¿La elección incondicional es justa o injusta?
Una objeción común a la elección incondicional es que es injusta. ¿No es injusto de parte de Dios que Él elija salvar sólo a algunos humanos sin basarse en alguna condición humana, sino que únicamente en su soberano beneplácito? ¿Acaso no hay injusticia de parte de Dios que algunas personas no sean escogidas?
Pablo responde directamente esta objeción en Romanos 9:14-18 y Jesús la responde indirectamente en Mateo 20:1-16.
Dios es justo cuando Él tiene misericordia soberanamente de quien Él quiere (Ro 9:14-18)[1]
Pablo anticipa que Romanos 9:6-13 puede provocar que algunos objeten que no sería correcto que Dios escoja soberana y decisivamente salvar sólo a ciertas personas y no a otras. Por lo que en el 9:14-23, Pablo argumenta que Dios tiene el derecho de hacer lo que Él quiera con sus criaturas.
En Romanos 9:14-18, Pablo responde a la objeción de que es injusto que Dios escoja salvar a personas incondicionalmente. Es incorrecto inferir a partir de Romanos 9:6-13 que existe injusticia por parte de Dios (Ro 9:14). En las cuatro oraciones que siguen (Ro 9:15-18), Pablo apoya esa afirmación con dos pruebas y saca conclusiones a partir de ellas.
¿Qué diremos entonces? ¿Qué hay injusticia en Dios? ¡De ningún modo! Porque Él dice a Moisés: «Tendré misericordia del que Yo tenga misericordia, y tendré compasión del que Yo tenga compasión». Así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice a Faraón: «Para esto mismo te he levantado, para demostrar Mi poder en ti, y para que Mi nombre sea proclamado por toda la tierra». Así que Dios tiene misericordia, del que quiere y al que quiere endurece.
Oración 1 (Ro 9:15) = prueba 1 de que no hay injusticia de parte de Dios
«Porque Él dice a Moisés: “Tendré misericordia del que Yo tenga misericordia, y tendré compasión del que Yo tenga compasión”» (Ro 9:15). Pablo cita a Éxodo 33:19 para demostrar que Dios puede tener misericordia de quien Él quiera. Dios sería justo si no mostrara misericordia ni siquiera a un sólo hombre pecador. Ninguno de nosotros merece la misericordia de Dios.
Oración 2 (Ro 9:16) = conclusión de Romanos 9:15
«Así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia» (Ro 9:16). Con «no depende» se refiere implícitamente a que Dios muestra misericordia y compasión para salvar personas (Ro 9:15). Lo decisivo para que una persona reciba misericordia no es «del que quiere ni del que corre». En otras palabras, lo decisivo no es tu voluntad sin trabas ni tu vano esfuerzo por avanzar espiritualmente. Lo que es decisivo es «Dios, que tiene misericordia».
Oración 3 (Ro 9:17) = prueba 2 de que no existe injusticia de parte de Dios
«Porque la Escritura dice a Faraón: “Para esto mismo te he levantado, para demostrar Mi poder en ti, y para que Mi nombre sea proclamado por toda la tierra”» (Ro 9:17). Pablo cita Éxodo 9:16 para demostrar que Dios puede endurecer a quien Él quiera a fin de cumplir sus propósitos. Dios levantó a faraón para mostrar su poder en el faraón. El propósito (y el resultado) fue que otros proclamarían el nombre de Dios en toda la tierra.
Oración 4 (Ro 9:18) = conclusión de Romanos 9:15-17
«Así que Dios tiene misericordia, del que quiere y al que quiere endurece» (Ro 9:18). Dios tiene misericordia de quien Él quiere tenerla y endurece a quien Él quiere.
Por lo tanto, «¿[…] hay injusticia en Dios?» (Ro 9:14). No, Dios es justo cuando Él soberanamente tiene misericordia de quien Él quiere tenerla.
Dios es justo cuando es inmerecidamente bondadoso con algunos y no con otros (Mt 20:1-16)
Algunas personas rechazan la elección incondicional porque presuponen que Dios no tiene el derecho de tratar a una persona de manera diferente a otra. ¿Dios tiene el derecho de tratar a una persona de manera diferente a otra? Dios mismo dice que sí. Y Dios (no nuestro sentido de justicia) es el estándar de lo que es justo.
Cuando Dios lidia con personas, estas dos afirmaciones son verdaderas:
- Dios siempre es justo. Es decir, Dios siempre es justo o recto. Dios nunca es injusto o malvado.
- A veces Dios es inmerecidamente bondadoso. Es decir, a veces Dios es misericordioso y bondadoso con personas que no lo merecen (es decir, no merecen la bondad de Dios) y son indignas de ese trato (es decir, merecen lo opuesto a la bondad de Dios; merecen la ira de Dios).
¿Alguien merece la bondad de Dios? No. Cuando Dios es inmerecidamente bondadoso con algunas personas, pero no con otras, aún es justo con todas las personas sin excepción. Dios no tiene que ser inmerecidamente bondadoso con todos de igual manera a fin de ser justo. Para serlo, Dios sólo necesita darle a las personas lo que merecen. Dios es siempre justo: «todos sus caminos son justos» (Dt 32:4).
Una manera estándar de definir equidad es la calidad de ser justo e imparcial. Más recientemente algunas personas han redefinido equidad para referirse a resultados iguales. Entonces, algunas personas piensan que Dios es injusto si es que hay resultados desiguales. No obstante, tenemos que distinguir entre resultados imparciales e iguales. Dios es imparcial, pero eso no significa que todos experimenten resultados iguales porque Dios tiene la libertad de mostrar bondad inmerecida a quien Él quiera.
La parábola de Jesús de los obreros de la viña ilustra que Dios siempre es justo y que a veces Él es inmerecidamente bondadoso:
»Porque el reino de los cielos es semejante a un hacendado que salió muy de mañana para contratar obreros para su viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió después como a la hora tercera, y vio parados en la plaza a otros que estaban sin trabajo; y a estos les dijo: «Vayan también ustedes a la viña, y les daré lo que sea justo». Y ellos fueron. Volvió a salir como a la hora sexta y a la novena, e hizo lo mismo. Y saliendo como a la hora undécima, encontró a otros parados, y les dijo: «¿Por qué han estado aquí parados todo el día sin trabajar?». Ellos le dijeron: «Porque nadie nos ha contratado». Él les dijo: «Vayan también ustedes a la viña».
»Al atardecer, el señor de la viña dijo a su mayordomo: «Llama a los obreros y págales su jornal, comenzando por los últimos y terminando con los primeros». Cuando llegaron los que habían sido contratados como a la hora undécima, cada uno recibió un denario. Cuando llegaron los que fueron contratados primero, pensaban que recibirían más; pero ellos también recibieron un denario cada uno. Y al recibirlo, murmuraban contra el hacendado, diciendo: «Estos últimos han trabajado sólo una hora, pero usted los ha hecho iguales a nosotros que hemos soportado el peso y el calor abrasador del día».
»Pero respondiendo el hacendado, dijo a uno de ellos: «Amigo, no te hago ninguna injusticia; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero yo quiero darle a este último lo mismo que a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es tu ojo malo porque yo soy bueno?». Así, los últimos serán primeros, y los primeros, últimos (Mt 20:1-16).
El hacendado le da a cada obrero lo que merece y él le da a algunos obreros más de lo que merecen. No es injusto darle extra a alguien, aun cuando merecen menos que otros. Nota las palabras que enfatizo: «toma lo que es tuyo, y vete; pero yo quiero darle a este último lo mismo que a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es tu ojo malo porque yo soy bueno?» (Mt 20:14-15). Mientras Dios le dé a cada persona lo que merece, no es injusto cuando escoge soberanamente ser inmerecidamente bondadoso con algunos y no con otros. Y ninguno de nosotros merece la bondad de Dios. Es razonable preguntar: «¿por qué Dios escogió salvar a algunos y no a otros?». No obstante, es mejor preguntar: «¿por qué Dios escogió salvar a alguien? Como John Bunyan dice: «la menor de las misericordias no es merecida por el mejor de los pecadores»[2]. Dios no es injusto cuando es inmerecidamente bondadoso con algunos y no con otros.