Si estás embarazada, quizás de tu primer bebé, es probable que estés leyendo artículos sobre la «guerra de mamás» y moviendo tu cabeza de un lado a otro en señal de desaprobación. ¡Como si no tuvieras ya suficiente preocupaciones!
En el caos de las batallas sobre cosas como la lactancia artificial, el colecho y el porteo, Carolyn señala que las verdaderas «guerras de mamás» son principalmente batallas espirituales. Las verdaderas batallas no son contra otras mamás que tienen diferentes estilos de crianza, sino contra nuestro «adversario, el diablo, [quien] anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar» (1P 5:8).
Sin embargo, Dios protege a las mujeres embarazadas de las artimañas del diablo, pues la armadura de Dios también viene en tallas para embarazadas.
En las próximas 42 semanas (o menos), tienes la oportunidad única de fortalecerte en el gran poder del Señor (Ef 6:10), aun cuando tengas que usar medias de compresión y tu centro de gravedad se haya desplazado a tu ombligo.
Cuando una mujer embarazada se pone la armadura de Dios, tiene toda razón para valorar su capacidad de resistir al enemigo teniendo como base la «extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de su poder» (Ef 1:19).
Cuando Pablo dijo en Filipenses 4:13, «todo lo puedo en Cristo que me fortalece», no estaba hablando solamente de lanzar muy fuerte una pelota o levantar pesas. Estaba hablando de aprender a tener contentamiento en la permanente bondad soberana de Dios hacia Él. El poder de Dios para nosotros «por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, [nos] fortale[ce] en lo íntimo de [nuestro] ser» (Ef 3:16).
Mujeres embarazadas, todo lo pueden en Cristo que las fortalece, incluso fundamentar valientemente su fe en la bondad soberana de Dios como base de su contentamiento. Sé que es muy difícil tener contentamiento cuando estás cansada y sientes que no puedes continuar; cuando tu corazón está distraído por el temor de lo que pasará con tu bebé; y cuando tus emociones se descontrolan. Sin embargo, el poder de Dios es más que adecuado para estas cosas; su inmensurable gran poder puede aplastar incluso las artimañas más poderosas que el diablo concibe para robarte el gozo que tienes en Dios.
La armadura de Dios se ajusta como faja maternal
La Escritura nos exhorta a ponernos «toda la armadura de Dios para p[odamos] estar firmes contra las insidias del diablo» (Ef 6:11). Incluso cuando los únicos pantalones y faldas que ahora te quedan bien lo hacen gracias a la ayuda de la faja, la armadura de Dios sigue quedándote bien y debes ponértela. Al usar la armadura de Dios puedes resistir firmemente las artimañas del diablo mientras este trata de desestabilizar tu fe con todo viento de enseñanza, con astucia y artificios engañosos (Ef 4:14).
A continuación, les comparto algunas cosas que deben recordar sobre la armadura de Dios:
El cinturón
El cinturón de la verdad te rodea con la protección confiada de saber quién es Dios, lo que Cristo ha hecho por ti y quién eres teniendo en cuenta que estás en Cristo por medio de la fe en Él. Debes esforzarte por ponerte este cinturón de la verdad sea como sea. Practica disciplinas espirituales: medita en la Palabra de Dios en oración, memoriza la Escritura y busca activamente la comunión con otras mujeres que te recuerden la verdad de Dios a través de su Palabra.
La coraza
La coraza de justicia es de talla única, por lo que le queda bien a cualquiera que cree. La justicia de Jesucristo es atribuida por la fe a pecadores que merecen la muerte y el juicio por sus pecados. Esto lo sabemos porque «así como por la desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos» (Ro 5:19).
Hermana embarazada, serás tentada por el enemigo a poner tu propia justicia primero como fortaleza cuando te sientas insegura. El diablo usará todo lo que esté a su alcance para atacarte, desde la inseguridad sobre tu embarazo hasta la atención prenatal; desde tu plan para el parto hasta tu capacidad de criar a tu hijo. Ten cuidado con la tentación de darte tranquilidad usando tu propia justicia. Recuerda y defiéndete con las advertencias de Jesús a sus discípulos sobre hacer alarde de nuestras obras de justicia frente a otros para ganar recompensas en forma de sonrisas, admiración y respeto (Mt 6:1).
Si te pones la coraza de la justicia de Cristo, entonces podrás resistir las mentiras sobre incompetencia y fracaso que el diablo te dice. Toma la coraza de justicia al estilo de Martín Lutero:
Cuando el diablo te restriegue tus pecados en la cara y declare que mereces la muerte y el infierno, dile esto: «admito que merezco la muerte y el infierno, ¿y qué? Conozco a alguien que sufrió en mi lugar y cumplió con lo que yo no puedo. ¡Su nombre es Jesucristo, Hijo de Dios, y donde Él esté, yo también estaré!».
El calzado
Queridas amigas embarazadas, el calzado de la armadura de Dios no sólo te queda bien, sino que también hace que tus pies se muevan. Sabes cuán especial es esto cuando a las diez de la mañana ya estás fatigada y puedes ver que se te hinchan los pies con cada embarazo. «Calzados con la preparación para anunciar el Evangelio de la paz» (Ef 6:15, NVI).
El Evangelio de la paz te prepara dándote la motivación y el poder para ir donde sea que Cristo te lleve por su nombre. De esta manera, el Evangelio te fortalece para entrar en la contienda de las «guerras de mamás» y anunciarles la victoria de la cruz: »¡Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz!».
El escudo
El escudo de la fe es para tu protección diaria y para las noches en las que no podrás dormir. «Sobre todo, tomen el escudo de la fe con el que podrán apagar todos los dardos encendidos del maligno» (Ef 6:16). No importa si tu fe es tan pequeña como un grano de mostaza (Mt 17:20) o como las hormonas hCG que circulan por tu sangre en este momento; lo que importa es la grandeza de Aquel en quien has puesto tu fe.
A medida que te emocionas por el pronto nacimiento de tu hijo, regocíjate más en Aquel que te ha hecho nacer de nuevo para que tengas una esperanza por medio de la resurrección de Jesucristo (1P 1:3, 23). Cuando tomes el escudo de la fe y veas cómo los dardos encendidos son reducidos a pequeñas nubes de humo, da gracias a Dios: «pero a Dios gracias, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1Co 15:57).
La espada
En la debilidad de tu dolor de espalda y tu vulnerabilidad al sentir náuseas, recuerda tu esperanza de salvación en Cristo mientras descansas en la Escritura, que son tu arma ofensiva contra el enemigo. «Tomen también el casco de la salvación, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios» (Ef 6:17).
No basta solamente con no creer las mentiras del diablo, sino que debes decirte la verdad de Dios a ti misma. No basta solamente con que no te preocupes por tu apariencia hinchada y las arañitas en tus piernas, sino que debes recordarte la belleza del amor sacrificial de Cristo y cómo Él entregó su cuerpo por todos nosotros. Por lo tanto, qué deleite es dejar que tu cuerpo sirva para dar vida a otro.
La oración
Finalmente, somete tu mente, tu voluntad y tus emociones a los buenos planes de Dios de glorificarse a sí mismo en todas las cosas. «Con toda oración y súplica oren en todo tiempo en el Espíritu, y así, velen con toda perseverancia y súplica por todos los santos» (Ef 6:18).
Este es el poder de Dios en una mujer embarazada quien tiene su esperanza en la victoria de Jesucristo sobre las artimañas del diablo.