Cuando les preguntamos a los matrimonios por qué siguen casados, las respuestas no nos sorprendieron: compañerismo, compromiso, satisfacción sexual, poder adquisitivo, exención tributaria y la crianza de los hijos. Al igual que una waflera de primera o un refrigerador de última generación, cuando un matrimonio marcha bien, las personas, al menos algunas de ellas, disfrutan del producto.
Sin embargo, puede que te sorprenda un ingrediente que Dios ha dispuesto en los matrimonios, que ha sido diseñado para proteger su perdurabilidad y darnos poder. Se trata de la debilidad. Me refiero a esas áreas donde encontramos la humanidad del otro: las imperfecciones de él y las limitaciones de ella. La debilidad surge cuando dos personas se unen en matrimonio; sin embargo, me tomó años comprender la importancia para ayudarnos a cumplir con el compromiso que hicimos el uno con el otro.
La debilidad en el menú
Por lo general, cuando Kimm y yo nos sentamos en un restaurante, yo ya sé qué voy a pedir. Esa decisión en particular la hice esa misma mañana quince minutos después de decidir que íbamos a salir. Pero Kimm funciona de manera diferente. Para ella, pedir un plato es una expresión artística. El restaurante es su estudio, el menú su paleta de colores y el mozo el medio por el cual ella crea su arte. Cuando mi esposa está lista para seleccionar lo que quiere, es mejor que la pobre persona que está tomando su pedido conozca bien las alternativas porque, para Kimm, el menú es la plataforma de despegue de una gran aventura culinaria. Para mí, el menú simplemente me dice el precio del plato que ya había elegido incluso antes de entrar al restaurante. En conclusión, el estilo de Kimm tiende hacia la indecisión, mientras que el mío hacia exceso de rapidez.
¿Qué crees que sucede cuando dos visiones diametralmente opuestas se encuentran para compartir una comida? ¿Qué pasa cuando la estrella de la comida funcional se alinea con la estrella de la comida experimental en un matrimonio? ¡Acertaste! Den paso a la supernova. Las tendencias se vuelven cargas cuando la roca de mi rapidez se encuentra con la dificultad de su indecisión. En lugar de unirnos como matrimonio, las comidas se vuelven divisivas.
Todavía me resulta un poco vergonzoso decirlo, pero en esos primeros años, supuse que mi modo era mejor, en el sentido específico de ser moralmente superior. Supuse que mi modo de tomar una decisión ante un menú era una fortaleza que me elevaba por sobre el estilo más creativo de Kimm. Constantemente me quedaba perplejo ante el hecho de que pedir una comida resultara tan difícil. Cuando salíamos a comer, nuestra comida a menudo comenzaba de forma tensa. ¡Te gustaría estar casada con ese tipo!
Sé que parece algo pequeño, incluso quizás trivial, pero ese es el punto: el matrimonio está hecho de momentos triviales donde dos personas radicalmente diferentes se unen para compartir sus baños y sus cuentas bancarias. Los amantes de la música clásica se casan con los fanáticos del jazz, los ingenieros con los músicos y los pensadores con los hacedores. Cuando eso pasa, las debilidades —esas áreas en las cuales las parejas deben trabajar duro para unirse, comprenderse y ser pacientes— se precipitan hacia la superficie.
Cómo la cruz vence lo que nosotros vemos como fortaleza
Parecía que estas aparentes debilidades eran un estorbo para nosotros, pero Dios las usó para fortalecernos. Ha sido humillante para mí darme cuenta de eso, pero Dios obra a la perfección cuando reconocemos que su poder mora en los lugares donde admitimos nuestras limitaciones, nuestras incapacidades y nuestra verdadera necesidad de Él. Dios tiene una estrategia que a la larga vence al fuerte y exalta al humilde: «Dios ha escogido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo para avergonzar a lo que es fuerte» (1Co 1:27).
En 1 Corintios 1, Pablo enfrenta a la clase más educada de la sociedad, y les dice que sus mejores esfuerzos no solo son necios, sino también inútiles e incompetentes (vv. 20-21). Eso es tremendo. La cultura corintia estaba repleta de eruditos: fariseos, filósofos, abogados y personas cultas. Pablo dice que en el Reino de Dios ellos no cuentan. Eso no quiere decir que Dios no usa las fortalezas para su gloria, pero cuando se trata de ganar su aprobación, el terreno es parejo. Todos somos iguales y la habilidad humana no otorga ningún mérito adicional. El pastor John Piper dice:
La cruz representa la impiedad y la incapacidad del hombre (Romanos 5:6), representa la gracia de Dios (Romanos 3:24) y representa su irreprochable justicia (Romanos 3:25-26). Dicho en otras palabras: la cruz de Cristo ofende al hombre porque humilla su condición y exalta la gracia de Dios. Hace que el ser humano aparezca como dependiente, infantil e impotente y hace que Dios se vea como el ser todo suficiente, todo proveedor y libre que da salvación al pecador.
El punto es este: la cruz es ofensiva y desconcertante porque hace que la habilidad humana con respecto a la salvación sea absurda e ineficaz. Hace que la debilidad (esencialmente la incapacidad humana) sea el punto de conexión con la gracia. Es debido a la cruz que encontramos gracia en nuestra debilidad, y ¡la cruz transforma nuestra debilidad en fortaleza (2Co 12:9)!
El poder de Dios en nuestras debilidades ocultas
¿Qué tiene que ver todo esto con nuestras tensiones al ordenar la comida en el restaurante? Verás, el matrimonio es donde se revelan nuestras fallas y debilidades. Mi preferencia ante un menú revela mis fortalezas y debilidades. A veces incluso mi pecado. La verdad es que yo supuse que mi modo era el mejor, irreprochable y eficaz. ¡Al menos yo podía tomar una decisión rápida! Pero, en realidad, era yo quien estaba fallando; era mi más absoluto orgullo el que hablaba.
Sin embargo, al ver mi debilidad y confesar mi pecado, encontré el lugar donde el poder de Dios satisface nuestra necesidad (2Co 12:19). Comenzamos a examinar las fortalezas y las debilidades de nuestros estilos de ordenar comida. Aprendimos a tener más paciencia, lo que aumentó nuestro gozo de salir juntos. A medida que comenzamos a disfrutar de nuestras diferencias, las comidas se han hecho más placenteras.
Quizás tú sigues en tu matrimonio por las fortalezas, pero la verdad es que Dios tiene propósitos en las debilidades. Debes entender que Cristo murió por esas fortalezas que generan una confianza arrogante en nuestra superioridad. Confiesa las maneras en que has dependido de ellas en lugar de depender de Dios. Luego confía en la promesa de Cristo: el Espíritu Santo te ayudará en tu debilidad (Ro 8:26).