Suena tan simple y directo, quizás incluso trivial.
El «hombre de una sola mujer» puede parecer hoy en día una especie en peligro de extinción. En nuestra sociedad sobresexualizada y sexualmente confundida es cada vez más raro encontrar hombres casados que sean verdaderamente fieles a su esposa, en cuerpo, corazón y mente. Más raro aún es encontrar hombres solteros que estén encaminados a ese tipo de fidelidad con una futura esposa. La gente queda boquiabierta cuando un guapo e idóneo soltero declara que es virgen a la espera de la noche de bodas.
De los quince requisitos básicos para el cargo de anciano en la iglesia local (1Ti 3:1-7), ser un hombre de una sola mujer puede ser el que va más en contra de la corriente de nuestra sociedad. Se nos empuja implacable y precisamente en la dirección opuesta. La televisión, el cine, la publicidad y casi todo lo demás condiciona al hombre del siglo XXI a acercarse a la mujer como un consumidor de muchas, en lugar de ser un protector y servidor de una. Los modelos enseñan a nuestros hombres a hacer concesiones y tomar egoístamente, en lugar de cultivar y proteger apasionadamente la fidelidad a una mujer.
Sin embargo, lo que es raro en la sociedad a menudo es más fácil de encontrar, gracias a Dios, en iglesias bíblicamente fieles. El verdadero Evangelio es explosivamente poderoso, incluso bajo la presión intensa de un mundo como el nuestro. Puedes ser puro. Puedes desintoxicarte. Puedes recorrer un camino diferente por el poder del Espíritu de Dios, incluso si ese otro camino fue una vez el tuyo. En compañía de otras personas que disfrutan de placeres más profundos que la promiscuidad, puedes convertirte en un hombre de una sola mujer que nuestro mundo necesita.
Para todos los cristianos
El hecho de que ser un hombre de una sola mujer sea esencial para los líderes de la iglesia, no significa que sea irrelevante para todo cristiano. Los requisitos de los ancianos, dice D.A. Carson, son notables por ser ordinarios. Lo que se exige de los oficiales de la iglesia no es una condecoración académica, un intelecto de clase mundial o talentos por encima del hombre común. Más bien, los ancianos deben ser ejemplos de un cristianismo normal, sano y maduro (1P 5:3). Los requisitos de los ancianos son los puntos álgidos de la madurez cristiana a la que todo creyente debe aspirar y que todo cristiano, con la ayuda de Dios, puede alcanzar.
Dios nunca tuvo la intención de que relegáramos la masculinidad de una sola mujer a los líderes. Es el llamado glorioso, serio y lleno de gozo de todo seguidor de Cristo. Es una palabra para cada hombre cristiano (y para cada mujer cristiana la de ser «mujer de un solo hombre», 1 Timoteo 5: 9). Y es relevante tanto para hombres casados como para solteros.
Para casados y solteros
Claramente, ser un hombre de una sola mujer se aplica a los hombres casados. En fidelidad al pacto matrimonial, un hombre casado debe estar totalmente entregado en mente, corazón y cuerpo a su única esposa. Entonces, ser un hombre de una sola mujer tiene implicaciones sobre adónde vamos, cómo interactuamos con otras mujeres, qué hacemos con nuestros ojos, adónde dejamos que corran nuestros pensamientos, qué miramos en nuestras computadoras y teléfonos, y cómo miramos películas y televisión.
También es relevante para los hombres casados en el sentido positivo, no solo en el negativo. Un cristiano casado no debe ser un hombre sin mujer, viviendo como si no estuviera casado, desatendiendo el cuidado adecuado de su esposa y su familia. Si estás casado, la fidelidad al pacto requiere que tus intereses estén divididos (1Co 7:35), pero solo con una mujer.
¿Tienes que estar casado para ser un hombre de una sola mujer? El desafío de ser un hombre de una sola mujer se aplica no solo a los hombres casados, sino también a los solteros. ¿Eres coqueto? ¿Te mueves con ligereza de una relación de noviazgo a otra? ¿Disfrutas la emoción de conectarte emocionalmente con nuevas mujeres sin moverte intencional y claramente hacia el matrimonio?
Mucho antes del matrimonio, los solteros están marcando (y mostrando) su trayectoria de fidelidad. En cada etapa de la vida y en cada relación, por más seria que sea, se están preparando para ser un hombre de una sola mujer, o no, por la forma en que se involucran y tratan a las mujeres en sus vidas.
¿No es «marido de una sola mujer»?
Quizás en este punto, estés sintiendo el peso de esta frase «marido de una sola mujer» tanto para los requisitos de un anciano como para la masculinidad cristiana en general. ¿No dice la mayoría de nuestras traducciones «marido de una sola mujer» en 1 Timoteo 3:2 y Tito 1:6? Eso parece ser una casilla fácil de marcar. O es verdad o no lo es, ninguna de estas preguntas se refieren a si tus ojos y tu mente podrían estar divagando infielmente.
Este puede ser el más debatido de los requisitos para los ancianos en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9. Algunos dicen que significa que los líderes de la iglesia deben estar casados; otros dicen que significa no divorciados; otros afirman que fue diseñado para eliminar a los polígamos. Pero el problema, entre otros, con cada una de esas interpretaciones es que hacen que el requisito sea objetivo —verdadero o falso a secas— en lugar de subjetivo, como cada una de los otros catorce requisitos.
Los rasgos para el liderazgo en la iglesia local están brillantemente diseñados para poner en fila a la pluralidad de ancianos con el fin de que juntos tomen una decisión sobre la preparación de un hombre para el ministerio. Sobrio, con dominio propio, respetable, hospitalario: estas son categorías subjetivas que requieren una cuidadosa reflexión y evaluación. Creo que Pablo pretendía que leyéramos «marido de una sola mujer» como alguien que necesita el mismo espíritu de discernimiento, no como una regla blanco y negro, sin excepciones. ¿Es este hombre hoy, a través de años de fidelidad probada, fiel a su esposa con su mente, corazón y cuerpo? ¿Es irreprochable en su forma de relacionarse con las mujeres? ¿Es manifiestamente un hombre de una sola mujer?
Pregúntate a ti mismo
Hombres, háganse esta pregunta y sean despiadadamente honestos: «¿soy un hombre de una sola mujer? ¿Qué hay en mi vida, si es que hay algo, que pondría esto en duda? ¿Qué hábitos, qué relaciones, qué patrones necesito traer a la luz con hermanos de confianza para pedirle a Dios, una vez más, que me convierta verdadera, profunda, gloriosa y crecientemente en un hombre de una sola mujer?».
Si estás casado, ¿cuál es tu reputación? ¿La gente piensa de ti (de tus pensamientos, de tu forma de hablar, de tus acciones) que eres alegre e implacablemente fiel a tu esposa? ¿O hay alguna duda? ¿Eres conocido por demostrar dominio propio en público y en privado por el bien de la pureza y fidelidad de tu matrimonio?
Si no estás casado, ¿cómo son tus amistades y relaciones con el sexo opuesto? ¿Las tratas genuinamente «como hermanas, con toda pureza» (1Ti 5:2)? ¿Estás incursionando en la pornografía, intentando dejarla, pero aún dejando espacio para ella? ¿O simplemente te has vuelto insensible a todo esto debido a los límites que se cruzan en la televisión y en las películas? En tu vida mental, en Internet, en tus interacciones, ¿eres un hombre de una sola mujer esperando a tu única mujer?
En Cristo, no tenemos por qué conformarnos con menos. Por más que lo intentes, no estarás satisfecho. Sin embargo, en Cristo, somos llamados a ser un hombre de una sola mujer en un mundo que espera y promueve a ser mucho menos que eso. Y en Cristo, tú tienes los recursos que necesitas para que esa fidelidad se haga realidad.