lo uno ni lo otro. Por lo tanto, una canción bíblica es aquella que busca intencionalmente involucrar los afectos a través de las realidades de quién es Dios, de lo que ha dicho, de lo que ha hecho y está haciendo.
Énfasis
El énfasis ofrece una tercera manera en que podemos evaluar la fidelidad bíblica de una canción. Nuestras canciones deben reflejar el consejo completo de la Palabra de Dios y hacer nuestras las prioridades de Dios.
Por supuesto, no toda canción contendrá un equilibrio perfecto entre la enseñanza de la Escritura sobre un tema o todo lo que podría decirse. No obstante, algunas canciones presentan un aspecto de la verdad bíblica de tal forma que subestiman, distorsionan o minimizan otras verdades bíblicas.
Por ejemplo, cantar que Dios va a bendecirnos o «darnos la victoria» sin mencionar el sufrimiento, la soberanía de Dios o los beneficios de la perseverancia puede malinterpretarse fácilmente y aplicarse erróneamente. Otros ejemplos que podrían caer en esta categoría incluyen canciones que hablan del amor incesante de Dios sin mencionar a Cristo o a la cruz (Ro 5:8; 1Jn 3:16), las letras que nunca dicen a quién le estamos cantando o las canciones que dan la impresión de que buscar vivir vidas santas no importa.
¿Qué hace que una canción sea bíblica?
Aunque no es exhaustivo, estas son algunas marcas de una canción congregacional que no es bíblica. Sin embargo, la pregunta más importante es: «¿qué hace que una canción sea bíblica?». Las canciones bíblicas no sólo usan la Escritura en sí, sino que reflejan las prioridades y las categorías de la Escritura. Nos dan la oportunidad de cultivar o expresar afectos escriturales. Son claras, no distractoras y contribuyen a construir la unidad de la iglesia (1Co 14:12; Ef 4:3).
Por sobre todo, las canciones bíblicas permiten que la palabra de Cristo habite abundantemente en las personas. Pueden ser descritas como teológicamente impulsadas en lugar de ser descritas como simplemente teológicamente conscientes. Toman en cuenta la historia redentora que comienza y termina en Cristo. De esa manera, las canciones congregacionales bíblicas entregan música y letra que nos llevan hacia la conformidad con Cristo en nuestras mentes, corazones y vidas. Nos enseñan, nos mueven y nos obligan a vivir de una manera digna del Evangelio de la gracia en el poder del Espíritu Santo.
¿Puede cada canción que cantamos lograr esos objetivos? Probablemente no. Es por eso que, si queremos ser bíblicos, necesitamos evaluar nuestra dieta de canciones en su conjunto. Lo que nuestras canciones dicen en el tiempo es tan importante como lo que dicen por separado. Entonces, es útil hacernos esta pregunta: si la única teología que recibiéramos estuviera contenida en las canciones que cantamos, ¿qué tan bien conoceríamos a Dios después de cinco años? Tu respuesta te dará una idea de cuán bíblicas son tus canciones.
Las canciones sólo son una parte de nuestras reuniones, pero Dios puede usarlas para transformar vidas desde un grado de gloria a otro, hasta que lo veamos cara a cara. Aprovechemos al máximo la oportunidad.