Un gurú en liderazgo transmitió su podcast en internet que trataba sobre cómo aumentar la productividad en el trabajo.
Él decía que una de las claves para la productividad era saber cuándo parar de trabajar. Argumentaba que si trabajas más de 55 horas a la semana, entonces era posible que perdieras efectividad. Después de llegar al punto de trabajar pasando la efectividad máxima, tu trabajo comenzará a perder cohesión. ¡Las demandas de una larga semana de trabajo pueden terminar en caos!
Ser una mamá en casa a tiempo completo es mucho más que una larga semana de trabajo; es la vida. No podemos simplemente marcar tarjeta después de 55 horas de trabajo.
Todo esposo debe saber que las madres en casa a tiempo completo tienen batallas épicas contra el caos.
Estas batallas pueden venir en forma de peleas entre hermanos, emergencias de manutención, dramas en la escuela, batallas con el presupuesto, saltos en el programa, tensión en las relaciones y más. No obstante, es fácil lidiar con estas cosas.
Las mamás en casa a tiempo completo son capaces de resolver problemas creativa e ingeniosamente. Tenemos la capacidad de dominar incluso en medio de la pesadilla más horrorosa de todas las tareas que hay que hacer. Cuando la esperanza de estas madres está en el Dios que resucitó de la muerte, entonces pueden sonreírle al futuro. Ellas saben que su redentor vive y que están trabajando gozosamente para su gloria aun en medio del caos externo.
Sin embargo, existe otro tipo de caos: el interior. Ninguna mamá en casa a tiempo completo debiese lidiar con el caos interior en sus propias fuerzas.
Ella necesita estar rodeada por otras mujeres piadosas cuya esperanza esté en el Señor. ¡Y necesita la ayuda de su esposo también!
El horroroso caos interior en el alma de una mamá en casa puede llevar a una mujer a hacer cosas que nunca ha querido hacer. Una mujer que se deja guiar por el caos interior hará cosas como hacerles la ley del hielo a sus hijos, manipular a sus amigas, obtener una úlcera por la preocupación del presupuesto familiar o menospreciar el duro trabajo de su marido.
El caos interior de nuestra alma empeora el exterior que es manejable. El caos exterior de pronto se transforma en algo incontrolable. Las mujeres competentes y seguras de sí mismas que se ocupan de la casa pierden sus nervios de acero. Aunque sea “sólo” un salto en el programa, o un contratiempo con la disciplina de un hijo, o un pedazo quemado de pan de ajo, se transforma en algo más grande en nuestros corazones.
La escurridiza “paz como un río” es más como un huracán de ansiedad, de amargura, de desánimo o de descontento de categoría cinco.
Esposo, cuando puedas, por favor, entra en el caos externo y ayuda a tu esposa a apagar algunos incendios. Entonces, cuando el humo se haya ido (o incluso si aún persiste), deja que el Espíritu te guíe para entrar a su caos interior también.
¡Esposos, animen a sus esposas!
Háganles preguntas a sus esposas para que puedan comprenderlas mejor. Identifíquense con ellas y empaticen.
En el tiempo que el Espíritu les diga, díganles la verdad en amor. Recuérdenles que existe una herencia que es imperecedera, incorruptible e inmarcesible guardada en el cielo para ellas. Muéstrenles cómo, en Cristo, Dios reconcilia al mundo con Él mismo. En Cristo, Él no contará sus pecados en su contra. Si Dios no cuenta los pecados de ellas en su contra, pueden comenzar a gloriarse en su debilidad por causa de Cristo.
La esperanza más perdurable que le puedes dar a tu esposa es que se gloríe en el mediador entre Dios y los hombres. Tu esposa necesita que la ayudes a recordar la gracia futura que está garantizada para ella por la preciosa sangre de Jesús.
Gloríate en el amor que cubre una “multitud de pecados” y redime todo nuestro caos interior.
Maravillarse juntos de cómo Jesús murió para hacerlos santos levantará el alma de tu esposa más alto que tus halagos por la cena que ella preparó (pero no olvides halagarla por el pan de ajo que hizo).
Evangelio, pan de ajo; después, más evangelio.