La vida cristiana no es una carrera; es un viaje de diez millones de pasos.
Día tras día y año tras año, ponemos un pie al frente de otro a medida que huimos de los restos de nuestro pecado y seguimos a Jesús en el camino de la vida. Damos un paso al lado de la autoprotección, para ir hacia el amor; damos un paso a un lado de la oscuridad, para ir hacia la luz; damos un paso a un lado de la necedad, para ir hacia la sabiduría. Paso tras paso tras paso; diez millones de veces.
Sin embargo, a menos que, de vez en cuando, nos detengamos y demos un cuidadoso vistazo hacia el pasado y hacia el futuro, nuestros pies gradualmente se desviarán de los caminos de Dios y tropezarán en otros. Así como un excursionista que nunca revisa su brújula: él comienza a dirigirse hacia la dirección correcta, pero terminará kilómetros lejos del blanco. Lenta, sutil y quizás imperceptiblemente, saldremos del camino angosto y difícil que lleva a la vida y nos perderemos en el camino ancho y fácil de la destrucción (Mt 7:13-14).
El nuevo año es un tiempo para corregir el rumbo: un tiempo para sacar el mapa, para consultar la brújula y para hacerle caso al mandamiento de Pablo de tener «cuidado cómo andan» (Ef 5:15).
En Efesios, Pablo le ordena cinco veces a sus lectores a «andar»: en buenas obras, en una manera digna de su llamado, en amor, en luz y en sabiduría. A medida que consideramos tres de los mandamientos de Pablo a «andar», echa un vistazo hacia el pasado y hacia el futuro: ¿dónde te desviaste del camino? Con la ayuda de Dios, ¿qué pasos podrías dar este año para seguir a Jesús en estos difíciles pero felices caminos?
Anden en amor
Anden en amor, así como también Cristo les amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma (Efesios 5:2).
Para Jesús, el amor significó clavos atravesados en sus manos y pies y una lanza en su costilla. El amor significó inconveniencia, dolor y una muerte espantosa. Este es el amor que le dio aliento de vida a nuestros pulmones muertos (Ef 2:4-5); el amor que es más ancho, más largo, más alto y más profundo que las galaxias (Ef 3:18-19); el amor que está limpiando cada mancha de pecado de nuestras almas (Ef 5:25-27); el amor que Dios nos ordena a imitar, aún si el amor más profundo que damos es un susurro comparado con su sinfonía.
Por lo tanto, anden en amor: bajen para levantar a otros. Pasen tiempo con quien está solo. Inclinen sus cuerpos para llevar cargas. Den vuelta su imaginación buscando cómo satisfacer necesidades. Entreguen su presencia a quien está atravesando un duelo. Fijen su atención en los olvidados.
Tal amor nos costará, por supuesto; tendremos que renunciar a mucho tiempo, comodidad y conveniencia. Sin embargo, al final, Jesús sabe cómo recompensar todo lo que pierdan en el camino del amor: «cualquier cosa buena que cada uno haga, esto recibirá del Señor» (Ef 6:8). Bajen en amor y Cristo mismo los levantará. Anden en amor este año.
Anden en luz
Porque antes ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor; anden como hijos de luz (Efesios 5:8)
Cuando la luz de Cristo entró en sus vidas y disipó la constante medianoche, él brilló sobre ustedes para que su luz pudiera hacer morada en ustedes. El Dios de luz los convirtió en hijos de luz (una pequeña vela que se enciende desde el sol de Cristo).
Por lo tanto, anden en luz: ahuyenten las sombras de sus almas. Entrenen sus lenguas para sanar a otros en lugar de herirlos. Saboreen el placer más profundo de la pureza en lugar de darse completamente a la inmoralidad sexual. Crezcan en gratitud por todo lo que Dios les ha dado en lugar de quedarse pegados en lo que se les ha negado. Anhelen «toda bondad, justicia y verdad» (Ef 5:9).
Pueden andar en estos caminos de luz este año porque ya son luz en el Señor. La versión oscura de ustedes murió con Jesús en la cruz, fue sepultada con Jesús en la tumba y nunca volverá a vivir. Incluso si ahora se sienten como una mecha que apenas arde, si están en Cristo, su destino es «[resplandecer] como el sol en el reino de su Padre» (Mt 13:43). Y la transformación ocurrirá mientras se mantengan ahuyentando a las sombras, arrepintiéndose de la oscuridad específica que aún se aferra a ustedes, confesándoselo a Dios y a otros y dejando que la luz de la Palabra de Dios brille. Anden en luz este año.
Anden en sabiduría
Por tanto, tengan cuidado cómo andan; no como insensatos sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos (Efesios 5:15-16)
Cada camino en este mundo atraviesa el patio de nuestro enemigo. Aún no andamos en la seguridad del cielo nuevo y la tierra nueva; andamos en el «presente siglo malo» (Ga 1:4), un siglo donde el diablo acecha a la tierra con una aljaba de flechas encendidas y sus ojos buscan a viajeros descuidados (Ef 6:16) Si no aplicamos la sabiduría de Dios en cómo andamos en cada área de la vida, el diablo estará más que feliz de trazar el curso para nosotros.
Por lo tanto, anden en sabiduría: incauten sus días de las manos del diablo. Aférrense a cada oportunidad en la vida y vuélvanse hacia la dirección de Dios. Hagan un plan para sus matrimonios este año. Pónganse manos a la obra con su crianza. Midan la salud de sus amistades. En cada una de esas áreas de la vida (y en otras), pregúntense: en esta parte de mi vida, ¿cómo puedo vivir de manera que Cristo sea lo más preciado, con el poder del Evangelio, teniendo al Espíritu y esperando la eternidad?
Dios ya ha roto la maldición del diablo sobre ustedes. Les ha entregado el escudo para destruir las flechas del maligno y una espada para blandirla en defensa (Ef 6:16-17).
La ciudad de gozo de Dios
Pronto un día, no tendrán que mirar cuidadosamente cómo están andando. El perfecto amor correrá por las venas de su cuerpo resucitado. La luz de la justicia de Dios irradiará desde cada pensamiento, palabra y acción que hagan. La sabiduría despejada descansará sobre sus hombros inmortales.
Hasta ese día, el 2019 será otro año para «[tener] cuidado cómo anda[mos]» (Ef 5:15). Anden en amor: bajen para levantar a otros. Anden en luz: ahuyenten las sombras de sus almas. Y anden en sabiduría: incauten sus días de las manos del diablo. Estos son tres caminos que nos llevan a la ciudad de gozo de Dios, donde nuestro viaje de diez mil pasos finalmente terminará.