Es más fácil plantear esta pregunta que responderla. Es tentador responder con el estándar consagrado de las «15 horas» y seguir alegremente nuestro camino. No obstante, la preparación de un sermón, expositivo o de otro tipo, desafía los cálculos simples. Mezcla ambos: ciencia y arte, y es encendido por la combustión vigorizantemente impredecible de la presencia activa de Dios.
Es como el muchacho que le pregunta al experto pescador: «¿cuánto tiempo toma pescar un pez cada semana?». El pescador experimentado hace una pausa, sabiendo que la respuesta desafía cualquier respuesta fácil porque cada lanzamiento contiene elementos que están completamente fuera de su control. Pescar podría ser su rutina semanal, pero no existe ninguna rutina para atrapar peces.
La preparación de un sermón no es diferente. El tiempo asignado para desarrollar sermones se convierte en una mezcla de habilidad y providencia, de trabajo y asombro; debemos vivir en la tensión entre nuestros ritmos bien ordenados y las variables que no son completamente controlables.
¿Cuánto cuantificamos?
Sin embargo, no digo que sea imposible cuantificar. Si eres de los que evalúan, estas son algunas cosas que necesitas saber para comenzar a hacer tus estimaciones.
El tiempo de preparación del sermón está determinado por la experiencia, los dones, los estudios, los apuntes y el alma del predicador.
1. Tu experiencia
Hay un mundo de diferencia entre el año veinte y el año dos de predicación. A medida que vives en los ritmos semanales de la preparación de un sermón, crecerás en tu comprensión y en tu habilidad con las herramientas del oficio: familiaridad con el argumento de la Biblia, hábitos de estudio racionalizados, un ojo experimentado para la organización expositiva y un oído afinado para la ilustración y la aplicación, sólo por nombrar algunas. Sin tener el fin de forzar la mirada hacia el «planeta obvio», la experiencia puede reducir el tiempo de preparación.
2. Tus dones
Admitámoslo: como los focos de luz, algunos dones arden a un mayor voltaje. Digo esto porque he conocido y admirado a algunos predicadores de alta potencia en mi vida. Si eres un tipo que trabaja con más potencia de fuego mental (capacidad intelectual, claridad mental, habilidades de memoria, actitud creativa), la organización de un sermón se hace más fácil. Esto también significa que tienes un producto final más rápido. Si ese eres tú, entonces agradece a Dios ahora mismo. Y ora por el resto de nosotros.
3. Tu estudio
Una serie expositiva requiere un estudio considerablemente obvio. Un beneficio de este estudio es que, teóricamente, puedes retener algo de lo estudiado y presentarlo la semana siguiente. Y realmente ayuda. En una serie expositiva, cada semana no es una excavación nueva en un nuevo terreno contextual o del autor. Llegas a familiarizarte con la situación de vida detrás del libro, el autor humano, las grandes ideas y el flujo expositivo.
Los tipos que sólo predican temas tienen un campo mucho más difícil que arar cada semana, particularmente si están buscando entender y desglosar empeñosamente el texto. Si no lo están haciendo así, puede que quieran considerar otra vocación.
4. Tus apuntes
Convertir lo que has estudiado en apuntes de predicación es una parte esencial de la preparación. Estimar la cantidad de tiempo que se debe apartar depende de lo que lleves al púlpito. Más apuntes podrían significar más tiempo. Alguien que usa manuscritos generalmente dedica más tiempo a moldear frases, un predicador que usa puntos principales y sólo subpuntos podría pasar menos tiempo en esa fase. Si tomas el paso adicional de convertir tus manuscritos en memorias, aparta más tiempo.
Y si eres el doctor que sólo estudia y entrega el mensaje sin notas, averigua si es que alguien además de tu esposa y tú está de acuerdo con que está siendo una exposición clara y útil. Luego, ven y únete a nosotros en el mundo de los apuntes.
Estoy bromeando. Más o menos.
5. Tu alma
Predicar involucra orar, o al menos debería. A veces la preparación del sermón toma más tiempo porque el predicador siente de forma única su necesidad por Dios. La desesperación se convierte en parte de la preparación. La predicación también debe incluir tiempo de meditación y reflexión (adobarse en el texto). Esta disciplina a menudo se pierde por la falta de tiempo o por pasar por alto la necesidad de examinar cuidadosamente tu propia alma a través del texto. Al hacerlo, el predicador podría concluir que su vida es un pobre reflejo del mensaje. Adicionalmente a la preparación, entonces, se encuentra el matiz de cómo hablar con integridad y liderar en debilidad. Lo siento, más tiempo.
¿Cuál es el mínimo accesible para el trabajo del alma? La predicación no es un servicio que se presta, es un compromiso con la Palabra de Dios que comienza con uno mismo y luego resuena hacia afuera a través de toda la iglesia.
Pero ¿cuánto?
Si has leído hasta aquí y sigues desesperado por tener algún tipo de número, te diré que la preparación de mis sermones durante una serie expositiva típicamente me toma de 10 a 15 horas. Tristemente, estas cifras son mayores que aquellas en mis viajes inaugurales desde el puerto de la predicación, principalmente porque zarpé en un bote temático en lugar de en un acorazado expositivo. Si eres como yo, descubriste temprano que la ignorancia sin duda reduce el tiempo de preparación. Irónicamente, también alarga los sermones.
Si preparar un sermón te parece mucho trabajo, entonces logré un objetivo importante para esta parte. Es trabajo: un trabajo glorioso, resplandeciente e inspirador de asombro tanto para los perdidos como para los encontrados. No obstante, la intensidad del trabajo no es debilitante cuando Aquel que te llama también te empodera e incita a deleitarte en Él.
«El privilegio más elevado», dijo el fallecido, pero siempre perspicaz Alec Motyer, «es el de disfrutar de una conexión semejante con la Palabra de Dios, tener que escudriñar con ahínco las preciosas Escrituras». Sí, en efecto, pero también es exigente, con frecuencia gravoso, rara vez fácil, y siempre, a la larga, interminablemente deleitable.
Este recurso fue originalmente publicado en el blog de Dave Harvey.

