Es la kriptonita del pastor. El crecimiento se estanca, la visión se inactiva y la iglesia se paraliza. Para los líderes de la iglesia se siente como si el jurado del cielo hubiera regresado con un veredicto. «Bajo la acusación de ser perezoso en el liderazgo y patético en la predicación, ¡encontramos al acusado culpable de todos los cargos!».
Cuando el crecimiento se detiene, los pastores se condenan a sí mismos. Sin duda, es un momento de vulnerabilidad. Reconozcámoslo de frente. «¿Qué deben hacer los líderes cuando la iglesia deja de crecer?».
1. Escuchar
Lo entiendo. Estás leyendo este artículo para saber qué hacer y mi primer punto —escuchar— no es algo muy fácil de hacer. No al menos de la manera que esperas. Cuando el crecimiento se detiene, a menudo los pastores van rápidamente a la acción, creyendo equivocadamente que donde hay un aumento de actividad, hay progreso. Más reuniones, más programas, más correos, más visión. Nada de esto es inherentemente incorrecto, tan sólo no debiera ser instintivamente lo primero.
No obstante, nuestra conmoción traiciona a un ingenio más profundo. Escondido en algún lugar enclave de nuestra mente se encuentra la inquebrantable creencia de que el tamaño de la iglesia es una evaluación definitiva de la efectividad de nuestro liderazgo o predicación. Bajo esa carga esclavizante, el deseo de ver crecer a la iglesia tiene menos que ver con administrar la gracia de Dios y más con asegurar una identidad. Romper la siguiente barrera de crecimiento significa que nuestra iglesia sigue siendo importante y nosotros también. El crecimiento nos recuerda que nuestros dones aún tienen valor. No obstante, según el último recuento, existen más o menos diez mil millones de razones por las que Dios podría dejar igual, o incluso reducir, el tamaño de una iglesia local por un tiempo.
Stanley lo entendió con el tiempo. Su mentalidad de «el ministerio es maravilloso» sufrió un duro golpe el mes que su iglesia dejó de crecer. Como un mes se convirtió en nueve meses y luego se duplicó otra vez, la incapacidad de Stanley para poner en marcha cualquier impulso lo detuvo el suficiente tiempo como para escuchar. Las preguntas que comenzó a formular se convirtieron en rayos X de su alma. «¿Qué significa cuando mi entusiasmo por el ministerio parece estar ligado al crecimiento de nuestra iglesia? ¿Qué dice esto sobre mi definición funcional de éxito?». «Si mi iglesia nunca vuelve a crecer, ¿puedo encontrar gozo al gastar lo mío y gastarme a mi mismo por estas almas?».
A través de una bendecida ruptura de una temporada estancada, Stanley llegó a conocer la verdad probada por el tiempo de que Dios es quien controla todo crecimiento. «Hay comprensiones preciosas y eternas que sólo se pueden adquirir a través de la exasperación de una iglesia estancada».
Por esta razón es que escuchar es tan importante.
Si el tamaño de tu iglesia está estacionado en este momento, interprétalo como una invitación a salir del cacharro de la ansiedad y a encontrarte con Dios. Como nuestro misericordioso Padre celestial, Dios quiere que nos acerquemos y experimentemos el tipo de crecimiento que más importa: una intimidad con Dios por medio del aire fresco de su Palabra. No lo pospongas, comienza ahora ya. Ora, lee, escucha, repite. Mientras escuchas, hazte un par de preguntas: ¿hay formas en las que el crecimiento pasado te alejó de la intimidad con Aquel que da el crecimiento? ¿Existen áreas donde el ministerio ha suplantado la identidad? Ve este tiempo de no crecimiento como un claro y fuerte llamado a crecer en Dios. No lo transformes en un descubrimiento de ideas estratégicas que descorcharán la poción del crecimiento, escucha la voz de Dios; aprende a mirar y a esperar: «Confía callado en el Señor y espera en Él con paciencia […]» (Sal 37:7).
Y a medida que crezcamos más en intimidad con Dios, ocurrirá algo más importante que el crecimiento de la iglesia. Sus palabras se transformarán en consuelo para nuestras almas, en una lámpara en nuestra oscuridad y en una luz para nuestros pies (Sal 119:105). Aprenderemos el secreto del contentamiento para que así nuestras almas puedan florecer, ya sea que nuestra iglesia esté en abundancia o en pobreza (Fil 4:11-13). La paz de Dios (que sobrepasa espectacularmente la comprensión humana) saturará nuestra alma y llenará de alegría nuestro corazón.
2. Aprender
Sigamos adelante, porque, sin duda, existen cosas que se deben hacer cuando tu iglesia deja de crecer. Esto lo sé por experiencia, por los momentos en los que la iglesia u organización que yo estaba liderando parecía estar cómoda por demasiado tiempo en el Planeta Estancamiento. Aunque cada parte de mí odiaba llegar a esa órbita, mirar hacia atrás me recuerda que ciertamente esa temporada proveyó una oportunidad importante para humillarme a mí mismo e involucrar a otros en una temporada de aprendizaje. Mi aprendizaje.
El «por qué» detrás del estancamiento no siempre es evidente, pero puedo pensar en al menos una razón de fábrica debido a la experiencia: el estancamiento es una invitación hecha por Dios para aprender humildemente cómo otros experimentan tu liderazgo y tu iglesia. Esto no supone que estés haciendo algo equivocado. Recuerdo un tiempo cuando comenzamos a enseñar cierta doctrina que, a los ojos de los ancianos, era esencial para la ortodoxia y el futuro de nuestra iglesia. La enseñamos y algunos salieron por las puertas de escape. Desde afuera, la iglesia fue más allá del estancamiento y llegó a un decrecimiento a gran escala. No obstante, nuestros ancianos entendieron que, a veces, una falta de crecimiento en realidad podría significar un impulso hacia la salud y la misión. Es por eso que nunca es bueno reaccionar impulsivamente a una corta baja en la asistencia o sobreexagerar un pequeño estancamiento.
Pero cuando tu iglesia deja de crecer en el tiempo, considera esta acción: aprende. Existen muchas preguntas —buenas preguntas— que no nos hacemos cuando las métricas indican que las cosas están yendo bien. Un estancamiento antiguo se convierte en una gran sala de clases para llevar estudio fresco sobre temas que normalmente se han oscurecido por el crecimiento. Esta es una corta lista para activar tu pensamiento. Comienza con tu liderazgo y predicación, mira los roles de los ancianos: ¿todos están en el asiento correcto del bus? ¿Están los valores de la iglesia alineados con la cultura de la iglesia? ¿Se delega de manera saludable? ¿Qué experimentan las personas cuando visitan la iglesia? ¿La visión de éxito de la iglesia incluye una misión con parámetros definidos? ¿Cuál es la reputación de la iglesia en la comunidad?
Piensa en términos de círculos concéntricos de contactos, personas que podrían tener una perspectiva sobre la iglesia y una influencia dentro de ella. Selecciona tus mejores herramientas para extraer sus opiniones. Aquí los ancianos pueden ayudar. Pídeles ayuda para armar preguntas clave y categorías esenciales para explorar. Acércate humilde y tiernamente a tu esposa para solicitarle que te comparta sus pensamientos, luego anda a los líderes de la iglesia. Almuerza con los interesados en discernir, así como con los miembros más antiguos. Ve si puedes llamar o enviar preguntas a los líderes de la comunidad, a personas que se han ido de la iglesia, a quienes visitaron, pero que no regresaron, en realidad, a cualquiera que pueda ayudarte a formar tu visión de la iglesia desde la perspectiva de alguien que está afuera. Invita a los ancianos a unirse a ti en este proceso.
No desperdicies tu temporada de estancamiento. Honestamente, podría no resultar en una asistencia inflada, pero existen cosas más importantes para Dios que el hecho de que se hable de ti en Internet o en tu ciudad. Humíllate y aprende, consciente de que mientras Dios se opone a los líderes orgullosos que presumen su eficacia, Él derrama una magnífica gracia sobre los humildes que confían en que siempre hay mucho que aprender (Stg 4:6).
3. Liderar
Cuando la iglesia deja de crecer, el liderazgo adquiere mayor importancia. Lejos están los halagos y la deferencia incuestionable conferida sin esfuerzo durante el crecimiento. Las cosas se ponen difíciles. Las personas asumen que hay un problema que resolver. A veces asumen que tú eres el problema que hay que resolver. Podrían molestarte, fastidiarte e incomodarte con sus preocupaciones y teorías. El pastor sabio entiende que si a las personas no les importara no preguntarían. Liderar significa redefinir la experiencia para que la iglesia catalogue sus métricas de éxito a las cosas que pueden controlar. Plantar y regar sigue siendo nuestra responsabilidad. El crecimiento depende de Dios (1Co 3:6).
Liderar cuando una iglesia está estancada pone al pastor en una delicada tensión. Debemos evaluar humildemente e incluso promover cambios. No obstante, (y esto es tan importante) se debe hacer sin poner a Dios bajo ninguna obligación de responder a nuestros esfuerzos. Si el estancamiento fuera un arreglo simple, cientos de miles de iglesias alrededor del mundo simplemente podrían aplicar el arreglo y zarpar confiadamente hacia las nuevas costas de la tierra de la megaiglesia. No, el liderazgo significa perspectiva, valentía, determinación y una guerra contra el cinismo.
El estancamiento del crecimiento también es una invitación a reavivar a la iglesia en su misión. ¿Puedes señalar diversas maneras en que tu iglesia está buscando plantar y regar con el Evangelio? ¿Existen maneras en que tu congregación se mueve más allá de sus mundos para darle la bienvenida a otros a través de la acogida, la hospitalidad, las visitas, los equipos de misión, el servicio comunitario (la lista sigue)? Liderar a tu iglesia hacia estos esfuerzos bendecidos no es garantía de crecimiento. Sin embargo, liderarlos en misión más allá de sí mismos es garantía de estancamiento.
Ancianos, si sus iglesias están estancadas, inviten a las personas a sus propios viajes con el enigma. Permitan que sepan que esta es una carga que llevan. Describan cómo este tiempo los ha tentado y dónde han encontrado esperanza. Compartan sobre cómo han contado con Dios y otros, incluso expresando algunas prácticas o pasajes que han resultado ser particularmente significativos. Declaren su fe de que Dios entregará algunas estrategias que podrían fomentar el crecimiento. Sus interacciones honestas e involucramiento piadoso no sólo son una muestra humilde de su necesidad por Dios, sino que también es el tipo de liderazgo que incita la confianza en otros.
Liderar iglesias estancadas revelará casi toda la debilidad espiritual de tu vida. No es para el débil de corazón. Pero encuentra un pastor que esté contento con el tamaño de su iglesia y que aún llama a la iglesia a la misión, y encontrarás a un hombre digno de seguir.
Mirar al futuro
Seguro, sentimos nuestra vulnerabilidad cuando nuestra iglesia no crece. Sin embargo, esas temporadas no tienen por qué ser nuestra kriptonita. A medida que el pastor se vuelve hacia Dios y lidera honestamente por medio de su debilidad, descubriremos no sólo el éxito, sino también la suficiencia extraordinaria de la sublime gracia. Y en los momentos comunes y corrientes, donde su confianza en Dios se encuentra con la monotonía del estancamiento, el pastor descubrirá que el «poder [de Dios] se perfecciona en [su] debilidad» (2Co 12:9).